Sobre los Snopes y el síndrome de los quemadores de heniles

Autor: Memo Ánjel
26 marzo de 2017 - 06:00 PM

El escritor Memo Ánjel plantea en esta reseña cómo William Faulkner construye Yoknapatawpha. Este análisis hará parte de la serie de conversaciones El Sonido de los Nóbel, que el próximo martes 28 de marzo tendrá lugar en la Biblioteca de la UPB.

Medellín

“-Debe estar desesperado- dijo pausadamente.

No quería ofender. No pensaba en la deshonra de la hija de Varner, ni siquiera en ella. Se refería a la tierra…”. William Faulkner. El Villorrio, libro tercero. El largo verano.

 

Incendios

A William Faulkner le rechazaron su primera novela, Banderas sobre el polvo, porque eran demasiadas novelas y gente en un solo libro. Y porque ahí ardía de todo: memorias disparatas, historias inconclusas, campos yermos y amarillos, hombres blancos y negros, pasiones desmedidas desde cualquier parte de la carne y el entendimiento, palabras que jugaban con otras de atrás hacia adelante, delitos e inocencias, cual peor que la otra;  dioses inmiscuidos con diablos, caballos falsos y teñidos, borrachos y violadores impotentes, muchachos retardados y mujeres que no paraban de engordar o de mostrar la locura, que es una forma de desprecio y de desviar el deseo. La quema era general y nadie había encendido la cerilla. Y en ese mundo, o en ese libro (publicado póstumamente por su hija), la tierra se movía como una mula o como una cabra, en el desorden de los quereres lascivos (lo que incluye la codicia y la brutalidad) y en un condado que luego llamará Yoknapatawpha, atravesado por el río Sartoris y con caminos entre las ciudades de Jefferson y Memphis. Y esto de banderas sobre el polvo fue cierto: los del sur habían perdido la guerra y entonces pasaba lo que pasaba: que el infierno siguiera funcionando y los diablos haciendo de las suyas en los heniles, que es donde más arden los ojos cuando ven lo prohibido.

Y de todos los incendios que caracterizan a la obra de Faulkner (incluyendo su correspondencia), el más amplio es el de la trilogía de los Snopes, gente ésta que apareció de repente en las tierras iniciales de un tal francés del que nunca se supo el nombre, se inmiscuyó en la vida de los Varner (poseedores legales de las tierras) y al final se quedó con todo, incluyendo lo que estaba comido por le herrumbre, pues bastó sentarse, sobre un barril, al lado de los dueños y señores y verlos desmoronarse. Y es que los incendios son así: comienzan tranquilos, toman una planta seca o un cagajón y, aprovechando el viento y el calor, extienden la llama y esta comienza a morder y no para hasta que ya todo es un olor distinto y un paisaje distinto. Tal vez un pájaro se salve o una rata que, cuando habla, cuenta la historia, yendo de un sitio a otro donde duerme, come y se asusta cuando cierra los ojos.  Es que de la memoria no se escapa nadie.

El villorrio (the Hamlet)

El lenguaje es arrevesado (leer a Faulkner nunca ha sido fácil y hay que entrar mucho en su corriente para dejarse llevar por ella) y, en El villorrio, los personajes son Lem Snopes y Eula Varner, su mujer; el primero un entrometido que oye lo que debe y de eso se vale para entrometerse más, y la segunda una mujer gorda y atractiva, embarazada por otro antes de casarse por conveniencia para esconder el pecado, que al fin no se esconde sino que está ahí, en las conversaciones, maledicencias, negocios absurdos y caricias bruscas de Lem, que tiene cara de rana y un primo o hermano con el cerebro a medias. Y no pasa nada, todos cargan con algo que les compromete el pasado y la conciencia. Toda esa tierra en la que viven ha sido preñada a destiempo, aprovechando el verano y lo que se mueve por él. Y quien cuenta esta historia (lo que llaman el narrador), o la mayor parte de ella, es Ratliff (rata con experiencia de rata), un vendedor de máquinas coser y rastrillos, que se recorre el condado de Yoknapatawpha (cualquier intento de descifrar el nombre es en vano) haciendo negocios extraños, vendiendo con engaños y hablando siempre de manera amable, aunque lo que dice no solo es lo que pasa sino también sus reflexiones, lo que oye en las terrazas y los bazares, lo que imagina y lo que no logra entender y entonces (siempre hace calor) la historia pasa a otro, lo que obliga a un narrador doble (Faulkner fue siempre un ensayador de prosas) y convierte la narración en un juego de ires y venires, de asuntos sobre caballos y tartanas, carros oxidados y teorías sobre el deseo y la rabia, incluyendo alguna fábula que nace de las lecturas que seguramente hacía Faulkner en ese momento: monjes, príncipes, papeles con sellos, algún guión cinematográfico sin terminar. William Faulkner escribió como pudo, a veces usando prostíbulos, lugares de los que dijo que eran de lo mejor para dar punto inicial o final a una novela.

