Santos: “Guiness Record” en ministros nombrados

Autor: Miguel Jaramillo Luján
10 mayo de 2017 - 12:15 AM

Se afecta al sector productivo, se deterioran proyectos cuando pasa tiempo y se varía el estilo y la ruta de un liderazgo.

30.930 días completó el domingo el gobierno de Juan Manuel Santos y en estos 6 años y 9 meses de ejercicio en el Solio de Bolívar, ha llegado al récord de 59 ministros nombrados, una cifra que refleja dos graves y preocupantes males estructurales del Estado colombiano: La carencia de una ruta fijada en políticas de Estado más que en políticas de gobierno y la debilidad estructural de nuestro modelo de gobierno para autorregularse y generar una mayor estabilidad en el tiempo de estos micro gerentes de la ejecución pública.  

Estoy seguro que los cambios no van a terminar en esa cifra, porque la inminente salida de funcionarios que buscarían no inhabilitarse o trabajar de cerca con proyectos políticos y/o electorales en 2018, aumentará la rotación ministerial en Colombia. Sin embargo, llama la atención que un gobierno haya tenido hasta 6 ministros en una misma cartera por igual número de años, con todas las limitaciones que tienen el funcionamiento de la administración pública, las dinámicas políticas y el normal proceso de adaptación al cumplimento de una tarea con enormes responsabilidades ejecutivas, jurídicas y de representación del poder en un país harto complejo como Colombia y con tantos vicios en el intríngulis estatal.

Afloran desde mi criterio, con esta seguidilla de ajustes a un equipo de trabajo directivo, un nivel de inestabilidad con serios impactos hacia los demás actores del circuito de la realidad cotidiana. Se afecta al sector productivo, se deterioran proyectos cuando pasa tiempo y se varía el estilo y la ruta de un liderazgo, se desestimulan procesos de concertación con sectores de la sociedad y por más que el Departamento de Planeación, la Secretaría Privada u otras instancias del nivel central, sumadas a los equipos de carrera administrativa puedan sostener que más allá de las personas, lo que persisten son los procesos, es evidente que tantos cambios distorsionan, desarticulan, sacuden y hacen mucho más paquidérmico el logro de verdaderos indicadores de impacto en la gestión del ejecutivo en los cortos plazos que tiene un gobierno.

Hoy los gobiernos se orientan y preocupan más por las políticas públicas plasmadas o deseadas en sus planes de desarrollo, que por las políticas de Estado tejidas en el tiempo, bajo la tutela de la sociedad, el sector productivo, los gremios, las bases populares y a la sazón de una lectura del largo plazo y el beneficio colectivo integral. Las políticas de Estado fenecen o logran seguir en agonía bajo un cosmético cambio de nombre o la recomposición de un programa; pero no se logra que algunos gobernantes puedan superar el dolor de ego e ir más allá de su síndrome de Adán; para comprender que ciertas iniciativas, aunque se hayan empezado a materializar en un período distinto al suyo, le pertenecen a la sociedad y no a una figura gubernamental pasajera.

El paso por lo público es pasajero y nadie es imprescindible, pero también es un imperativo que hay ciertos temas en un gobierno que requieren estabilidad en las cabezas directivas que los orientan, bajo el estilo de un líder en el poder ejecutivo. La vida y la función pública demandan que se tenga el equipaje siempre listo, pero es deseable que una persona pueda permanecer, junto a su equipo de inmediatos colaboradores, durante un tiempo que permita el ciclo normal y no acontezca el vaivén de las coyunturas electorales, compromisos burocráticos con puestos a ciertos sectores de origen familiar, partidista o bajo prebendas que buscan con ello más el honor momentáneo del favor o quedar bien con ciertos intereses particulares.

Hablamos aquí en Colombia de muy graves defectos estructurales que tiene nuestro débil sistema gubernamental, siempre conducente a la triste y precaria práctica del gamonalismo o del clientelismo con las consecuencias lamentables que vengo planteando y cuyos efectos lastiman el anhelo y las posibilidades de tener un Estado más sano y fortalecido para prestar un servicio que impacte el desarrollo humano integral.

* Consultor en Gobierno y Política

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