Tiene la confianza un origen afectivo, es como la simpatía que tampoco se puede imponer
En el caso de Colombia la desconfianza profunda es un ingrediente importante de una cultura nacional conflictiva y responsable de la perturbación visible siempre como animosidad generalizada; podemos decir que construir confianza es uno de los métodos más definitivos para fortalecer los vínculos sociales y lograr cohesión social. La confianza es un sentimiento y un afecto humano que se tiene o no se tiene, no hay medias tintas en este tema. No se puede obligar a una persona a tener confianza en otra por la fuerza o con presiones psicológicas, regalos o primicias.
En esta materia a pesar de su racionalidad propia tiene la confianza un origen afectivo, es como la simpatía que tampoco se puede imponer, pero se puede lograr por distintos medios. Uno se puede ganar la confianza y llegar a ser confiable después de un proceso largo en el cual da muestras sólidas que hacen que inspire confianza. Observemos que la expresión “inspirar confianza” habla de un cierto origen instintivo o irracional de la confianza, pero la confianza se origina en la observación de conjuntos de hechos, de realizaciones pasadas, de trayectorias, es decir que ella se basa en la experiencia humana. Por ello podemos construirla o la podemos destruir. En este tema la mente actúa siguiendo los mismos principios que son inherentes a la experimentación científica. Un solo caso no refuta una hipótesis pero la observación de un conjunto de casos similares lleva la mente a un convencimiento de que las cosas son de una cierta.
Lea también: Sobre sentido y significado de la vida
No podemos olvidar que de los funcionamientos de la mente este es uno de los más exitosos y seguros pues nos ha facilitado el desarrollo de la ciencia que están a la base la informática o la telefonía celular. La confianza no es una cosa superflua. En el caso de nuestra nación, la desconfianza profunda rodea las actuaciones del gobernante y la clase política en conjunto no nos merece un ápice de confianza.
Vea además: Lealtad y gratitud
La confianza tiene además que ver con la verdad. Por la verdad renace la vida, ella es núcleo decisivo de las decisiones de los seres conscientes. Dada la tendencia a engañarnos, a adoptar mitos y teorías como tablas de salvación, es necesario recordar que la cultura occidental le concede a la verdad valor esencial en la vida social. La verdad tiene valor terapéutico fuerte. La verdad y la elegancia obedecen a propósitos humanos diferentes, la elegancia es un don del espíritu apreciable en la percepción de lo bello y en muchos casos orienta la simulación, la verdad en cambio transforma el sentido de la existencia y libera de los lastres de la ignorancia y de la fantasía loca. ¿Es nuestra voluntad de verdad más profunda que la propensión a creer en mitos o inventarlos? Quiero ponderar el valor de la verdad en la vida humana. Son amargos los alivios de la verdad, pero es necesario recordar que la cultura occidental le concede a ella valor de moralidad y supervivencia y tiene un papel central en la ética pública. Por todo lo anterior la construcción de confianza como proyecto social implica un lugar de privilegio para la verdad, para la transparencia y una de las primeras tareas para generar confianza y ser veraces es reconocernos como sujetos de intereses concretos y no simular neutralidad en los asuntos humanos.
Posverdad