Hemos entrado en un periodo de lento crecimiento y decepción política
Se complica la consecución de trabajadores en el sector de la construcción y los servicios en los Estados Unidos. La demanda supera a la oferta. Por todas partes hay avisos ‘estamos contratando’’. Luego de 8 años de recuperación, los índices de desempleo se encuentran en niveles mínimos y ya hay economistas que sostienen que se ha alcanzado el pleno empleo. Además, la confianza de los consumidores es alta, el mercado accionario está en su mejor momento, con una breve pausa esta semana atribuida a la incertidumbre política.
A pesar de lo anterior, hemos entrado en un periodo de lento crecimiento y decepción política. Según Ruchir Sharma en un artículo de la revista Foreign Affairs, la desaceleración es producto de la caída en la población, la menor deuda de los hogares y el menor flujo de bienes y servicios. Su explicación es muy simple: la Gran Recesión llevó a las familias a tener menos hijos, los bancos ya no prestan tan fácilmente y los países tienden a ser más proteccionistas. El Brexit y las intenciones de Trump de renegociar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica son un ejemplo.
La inconformidad de los electores es un fenómeno creciente que ha impulsado a nuevos grupos nacionalistas (léase nativistas) y anti emigrantes. Otra vez hay que citar a Trump, Gran Bretaña, Rusia, Hungría y Francia con Marine Le Pen. Para fortuna del mundo, la elección de Macron en Francia es un respiro y una lección para no caer en la tentación de tener a falsos profetas al mando de un gobierno.
Para nadie es un secreto que la actual administración le ha declarado la guerra a la población indocumentada. Dentro de las pocas promesas cumplidas, las deportaciones se han disparado en los últimos 3 meses con una aumento del 48 por ciento. Los cruces por la frontera han bajado sustancialmente. En su mayoría y contrario a lo que afirman las autoridades, los expulsados no tienen antecedentes penales, que son calificados como peligrosos y a todas luces víctimas del nativismo y el rechazo de los extremistas de la derecha.
El impacto de esta política ha sido desastroso para muchas compañías que tienen dificultades para llenar sus vacantes. La Asociación Nacional de Constructores en cabeza de su presidente se ha declarado en emergencia por lo que consideran ‘’ una grave escasez de trabajadores’’. Gran parte de la fuerza laboral en esta industria proviene de México y América Central mostrando enorme eficiencia y costos de mano de obra razonables.
Cuando el mercado de vivienda se vino abajo hace ya casi una década, cientos de miles de trabajadores de la construcción tuvieron que regresar a sus naciones de origen, mientras otros encontraron cabida en fábricas y los servicios debiendo sacrificar parte de sus ingresos con tal de poder mantener a sus familias.
Para el 2006, el sector de la construcción empleaba unos 3.6 millones de personas y con la crisis del 2008 esa cifra hoy ha caído a 2.7 millones. Sin embargo, con una demanda en ascenso, muchas ciudades se enfrentan a un déficit de vivienda y con poca oferta de trabajadores, los constructores se ven forzados a recortar sus márgenes en razón al aumento de los costos laborales. Lo mismo puede decirse del ramo de alimentos, restaurantes y hotelería.
No se entiende entonces como un gobierno que prometió estar del lado de los empresarios y con la mira puesta en crear nuevas fuentes de trabajo, termine afectando no solo a sus constituyentes ( gente sin mayor educación ) sino que el consumidor final termine pagando los platos rotos de una política improvisada e injusta para la población inmigrante.