El villorrio (que luego dará pie a La ciudad y a La mansión), es un asunto de apropiación de tierras, fundación de un pueblo y el inicio de un capitalismo rural donde las cuentas no están claras, lo que incluye ganado, desnatadoras, desmotadoras, algún carro Ford T, estaciones de tren, corrales con cabras, caballos y mulos con usos varios, una iglesia donde no se sabe qué rezan (aunque se sabe que es protestante), conjeturas diversas, profesores que son burlados por sus alumnos o huyen de pecados iniciales cometidos, mujeres grandes y feas (algunas viudas), y el ir y venir de Ratliff con su tartana, que lleva un aviso ya desteñido por el tiempo y promueve máquinas de coser que ofrece, a veces, sin tener ninguna. Es la vida que se cuece en un villorrio que es una aldea, mágica y desmesurada como lo será después Macondo y, al devenir en ciudad, la Santa María de Onetti. Y en este villorrio, mito fundante de la saga de los Snopes (aunque por fuera de la trilogía también aparecen en Los invictos), la pregunta que se hace Faulkner es qué cosa es la maldad cuando hace parte de la inocencia o es producto de ella.    

El síndrome de los quemadores de heniles

William Faulkner, que escribió esa novela que se llamó Banderas sobre el polvo, que leyeron once veces y fue rechazada once, lo que lo obligó a escribirla de nuevo y al final, luego de que ya fue otra, llamarla Sartoris, leyó cada año a Don Quijote de la Mancha, estudió sus diálogos e historias paralelas y, en este mundo de razones y sin razones (lo que le dio el Nobel de Literatura en 1949) le dio contenido al sur de los Estados Unidos, a ese que fue afrancesado y creó todos los desmanes y racismos, deseos incestuosos y maneras de violar mujeres (en Santuario la impotencia es la que viola), perdió la guerra y creó el síndrome de quemar heniles, que es ese que nace de creer que el que aparece viene de quemar alguno y entonces, para que no queme los que hay, se lo deja entrar. Y el otro que ni niega ni afirma sobre haberlos quemado (los Snopes hicieron esto), se vale de ese miedo conjetural y hace de las suyas y así se dan la injusticia, la afrenta, la deshonra y la ignominia. Entonces, la idea de un incendio provocado o por provocar, que siempre está presente, es la vida que se mueve. Y como el fuego es un elemento transformador cuando se quiere y destructor cuando se lo deja solo en su inocencia, la novela que narra esa vida sureña (tan parecida a la latinoamericana) aparece con sus extremos de nacer, trasegar y morir delirantes, que es lo que cuenta Ratliff y se sabe en los Snopes, saga a la que pertenecen tantos, los idos y los quedados.

Faulkner fue mal poeta y granjero, guionista de películas como El gran Sueño, buen amigo (a una amiga le dio de regalo de cumpleaños esa novela linda que se llama El Árbol de los deseos) y un novelista grandioso que le sacó a la tierra lo que producía en plantas, animales y gente con formas de hablar, pensar y hacer, despensar y dehacer, que algunas cosechas son buenas y otras, las más, malas y abundantes. Y tuvo claro el síndrome de los quemadores de heniles, que son como esos bárbaros que no llegan de Dino Buzzatti o Konstantino Kavafis, pero que podrían llegar, como Ratliff con sus máquinas de coser y sus chismes o como algún predicador del fin de los tiempos, como ese Pereira de Mario Vargas Llosa.

Jorge Luis Borges tradujo Las palmeras salvajes (una novela que contiene otra, El viejo) y con esta tuvo. Cesare Pavese tradujo Santuario, y con esta tuvo. Y así, entre traductores y lectores, cada novela de Faulkner es un mundo completo, abundante en gente que juega a las cartas con el diablo, ganando con trampas y después más asustadas de la cuenta.

Obra de William Faulkner

*Novela

La paga de los soldados (Soldiers' Pay, 1926)

Mosquitos (Mosquitoes, 1927)

Sartoris (1929). Su primera versión sin cortes, Banderas sobre el polvo, fue publicada en 1973.

El ruido y la furia (The Sound and the Fury, 1929)

Mientras agonizo (As I Lay Dying, 1930)

Santuario (Sanctuary, 1931)

Luz de agosto (Light in August, 1932)

Pilón (Pylon, 1935)

¡Absalón, Absalón! (Absalom, Absalom!, 1936)

Los invictos (The Unvanquished, 1938)

Las palmeras salvajes (The wild palms - If I Forget Thee Jerusalem, 1939)

El villorrio, (The Hamlet, 1940)

Desciende, Moisés (Go Down, Moses, 1942)

Intruso en el polvo (Intruder in the Dust, 1948)

Réquiem para una monja (Requiem for a Nun, 1951).

Una fábula (A Fable, 1954)

La ciudad (The Town, 1957)

La mansión (The Mansion, 1959)

La escapada o Los rateros (The Reivers, 1962)

 

*Colecciones de relatos

Estos trece (1931)

Doctor Martino y otras historias (1934)

Gambito de caballo (1949)

Cuentos reunidos (1950)

Grandes bosques (1955)

Historias de Nueva Orleans (1958)

Cuentos no reunidos de William Faulkner (1979). Publicado bajo el impreciso nombre de Relatos por la editorial Anagrama.

