Este, que se anuncia duro, exige la aclaración de los deudores morosos de Savia, sus deudas con la red prestadora, y su modelo de operación
A la propuesta del gobernador Luis Pérez de llevar a la Asamblea Departamental un proyecto de ordenanza que abra el camino a la participación de otros inversionistas en Savia Salud, han respondido el alcalde Federico Gutiérrez y los voceros de Comfama, proponiendo reunir una mesa de trabajo, en la que converjan la Asamblea Departamental, el Concejo de Medellín, el Gobierno Nacional y los prestadores de salud, a fin de considerar alternativas para la EPS mixta que atiende a los afiliados al régimen subsidiado de salud en Antioquia. Aunque está muy lejos de ofrecer las respuestas que Savia necesita para superar su ya larga agonía, este asoma como el inicio de la conversación que el sector salud lleva todo un año esperando que inicie y casi dos que ofrezca resultados.
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La salvación y el fortalecimiento de Savia Salud son necesidad inocultable del sistema de salud, que hoy carece de capacidades para atender el resquebrajamiento de otra de las más grandes EPS del régimen subsidiado; así como de la red de prestadores de salud en Antioquia, en especial los hospitales públicos. También lo es, por supuesto, para 1,7 millones de afiliados al régimen subsidiado en el departamento, que son atendidos por esa institución. Por otro lado, su recuperación es una oportunidad de consolidar el modelo de alianza público-privada para la atención en salud, además de lo que significa afianzar una filosofía y metodología de atención que se sustentan en la prevención. Por esas razones, el nuevo tono de poner la entidad por encima de intereses, ideología y egos es oportuno para su supervivencia.
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El tiempo pasado desde que se prendieron las primeras alarmas hasta este en que asoma la disposición a construir el futuro de la EPS ha impuesto grandes cargas a la entidad. La más importante, el paso de sus pérdidas de los $250.000 millones que se registraban en abril de 2016 a los $600.000 que hoy se declaran, así como el crecimiento de su cartera con la red de prestadores. Además, ha significado la disminución de reputación, el desgaste de un modelo esperanzador y el deterioro de relaciones con pacientes que empiezan a mostrar desconfianza en la institución. Estos déficits, así como el impacto de la EPS en la salud en Antioquia muestran el tamaño de la responsabilidad que tienen los socios y el Gobierno Nacional -que se encuentra desgastado para proponer y realizar cambios en la financiación del sistema de salud- para definir las alternativas de capitalización, reestructuración y recuperación, que permitan devolverle su savia a uno de los árboles más importantes de la salud en Colombia.
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