La llama Bolivariana que marca el inicio del camino olímpico de once naciones, saldrá de la casa donde nació Simón Bolívar, en Caracas, y llegará al lugar donde el libertador exhaló por última vez.
Realizado el sueño en Río 2016 para Colombia, los protagonistas (deportistas, entrenadores, dirigentes, etc.) apuntaron su gratitud y su recuerdo hacia Trujillo, la ciudad peruana donde comenzó el ciclo olímpico que finalizó en el corazón de Río de Janeiro con tres oros, dos platas y tres bronces y la consolidación de un proyecto deportivo que fue la suma de voluntad, talento, sensatez y recursos.
Esta vez el camino que conduce a Tokio 2020 y hacia nuevos objetivos, será Santa Marta, la sede de los Juegos Bolivarianos 2017, que se harán del 11 al 25 de noviembre, y donde Colombia buscará retener el título y recoger la primera cosecha de éxitos en el ciclo que decantará en los próximos Juegos Olímpicos.
Iniciar ese largo trecho de tres años en casa sin duda será especial, mucho más por lo difícil que fue lograrlo. Pues la organización de los Bolivarianos en Santa Marta acarreó señalamientos ajenos producto del descomunal desfalco en los Juegos Nacionales de Ibagué y que pusieron al país, la prensa y los entes de control en un estado de comprensible paranoia ante un caso similar en la construcción de los escenarios que servirían como sede para las justas bolivarianas. Tal como lo señala el alcalde de Santa Marta, Rafael Martínez: “Nos ha tocado cargar con la mala prensa de lo que pasó en Ibagué sin tener nada que ver. La prensa nacional ha estado a la incertidumbre por el desarrollo de las obras teniendo presente el antecedente de los Nacionales. Sin embargo, nuestro caso fue distinto porque aunque empezamos tarde la construcción de escenarios hoy tenemos seis listos para entregar y en el curso de estos quince días tendremos los otros listos”, dice el mandatario samario, quien resalta la eficiencia con la cual construyeron los escenarios en cronogramas de trabajo muy ajustados, como el caso del estadio de fútbol que en ocho meses y partiendo desde cero quedó casi listo y para el momento en que empiecen los Juegos estará entregado en un 92% y según el alcalde será un estadio moderno, de corte europeo y proporcional a su aforo, el mejor estadio del país.
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En cuanto a la veeduría de los organismos de control, el alcalde afirma que los entes han sido implacables y masivos. Pero asegura, que hasta el momento no han encontrado “el primer hallazgo administrativo, fiscal o penal”. Y va más allá; pues el mandatario se compromete a que una vez finalicen los Juegos y su mandato, dejará un plan de sostenibilidad de los escenarios para la próxima Administración.
La desconfianza trajo sus consecuencias. La primera: el presupuesto. “El recurso estuvo muy por debajo de lo que inicialmente planteó el Gobierno. Realmente no fue generoso teniendo en cuenta eventos deportivos anteriores de envergadura semejante donde cubrió el 70 o el 80% de los costos. Esta vez el Gobierno asignó 130.000 millones de pesos y Santa Marta asumió 115.000 millones. “Es mucho para una ciudad que tiene tantas necesidades. Pero bueno, lo hemos hecho porque sabemos que si hacemos las cosas bien el legado será reactivar el deporte en la ciudad y eso significa sacarle jóvenes a la droga, al ocio y poder generar expectativas a mucha gente que hoy no las tienen y no las iban a tener si no nos metíamos en estos Juegos”, precisa el alcalde Martínez.
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Y es que además del reto competitivo que representan estas justas para el país, los eventos deportivos de esta clase significan para las ciudades colombianas una apuesta segura en beneficio del futuro de sus niños y jóvenes. La carta más alta en el momento indicado para encontrar impulsos que de otro modo son espejismos a través de los años. Santa Marta tiene actualmente 9.000 niños y jóvenes en las escuelas populares del deporte. Por ellos y para ellos serán los doce escenarios una vez los Bolivarianos finalicen.
Esto, además de la renovación en toda la ciudad que beneficia a los casi 500 mil habitantes. “Ampliamos puentes, vías, la red de parques, estrenamos aeropuerto, se recuperó el mercado, intervenimos colegios, centros de salud. Es decir, los Juegos han sido un motor revitalizador”, describe Martínez.
Santa Marta es actualmente la tercera ciudad que más desplazados recibe en Colombia, superada sólo por Bogotá y Medellín. Hasta hace un par de años estuvo incluida entre las 50 ciudades más peligrosas del mundo.
Estas y otras tantas problemáticas sociales, al igual que la oportunidad que tienen ahora entre sus manos, hacen inevitable recordar lo que significó en su momento la realización de los Juegos Sudamericanos en Medellín, fundamentales en el porvenir de la ciudad y su proceso de transformación y proyección hacia el exterior. Los escenarios deportivos que hoy son paisaje entre la cotidianidad de Medellín dotaron de perspectivas y oportunidades a miles de jóvenes desde 2010. Sólo hay que ver la vida que tienen actualmente con sus programas de Escuelas Populares del Deporte, sus cursos y la apropiación por parte de la ciudadanía de estos espacios. Miles de muchachos que encontraron allí un proyecto de vida. A ese renacer le apunta Santa Marta y seguro lo lograrán, con voluntad política y empoderamiento ciudadano.
Pero ese será un futuro que tendrán que construir entre todos los samarios. Por ahora, faltando 20 días para que comiencen los Bolivarianos, la administración entrega la posta a los deportistas que tendrán el reto de revalidar el título que obtuvieron en Trujillo por primera vez para Colombia. El próximo lunes saldrá la llama Bolivariana de la casa donde nació Simón Bolívar, el hombre cuyo espíritu inspiró estas justas. El fuego llegará finalmente a la Quinta San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, donde el libertador murió. Así se dará inicio a una nueva campaña de la revolución deportiva que emprendió Colombia y que además de medallas se ha encargado de demostrar que cada espacio que gana el deporte es terreno que pierda la desesperanza.