Tango, patrimonio cultural de Uruguay

Autor: Laura Cecilia Bedoya Ángel
4 marzo de 2018 - 02:00 PM

La experta Laura Cecilia Bedoya reseña el revelador libro La historia del tango en Uruguay, del autor Hugo Machín.

Medellín

Bandoneón, hoy quisiera mostrarte algunas de las formas de creación que he encontrado en el Uruguay, y ponerte en frente de un mosaico formado por las coloridas y constructivistas pinturas de Joaquín Torres García y las de Pedro Figari, con sus mamaviejas de encendidos tonos para bailar el candombe. Enseñarte luego las líneas de un poeta que le cantó a Montevideo “Eres nuestra y fiestera, como la estrella que duplican las aguas”, Borges. Entonces, para sellar por hoy el mosaico, evoco a Felisberto Hernández y su relato “Nadie encendía las lámparas”. Como podrás darte cuenta, quiero instalar mi columna en la luz.
Y bueno, tengo en mis manos un libro muy cuidadoso e informado, con notas claras y concretas de la historia del tango en el Uruguay, bajo la autoría del uruguayo Hugo Machín.
La proyección de este estudio empieza desde 1917 con un marco socio-político del país de ese entonces. Ya instalado en el tema del tango y la milonga, nos habla de aquella vez en que a este ritmo rioplatense llegó la palabra de la mano de Pascual Contursi con el primer tango-canción, Mi noche triste, letra que pone a una pieza instrumental ya existente de Samuel Castriota, llamada Lita. Asistimos, entonces, al primer tango cantado por Gardel. Y si bien Contursi era de nacionalidad argentina, tuvo la inspiración, durante su permanencia en Montevideo. 
Para continuar con el registro, nos lleva hasta el carnaval de Montevideo, y enmarca en esta manifestación cultural, la creación del más famoso de los tangos, La cumparsita.

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Después de la gran obra
En este capítulo  conjuga la existencia de la Federación de estudiantes, con un piano que servía de refugio musical a un joven Gerardo Hernán Matos Rodríguez,- autor de La cumparsita- inquieto en indagar el teclado, pero sin formación musical y que estuvo cobijado con la fascinación de Dioniso y a su vez asistido por una gran inspiración, mientras en su existencia se cruzaba el infortunio de una enfermedad que luego se convertiría en la fuerza de esta creación.
Pues el interés del momento para los estudiantes era tener una pieza musical para desfilar en una de las comparsas del carnaval, hecho que refleja la impronta dejada por la presencia de más de veinte pueblos africanos llegados al Uruguay.
Qué importante ilustración la del autor, cuando  advierte que  la palabra cumparsita, viene del dialecto cocoliche, surgido a orillas del Río de la Plata y que a su vez está dando cuenta del hibridaje  producido por  esa gran ola migratoria , en este caso, de la mezcla del habla italiana con la española.
Nos presenta después al “Mayor cantante” Carlos Gardel, quien según varios de sus biógrafos nació en Tacuarembó y lo retrata en su naturaleza y su esplendor, lo relaciona con el mundo de los caballos, y su proyecto de hacer conocer el tango en América Latina,  en la Gran Manzana y en Europa.
De aquí llegamos a la gran milonga, La puñalada de Pintín Castellanos, estrenada en 1937 por Juan D’Arienzo y que según una encuesta realizada en el año 2000 es la milonga más famosa. Castellanos tuvo una formación musical con fuertes influencias del candombe. 
Como si estuviéramos sentados frente a una pantalla, se  enciende la imagen, ya no de un hombre, sino de un varón, - El varón del Tango-Julio Sosa, de quien puede decirse que se instaló en la era de la televisión, que ayudó a impulsar su figura, perfilándolo como hombre de la noche, y habitante común de un barrio porteño, así como cantor  de buenas e importantes orquestas. Este personaje nacido en Las Piedras, quedaría como el sucesor de esa otra gran voz, Gardel.
Hugo Machín mueve su proyección hasta París, para revelar la presencia del también uruguayo Francisco Canaro en La ciudad luz, que le serviría de impulso para viajar luego a España y Estados Unidos. Brillante figura este Canaro, compositor, director de orquesta, violinista, presidente de Sadaic, productor de revistas musicales y demás.
Este recorrido por la historia del tango llega hasta la dupla del uruguayo Horacio Ferrer y el argentino Astor Piazzolla, quienes se repartieron un poema y un trombón y después nos dieron respiración de piantada modernidad con la renovada poética y las transformaciones que había hecho Astor en la música.
Montevideo, Tacuarembó, Medellín, es el capítulo que clausura este volumen, resaltando la hermandad entre las dos últimas desde 2001 por decisión de sus respectivas autoridades.
Dimensiona a Medellín como ciudad tanguera, marcada en su historia por ser el espacio en el que Gardel entró en el mito.
Al terminar la lectura del ejemplar Tango, Patrimonio Cultural del Uruguay, debo decir que lo sentí como una conversación e intuí que alguien encendió una luz sobre la historia del tango uruguayo, por la suma claridad en la exposición de los temas, desde los poetas, compositores, intérpretes, músicos, orquestas hasta creaciones y rupturas.
Y no pasó lo del relato de Felisberto… sí hubo quien encendiera una lámpara.

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