De las medallas y éxitos deportivos solo suele verse el brillo del metal en el podio y la mirada feliz del atleta. Pero detrás de esta última imagen hay un trabajo casi insospechado. Las medallas y triunfos de Colombia en los últimos años son consecuencia de un desarrollo sin precedente en el país de las ciencias deportivas. Ahí nada queda al azar.
Seguramente muchos lectores recordarán la escena cuando Rocky se levanta con el intenso frío de la madrugada, vierte cinco huevos en un vaso y los bebe de un trago antes de salir a correr por las heladas y solitarias calles de Filadelfia.
Y seguramente, también recordarán la cuarta secuela de la saga cuando el carismático protagonista enfrenta al gélido y temible ruso Iván Drago, quien se prepara en un laboratorio con aparatos sacados de una ficción futurista, algo un poco descabellado para la época pero real ahora. Tanto así, que nuestros deportistas de alto rendimiento, que por muchos años se entrenaron de las formas más silvestres y autodidactas (como Rocky), ahora se entrenan bajo estrictos parámetros médicos y científicos, que potencian al máximo sus condiciones físicas, mentales y hasta personales. No hay cabos sueltos. Todo en busca de la éxito.
Lea: Huele a más medallas olímpicas para Colombia en los próximos años
Ese es el trabajo de 40 profesionales de diferentes ramas que convergen y se complementan en el Centro de Ciencias del Deporte, un enorme complejo que se ha ido reformando y modernizando con el tiempo hasta el punto de ser el más completo centro deportivo de Latinoamericana. Allí trabajan con los 20 deportistas pertenecientes al programa Altius, los atletas proyectados a buscar medallas olímpicas. Pero además, unos 300 deportistas de alto rendimiento gozan en algún momento de su preparación de estos privilegios de entrenamiento integral.
El Centro de Ciencias del Deporte se encarga de mantener la salud de los atletas y evaluar su desarrollo morfo - funcional y mental, con el fin de mejorar su calidad de vida y contribuir al logro de excepcionales resultados deportivos. En el Centro confluyen áreas como la medicina, nutrición, psicología, biomecánica, fisioterapia, desarrollo psicosocial, bioquímica, antidopaje, preparación física y desarrollo funcional. “Nuestro fundamento en el Centro parte de dos puntos: el primero la salud; si el deportista está lesionado, que se recupere y vuelta a su estado inicial y habitual entrenamiento, y el segundo es evaluar el entrenamiento que adelanta el deportista en su región. Evaluamos fuerza, potencia, velocidad, resistencia, porcentaje de grasa y músculo, habilidad mental, destrezas sicológicas y la parte biomecánica. Con esos dos aspectos se le da asesoría al entrenador y al metodólogo, con asistencia y valoración del trabajo que adelantan con el deportista y eso optimiza recursos y tiempos”, explica Juan Carlos Quiceno, coordinar del Centro de Ciencias del Deporte.
Algunos de esos aspectos ya se venían realizando tiempo atrás aunque se han perfeccionado con el tiempo. Otros como la biomecánica y la neurociencia son componentes novedosos que se empezaron a implementar en los últimos Juegos Olímpicos, evidenciando los resultados como los que ya todos conocen.
Ana Lucía Guzmán, quien coordina el laboratorio de neurociencias de Coldeportes explica que el entrenamiento deportivo ha tenido un gran salto en los últimos 15 o 20 años debido a que ahora, al igual que la medición del estado físico, también puede medirse en el deportista el estado emocional y cognitivo.
Para medir la relación del estado mental de un atleta y su incidencia en el rendimiento, Guzmán y su grupo de trabajo utilizan equipos que procesan información acerca de la respiración, la electricidad, la tensión muscular y el comportamiento cerebral. “Lo que buscamos es que el deportista tenga una evidencia de su estado mental en ese momento, y a partir de ahí, identificado esos estados, los entrene y facilite el trabajo del psicólogo”, expone Guzmán, quien complementa que esas mediciones exactas permiten asumir de una forma científica y útil eso que a veces los deportistas sientes pero no logran descifrar ni describir y tampoco los deja avanzar en su entrenamiento. “Cuando dicen sentirse desmotivados, con poca energía pese a estar alimentándose bien y encontrarse en plenitud física, desde la neurociencia podemos darle una respuesta real de lo que le sucede y darle un tratamiento específico dentro del su plan de entrenamiento integral”, dice la especialista.