 

*Relatos

Landing in Luck (ll" (1922)

New Orleans

Mirrors of Chartres Street (1925)

Damon and Pythias Unlimited (1925)

Jealousy (1925)

Cheest (1925)

Out of Nazareth (1925)

The Kingdom of God (1925)

The Rosary (1925)

The Cobbler (1925)

Chance (1925)

Sunset (1925)

The Kid Learns (1925)

The Liar (1925)

Home (1925)

Episode (1925)

Country Mice (1925)

Yo Ho and Two Bottles of Rum (1925)

Music - Sweeter than the Angels Sing

Una rosa para Emily (A Rose for Emily, 1930)

Honor (1930)

Thrift (1930)

Red Leaves (1930)

Ad Astra (1931)

Dry September (1931)

That Evening Sun (1931)

Hair (1931)

Spotted Horses (1931)

The Hound (1931)

Fox Hunt (1931)

Carcassonne (1931)

Divorce in Naples (1931)

Victory (1931)

All the Dead Pilots (1931)

Crevasse (1931)

Mistral (1931)

A Justice (1931)

Dr. Martino (1931)

Idyll in the Desert (1931)

Miss Zilphia Gant (1932)

Death Drag (1932)

Centaur in Brass (1932)

Once Aboard the Lugger (I) (1932)

Lizards in Jamshyd's Courtyard (1932)

Turnabout (1932)

Smoke (1932)

Mountain Victory (1932)

There Was a Queen (1933)

Artist at Home (1933)

Beyond (1933)

Elly (1934)

Pennsylvania Station (1934)

Wash (1934)

A Bear Hunt (1934)

The Leg (1934)

Black Music (1934)

Mule in the Yard (1934)

Ambuscade (1934)

Retreat (1934)

Lo! (1934)

Raid (1934)

Skirmish at Sartoris (1935)

Golden Land (1935)

That Will Be Fine (1935)

Uncle Willy (1935)

Lion (1935)

The Brooch (1936)

Two Dollar Wife (1936)

Fool About a Horse (1936)

The Unvanquished (1936)

Vendee (1936)

Monk (1937)

Barn Burning (1939)

Hand Upon the Waters (1939)

A Point of Law (1940)

The Old People (1940)

Pantaloon in Black (1940)

Gold Is Not Always (1940)

Tomorrow (1940)

Go Down, Moses (1941)

The Tall Men (1941)

Two Soldiers (1942)

Delta Autumn (1942)

The Bear (1942)

Afternoon of a Cow (1943)

Shingles for the Lord (1943)

My Grandmother Millard and General Bedford Forrest and the Battle of Harrykin Creek (1943)

Shall Not Perish (1943)

Appendix, Compson, 1699-1945 (1946)

An Error in Chemistry (1946)

A Courtship (1948)

Gambito de caballo (Knight's Horses 1949)

A Name for the City (1950)

Notes on a Horsethief (1951)

Mississippi (1954)

Sepulture South: Gaslight (1954)

Race at Morning (1955)

By the People (1955)

Hell Creek Crossing (1962)

Mr. Acarius (1965)

The Wishing Tree (1967)

Al Jackson (1971)

And Now What's To Do (1973)

Nympholepsy (1973)

The Priest (1976)

Mayday (1977)

Frankie and Johnny (1978)

Don Giovanni (1979)

Peter (1979)

A Portrait of Elmer (1979)

Adolescence" (1979)

Snow (1979)

Moonlight (1979)

With Caution and Dispatch (1979)

Hog Pawn (1979)

A Dangerous Man (1979)

A Return (1979)

The Big Shot (1979)

Once Aboard the Lugger (II) (1979)

Dull Tale (1979)

Evangeline (1979)

Love (1988)

Christmas Tree (1995)

Rose of Lebanon (1995)

Lucas Beauchamp (1999)

 

*Relato infantil

El árbol de los deseos (1964). Escrito en 1927 para el cumpleaños número 8 de su amiga y luego hijastra Victoria Franklin.

 

*Colecciones de poesía

Vision in Spring (1921)

The Marble Faun (1924)

This Earth, a Poem (1932)

A Green Bough (1965)

Mississippi Poems (1979)

Helen, a Courtship and Mississippi Poems (1981)

 

*Ensayo

Ensayos y discursos (2012). Recopilación publicada por la editorial española Capitan Swing.

 

*Cartas

Cartas escogidas (1977)

 

*Guiones para cine

Today We Live (Vivamos hoy, 1933) de Howard Hawks

The Road to Glory (íd., 1936) de Howard Hawks

Slave Ship (1937)

Gunga Din (íd., 1939) de George Stevens

To Have and Have Not (Tener y no tener, 1944) de Howard Hawks

The Southerner (El hombre del sur, 1945) de Jean Renoir

The Big Sleep (El sueño eterno, 1946) de Howard Hawks

Land of the Pharaohs (Tierra de faraones, 1955) de Howard Hawks

 


 

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