Lo primero que se hace para recuperar un Centro es mantener la altura de las manzanas construidas, reconocer la presencia, como en nuestro caso, de una gran arquitectura moderna, renovar la vida del sector.
Lo que me impresiona en este momento al escuchar y leer opiniones sobre la recuperación del Centro de Medellín es darme cuenta de que para los encargados de esta recuperación el estudio de la historia de éste no cuenta para nada y la tarea se reduce como lo expresaba la joven funcionaria de Infraestructura a despejar las fachadas de los edificios, a ponerse de acuerdo con los propietarios de negocios que han colocado burdos y chillones anuncios, y hacer de Junín “lo que fue en el pasado”. Aquí se olvida el hecho que supone en un momento dado el abandono del Centro por parte de Planeación Municipal en un atentado urbanístico cuyo impacto negativo condujo a la emigración de sus antiguos habitantes hacia El Poblado y a la invasión del Centro por parte del antiguo Guayaquil destrozado también como espacio contenedor de una gran economía manufacturera y comercial, generador de la primera cultura urbana del país. Con la corrupción calles como Argentina y luego la calle histórica de Bolivia se vieron llenas de prostíbulos y lugares de mala muerte y con el abandono de las casas comenzaron a tugurizarse rápidamente los antiguos sectores de vivienda con la concesión de licencias para convertir una casa en tres o cuatro negociuchos que con sus avisos de mal gusto lumpenizaron los lugares. Lo que supuso, según la magnífica previsión de Olano, la construcción de Junín como una mainstream con sus avisos de neón, con su despliegue visual del primer piso y sus vitrinas comerciales, Junín como un lugar de intercambio social incorporando las nuevas tipologías como pastelerías, cines continuos, fuentes de soda y un público que decía adiós con la influencia norteamericana a la vieja aldea. ¿Cómo lograron Nueva York, Chicago, Madrid desterrar al hampa que se había apoderado de sus Centros y devolvérsela a la ciudadanía? ¿No debieron recurrir como recuerda Bobbio a la fuerza de la justicia en nombre de que los espacios cívicos no pueden ser invadidos por el llamado comercio informal tal como lo plantea el populismo? ¿Recuerdan la estampida de violencia promovida por los dueños de la economía subterránea y que destruyó un sector del Centro cuyos costos ascendieron a más de 14.000 millones?
Peatonalizar una vía es convertir al peatón en el verdadero actor de un espacio público
El Museo de Antioquia hizo un inventario de la arquitectura del Centro, antes se había hecho para la EDU un detallado informe sobre los edificios Art Deco un valioso patrimonio de la arquitectura moderna, el Museo se planteó como eje de recuperación del Centro. ¿Dónde están estos documentos? Lo primero que se hace para recuperar un Centro es mantener la altura de las manzanas construidas, reconocer la presencia, como en nuestro caso, de una gran arquitectura moderna, renovar la vida del sector, no congelarlo. Pero ¿y las fronteras invisibles, la vacuna a los más pobres? Revivir la idea del Centro es algo bien importante por los interrogantes que desata: teníamos un Centro para encontrarnos y reconocernos: ¿Dónde estamos ahora, somos los mismos o quiénes han llegado a acompañarnos? Un Centro no se recupera sin un proyecto integral que rescate al peatón frente al caos vial actual ¿Se ha recuperado el flujo peatonal de la carrera Ecuador, de Bolivia, Perú, Ayacucho? ¿Se ha construido la avenida que prolonga Junín y El Palo hasta El Poblado? Peatonalizar una vía es convertir al peatón en el verdadero actor de un espacio público recuperando para el ciudadano los intangibles significados que su memoria necesita. Un trabajo complejo.
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