A veces la mejor manera de retener a la gente es dejarla en libertad. Aunque parezca frase de cajón es la moraleja del tercer informe de la Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC), sobre los efectos de la eliminación de las cláusulas de permanencia en los servicios de Telecomunicaciones que se ofertan en el país. El informe da cuenta de una mayor satisfacción de los usuarios que se deriva de más diversificación de la oferta y reducción de los precios.

Según el informe, la venta de equipos básicos ha tenido altibajos, pero el año pasado se redujo un 15%, debido a la fluctuación del dólar y a una contracción mundial del mercado de celulares. Los aparatos de gama media (entre 400 y 800 mil pesos) mantienen la mayor participación en el mercado y van en crecimiento; en 2016 alcanzaron 33,1%. Los de gama alta, (más de 800 mil pesos), aumentaron en el mismo período y representan el 12%.

Datos que en buena medida son reflejo de nuestra sociedad en tanto el poder adquisitivo es el que permite el acceso a un determinado tipo de aparato. Reflejo de lo que somos, pero no retrato de lo que queremos o podemos. Igual que el carro en su momento, el equipo de sonido, la marca de ropa u otro tipo de bienes, el celular es un elemento de estatus y en muchos casos es síntoma de una conducta aspiracional, por eso es frecuente encontrar a jóvenes de estratos medios y bajos con móviles costosos. Más que resolver necesidades, los dispositivos las crean.

Dice la CRC que tras la eliminación de las cláusulas de permanencia los operadores centraron sus esfuerzos en mejorar el servicio y modificaron su oferta comercial “para que se ajuste a las necesidades de los usuarios”. En realidad lo que buscan es retener con servicio y necesidades creadas a quienes ya no pueden amarrar con contratos de largo tiempo ni planes onerosos en los que disimulaban la financiación de los aparatos y las limitaciones de cobertura y servicio. Eliminar la cláusula fue una buena decisión porque le entregó al operador la responsabilidad de mejorar la oferta para captar y mantener una mayor porción del mercado.

Una mejora que se traduce en mayores beneficios y coberturas pero que el usuario agradece sobre todo en precio. Según el informe de la Comisión, entre 2014 y 2015 la tarifa promedio de voz móvil se redujo el 12,5% al pasar de 72 a 63 pesos; mientras que para los meses analizados de 2016 la reducción superaba el 14% para ubicar el minuto promedio en $54. También se redujo la tarifa de internet móvil y se aumentó la oferta de beneficios como redes sociales y aplicaciones sin costo. A todas luces, bondades de una decisión del ente regulador que por mucho tiempo se reclamó desde distintos escenarios.

La decisión de la CRC le permite hoy al usuario decidir con mayor libertad el equipo y el servicio que se ajustan mejor a su presupuesto y a sus necesidades. Los operadores, entonces, han tenido que crear nuevas alternativas de financiación para reemplazar los supuestos subsidios con los que sustentaban las

cláusulas de permanencia. Esto es, mayor dinamismo en la oferta comercial, ahora enfocada al servicio.

Como las superintendencias, las comisiones de regulación suelen ser entidades lejanas y esquivas para los ciudadanos, que ni se acuerdan que existen, excepto cuando anuncian sanciones o decisiones como la eliminación de estas cláusulas. Es decir, cuando intervienen para resolver asuntos prácticos y cotidianos que afectan a la gente. Decisiones como esas, reclaman por ejemplo, los abusos y deficiencias en la prestación del servicio de la telefonía fija y los paquetes de internet, cuyas tarifas parecen sin control y solo rebajan para cada usuario que amenaza con cambiar de operador. Bueno sería una mirada por los servicios y las tarifas de UNE y Claro. Dejamos la inquietud a ver si hay quien escuche.