Lea: Gacelas antioqueñas en el desierto de Marruecos y otras heroínas
La biomecánica es otra rama que se abre espacio dentro del desarrollo deportivo en el país. Antes, tanto los profesionales de ciencias deportivas como los entrenadores tenían cierta prevención y se les figuraba compleja e inaccesible. Además, el país estaba rezagado en tecnología. Ahora es diferente, pues el Centro de Ciencias del Deporte cuenta con el laboratorio más moderno de Sudamérica, y a la par, universidades como el CES cuentan con programas altamente certificado en la materia y su demanda es creciente. En términos prácticos, lo que busca la biomecánica es perfeccionar los gestos y movimientos del deportista. Algo que en el alto rendimiento, por minúsculo que sea el cambio, puede hacer la diferencia entre oro y plata. “Tenemos la capacidad de captar al deportista mediante cámaras que lo capturan y envían esa información a un software, que en tiempo real, analiza los movimientos y arroja resultados”, cuenta Natalia Rodríguez, coordinadora del laboratorio biomédico de Coldeportes. Según Rodríguez “estas mediciones permiten perfeccionar el entrenamiento y dirigirlo hacia puntos concretos. Por más ojo y experiencia que tenga un entrenador, le resulta imperceptible muchos de los movimientos que un deportista tiene en la práctica y que solo mediante ayuda tecnológica pueden verse y resolverse”, dice Natalia.
Gracias al laboratorio biomecánico que ahora cuenta con soportes tanto en interiores como en escenarios reales, deportistas como Mariana Pajón y la selección de BMX, así como los de tiro con arco, gimnastas y pesistas, han podido perfeccionar su técnica para llegar a un pico alto de rendimiento en su disciplina deportiva.
Estos y tantos otros aspectos del entrenamiento científico de los deportistas colombianos que sería imposible detallar en tan corto espacio, fueron causantes de la revolución deportiva que desencadenó Colombia en los Juegos de Río 2016 y el ciclo olímpico que antecedió a este evento (Bolivarianos, Centroamericanos, Sudamericanos y Panamericanos).
Empieza entonces a tener sentido para el ciudadano de a pie que antes de ir a Río los dirigentes deportivos hablaran de cierta cantidad de medallas presupuestadas sin haber tocado siquiera suelo brasileño. “Las proyecciones de resultados que hacemos son con base en el rendimiento de nuestros atletas con relación a sus rivales y los campeones mundiales u olímpicos del momento en dicha disciplina. Con la competencia y las evidencias en los entrenamientos estamos en la capacidad de calcular un resultado. Claro, luego en el deporte de élite cualquier factor por minúsculo cambia el curso de la competencia, pero esas mediciones respaldan todo el proceso previo”, cuenta Tirso Zorro, coordinador de Deporte de Alto Rendimiento de Coldeportes.
Lea: La ciudad, un rincón para todos
El papel de la academia
Zorro señala que el desarrollo en infraestructura sirve en la medida en que aumenten los profesionales del deporte en Colombia, pues es el factor humano más allá de la cantidad de recursos asignados los que direccionan el proceso. En eso concuerda también Andrés Duque, metodólogo del Comité Olímpico Colombiano (COC) y quien resalta la importancia para el progreso del deporte colombiano el acercamiento de Coldeportes y el mismo COC hacia el sector universitario. “Fundamental el crecimiento de la demanda en programas como ciencias del deporte y licenciatura física y las respectivas especializaciones, porque eso le ha permitido a los entes deportivos crecer y retroalimentarse. Ese vínculo estrecho con la academia ha permitido además que muchos jóvenes tengan el aliciente de formarse en estos campos porque hay buenos espacios donde desempeñar su profesión”, afirma Duque, quien plantea también el vital papel de la profesionalización de los entrenadores que trabajan desde las regiones y quienes en últimas son los que deben optimizar todos los recursos y procesos y ponerlos en función del deportista, pues aunque el acompañamiento del metodólogo y el cuerpo médico y científico es constante, es el entrenador quien convive y pasa la mayor parte del tiempo con su pupilo.
Pero además de convertirse en abastecedores de talento humano, las universidades y centros formativos juegan otro papel en este cuento de la ciencia deportiva en el país. “El trabajo hay que proyectarlo. Por eso el Centro de Ciencias del Deporte quiere incursionar en investigación para seguir creciendo, pero para eso necesita del apoyo de las universidades” subraya Natalia Rodríguez, líder del programa de neurociencias de Coldeportes.
Actualmente unas 50 universidades y centros educativos en el país ofrecen programas certificados en carreras como ciencias del deporte, licenciatura en educación física, fisioterapia y nutrición, sin contar las ofertas en especializaciones y posgrados en los campos de las neurociencia, biomecánica, motricidad y otros.
A nivel nacional, destacan la Escuela Nacional del Deporte en Cali, líder en el sector. También la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales y la Universidad Manuela Beltrán, en Bogotá.
En Medellín resaltan el Instituto de Educación Física de la Universidad de Antioquia y sus dos carreras en Licenciatura en Educación Física y Entrenamiento Deportivo. También la Facultad de Educación Física, Recreación y Deporte del Politécnico Jaime Isaza Cadavid es referente en la materia.
De esas aulas salen cientos de profesionales, que tras bambalinas hacen su aporte para la gloria del deporte nacional. De ellos también es un pedacito de esas medallas que llenan de orgullo al país.