Por encima de dificultades e incomprensiones, las víctimas de las Farc exigen sus derechos. La suya es una búsqueda que conduce a la paz con verdad, dignidad y respeto.
Si las víctimas hubieran estado en el centro de la negociación y lo fueran a estar en la implementación del segundo acuerdo final del Gobierno y las Farc, hoy no temerían su revictimización, no sufrirían abandono o soledad ni estarían buscando medios para buscar que la Justicia Especial para la Paz, mecanismo que suplanta la justicia constitucional, les garantice sus inalienables derechos a verdad, justicia, reparación y no repetición.
Si las víctimas sintieran estar en el centro del acuerdo con las Farc, la Federación colombiana de víctimas de las Farc, Fevcol, no hubiera crecido en tan sólo tres años hasta agrupar a 75.000 dignos y valientes ciudadanos que se han sumado para defenderse exigiéndole a sus victimarios y al Estado que cesen el desconocimiento y el pisoteo a su dignidad. Si hubieran estado en el centro, hoy las víctimas del Eln no estuvieran pidiendo a Fevcol que las acoja y defienda de la negociación que se les vino encima.
Si las víctimas hubieran estado en el centro serían las más fervientes impulsoras y defensoras del segundo acuerdo del Gobierno y las Farc, porque nadie como las víctimas anhela en corazón e intelecto que jamás otro colombiano sufra lo que ellas han vivido, reciba el trato que a ellas se les ha dado y miren al futuro con el temor y desesperanza que cargan.
Las víctimas no han estado en el centro de los acuerdos del Gobierno y las Farc. Creyeron haberlo estado en la renegociación, pero ese proceso sólo aumentó la sensación de soledad de quien se sabe excluido por el Estado, perseguido por su victimario y abandonado por la sociedad.
Excluidas, perseguidas y abandonadas, las víctimas no callan. La asamblea anual de Fevcol, hecho social inocultable a pesar del interés de políticos y medios por ignorarlo, ratificó la fuerza de sus convicciones, reavivó su unidad y acordó la estrategia de presencia internacional y acción pública interna con que defenderán sus derechos y seguirán trabajando para evitar que otros colombianos sufran homicidio, reclutamiento forzoso, secuestro, despojo, extorsión y tantos horrores por ellos afrontados.
Su voz, su esfuerzo, muestran la ruta para buscar que los acuerdos de Gobierno y Farc sí traigan lo que prometen: paz a Colombia, no ventajas a los victimarios.