Cuando planteo posibles escenarios aterradores lo hago porque todo puede esperarse de un gobierno comunista como el de Timo y Santos
Sesenta y cinco días antes de la primera vuelta de las presidenciales el favoritismo de Duque es imparable, hasta el extremo de que es posible pensar en lo que antes parecía imposible, su elección el 27 de mayo por amplio margen.
Escribo bajo la impresión de las tres encuestas aparecidas esta semana, que lo sitúan entre el 40 y el 46 % de las preferencias, mientras Petro exhibe algo más del 20 %, techo histórico de la izquierda colombiana.
Contrariando el exuberante optimismo que se respira en el país, justamente aterrado ante la perspectiva petro-castro-chavista, a medida que Duque sube en las encuestas aumenta mi preocupación, porque es de la esencia del comunismo la negación de la voluntad popular. El poder no se suelta, y cuando tienen que respetar comicios pluripartidistas, apelan a todo tipo de trapisondas, maniobras y fraudes, empezando por el electrónico.
La señora Delcy Rodríguez, esperpento de “canciller” venezolano, acaba de manifestar que ellos nunca dejarán el poder. Para algo tienen a Tibisay y el voto electrónico. Maduro dizque ganó por una fracción de 1 % a Capriles, cuando en realidad el electorado ya estaba en sus 4/5 partes con la oposición, como se demostró en la subsiguiente elección de la Asamblea Nacional.
Pero dejemos de lado la triste historia de los sucesivos fraudes electorales en Venezuela, para volver a Colombia. Se me dirá que aquí no es posible dudar del triunfo de la Alianza para la Reconstrucción del País, sea en la primera, sea en la segunda vuelta, pero se olvidan varios posibles escenarios:
* Para descontar la ventaja a medida que se acerca la primera vuelta, la más descabellada serie de promesas demagógicas aumentará la popularidad de Petro, hasta convertirlo en serio rival de Duque.
* La política es siempre inestable, porque cualquier acontecimiento cambia todo. Por ejemplo, si De la Calle desiste primero en favor de Fajardo y este luego lo hace en favor de Petro, como están tratando de hacer, para mayo dispondrán de un amplio caudal electoral aparente, apuntalado con encuestas manipuladas, para hacer creíble a Petro como vencedor mediante masivo fraude en los escrutinios y la Registraduría.
* Hábiles calumnias contra Duque, como las empleadas contra Oscar Iván Zuluaga, pueden debilitarlo desde antes de la primera vuelta, mientras inflan a su contendor a través de medios fletados…
* No hay que descartar, a medida que aumenta el pánico en las filas rojas, un posible magnicidio, para atribuir a la “derecha”, con el fin de ocasionar un terremoto electoral…
* Un súbito acuerdo con el ELN, con todo y constituyente estamental (madurista), convocada e instalada de urgencia, para anular al presidente que llegue el 7 de agosto…
Cuando planteo posibles escenarios aterradores lo hago porque todo puede esperarse de un gobierno comunista como el de Timo y Santos, que después de su espuria reelección también se robó el plebiscito y desde esa fecha viene violando todos los días, sistemáticamente, la Constitución, para suplantarla por el infame Acuerdo Final, que constituye el verdadero programa de gobierno de Petro.
Si no empleamos estos 65 días para prevenir eficazmente el fraude, luego será tarde para lamentar el optimismo delirante que nos conduce al desconocimiento de la aterradora perversidad de nuestros adversarios.
De esos escenarios, hay que considerar uno temible: el fraude programado a nivel de mesas y de recuento de votos. Ya se ensayó parcialmente el 11 de marzo. Cada día aparecen más graves indicios de actuación torcida de numerosos jurados y de las autoridades electorales. ¿En cuántas mesas, cuando el elector solicitaba el tarjetón de la consulta presidencial, la respuesta era: “El de la paz o el de la guerra?”.
¿Hasta dónde es confiable el acta de mesas donde el jurado está integrado únicamente por maestros dirigidos por sindicatos revolucionarios?
¿Y hasta dónde es confiable la consolidación electrónica de los resultados, cuando esa labor, indelegable por naturaleza, ha sido confiada sigilosamente —y a precio bien inflado— a un contratista íntimo de Santos?
En realidad, el temible voto electrónico ya ha sido establecido subrepticiamente en Colombia en virtud de contratos sucesivos y extraños con una empresa demasiado afín al contubernio gobernante.
No haría estas preguntas si la desaparición de los tarjetones de la Alianza en tantas mesas y su escasez en otras no hubiese socavado en multitud de electores la confianza en el sistema electoral. Esa maniobra no fue inocente ni fortuita, y no se resuelve con la renuncia del Registrador, porque el bien politizado Consejo Nacional Electoral lo puede reemplazar por alguien peor.
Este llamado tiene como fin que los dirigentes de la Alianza y los ciudadanos ejerzan contundente y eficaz vigilancia, desde hoy , sobre el proceso electoral, muy diferente de la tímida confianza, políticamente correcta, que ahora presenciamos y que nos puede precipitar en el abismo.