Ante casos en los que las encuestas pre elecciones no ha resultado del todo fiables y el impacto de los ataques en los últimos días en ese país, el panorama electoral no es del todo claro.
La incertidumbre por el resultado de las elecciones presidenciales en Francia, con cuatro candidatos en un pañuelo, enfrenta también a los institutos demoscópicos (estudios de opiniones por medio de encuestas) a un desafío sobre su fiabilidad, tras fracasos sonados como el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos o del "brexit" en el Reino Unido.
A la dificultad de prever el resultado se suma el impacto que el atentado del pasado jueves en los Campos Elíseos pueda tener en el voto, que los expertos no se atreven a anticipar y que será difícil de conocer, porque ya no está permitido publicar sondeos.
En las publicadas la última semana, el socioliberal Emmanuel Macron, la ultraderechista Marine Le Pen, el conservador François Fillon y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon parten con opciones de clasificarse para la segunda vuelta del 7 de mayo próximo.
La diferencia entre los cuatro se ha ido estrechando de forma significativa en un mes: de los más de diez puntos que separaban a finales de marzo a la ultraderechista Le Pen -que se situaba entonces en cabeza con más del 25 %- del líder de la izquierda radical Mélenchon -que aún no llegaba entonces al 15 %-, se ha pasado a menos de cinco.
Según la media de los trabajos más recientes divulgados en la segunda parte de esta semana por once institutos demoscópicos -con encuestas realizadas antes del ataque terrorista de París-, Macron obtendría un 23 % de los votos, seguido por Le Pen (22,4 %), Fillon (20 %) y Mélenchon (18,5 %).
El margen de error de estas encuestas ronda los 2-3 puntos porcentuales y el nivel de indecisos o abstencionistas está alrededor del 30 %, superior a lo habitual en otras presidenciales en Francia a estas alturas, por lo que la prudencia se ha impuesto como regla.
Como subraya el investigador Gaspard Estrada, de Sciences Po París, nadie puede decir con seguridad quiénes serán los dos finalistas de estos comicios.
Tradicionalmente, las televisiones hacen públicos a las 20.00 hora local (18.00 GMT), hora del cierre de las últimas urnas, los nombres de los dos finalistas de la segunda vuelta, porque manejan ya parte del voto real escrutado en los colegios que han cerrado antes.
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Pero este año, muchos de ellos aseguran que puede que no sea posible hacerlo a hora tan temprana. "No asumiremos riesgos inútiles", previene el director general adjunto de Ifop, Frédéric Dabi, que deja entrever que pueden acabar presentando esa noche tres nombres.
El motivo es el estrecho margen que hay entre los cuatro favoritos, pero también que, a diferencia de otros años, en los que algunos colegios cerraban a las 18.00 horas (16.00 GMT) en esta ocasión ninguno cerrará antes de las 19.00 horas (17.00 GMT).
La crítica de las encuestas es un clásico de las campañas electorales, sobre todo por aquellos para las que no son favorables. El director general delegado de Ipsos, Brice Teinturier, reconoce que "hay un clima de desconfianza alimentado por lo que pasó en Estado Unidos" con la elección de Donald Trump en noviembre y con el referéndum del "brexit" en junio.
Pero a su juicio -y al del grueso de los responsables de los institutos demoscópicos franceses- no se corresponde con la realidad porque los sistemas electorales en Francia y en Estados Unidos no son equivalentes y porque las encuestas tampoco se elaboran de la misma forma.
En Francia, las muestras se realizan a partir de un sistema de cuotas sobre la base de las categorías (por sexo, edad o estatuto socio-profesional) definidas por el Instituto Nacional de Estadística (Insee), mientras en Estados Unidos hay un muestreo "aleatorio".
Con frecuencia se critica que las encuestas subestiman el voto en favor de Le Pen, algo que las empresas demoscópicas reconocen que puede haber sucedido pero que ya no es real.
Aseguran que la gente ya no tiene vergüenza de reconocer que da su sufragio a Marine Le Pen, que no tiene las mismas connotaciones que a su padre, Jean-Marie Le Pen, y, además, la mayor parte de las encuestas se hacen en línea, sin presencia física de una persona, lo que hace menos probable una respuesta falsa.