En los años 50, llegaron los gitanos con sus carpas, su alegría y su cultura a un lugar despoblado de Itagüí. Hace 15, empezaron a salir de ese lugar, que rápidamente se fue transformando.
Hace 29 años, partió la familia Gómez del barrio Santa María de Itagüí. La información parece no tener novedad alguna, si hablamos de una ciudad y un país, donde los desplazamientos internos son pan de cada día. Pero cuando recordamos que al legendario barrio Santa María se le denominaba el barrio de los Gitanos, porque allí habitaron aproximadamente 3.000 personas de la tribu kumpania, y que la familia Gómez, conformada por Isabel, Sandro, Renzo, Mauricio y Giovanni, era la única que quedaba, el asunto sí se constituye en noticia. “La mayoría de ellos se fueron de estas tierras; el último, Sandro, vivió durante un tiempo en Envigado, de él no se tienen noticias”, narra Rafael Álvarez, el dueño de las droguerías Santa María, quien compró la casa de los Gómez.
En los años 50, llegaron los gitanos con sus carpas, su alegría y su cultura a un lugar despoblado de Itagüí. Hace 15, empezaron a salir de ese lugar, que rápidamente se fue transformando: “Se construyó la avenida Santa María, se empezaron a construir las casas, los dueños del terreno empezaron a llegar”, y hoy vemos al barrio convertido en gran centro cultural, industrial, comercial y social.
Esta historia (que realmente muy pocas personas conocen), es relevante en el libro que acaba de aparecer al mercado, el número 11 del consagrado escritor, investigador y profesor universitario, Alirio Valencia Agudelo. Se trata del delicioso y bien editado libro Santa María, el Barrio de los Gitanos, su historia y su memoria cultural. Su lanzamiento, en diciembre de 2017, en las instalaciones de la Casa de la Cultura del municipio de Itagüí, resultó toda una novedad literaria, investigativa y editorial, si se tiene en cuenta que, prácticamente, el barrio Santa María es la cuna de ese municipio, otrora abandonado y saqueado por los administradores de turno; ahora, muestra clara de buenas administraciones y ejemplo de civismo, educación, desarrollo e inversión. Tuve el honor de presentar el libro, y a fe mía que disfruté de la tarea por la calidad del libro, el profesionalismo de su autor, y un auditorio colmado de autoridades municipales que auspiciaron la obra, a más de escritores, investigadores y trabajadores de la cultura itagüiseña.
El libro abre con sus prolegómenos debidamente escritos; haciendo gala de la claridad suficiente y necesaria para orientar y “agarrar” al lector (según lo sugería Borges), para que no se suelte, hasta haberlo terminado. Le siguen 7 capítulos bien trabajados, que atienden con rigor investigativo y respeto por la retórica, aspectos como: la conformación del territorio (descubrimiento, conquista, primeros habitantes… ), la educación y la cultura, el deporte y la recreación, su economía y desarrollo; religión, creencias y costumbres; salud y bienestar social; recursos humanos, hechos históricos, crónicas y añoranzas, hasta cerrar con la recordación del pavoroso incendio que consumió, sobre la media noche del 10 de julio de 2017, a cinco mil metros cuadrados del sector denominado Las Malvinas, en la próspera Central Mayorista de Antioquia, ahora, eje económico de la ciudad y de Antioquia.
Además: El trabajo, cuentos y semblanzas
El libro de nuestro investigador y estudioso Comunicador Social, Alirio Valencia Agudelo, se agrega a sus otros 10 títulos ya publicados, no como mera suma editorial, o simple dato para su hoja de vida, o sólo asunto de vanidad intelectual; es, a no dudarlo, otro valiosos aporte a la memoria cultural de un barrio, de un municipio, y de Colombia misma, y se convierte en material de estudio obligado para todo aquel que desee ahondar en los procesos fundacionales, urbanísticos, sociales, económicos y culturales de la Itagüí de hoy, paradigma de planificación, crecimiento y bienestar para sus gentes.
Puntada final: la lluviosa tarde del lunes 15 de enero de 2018, despedimos para su morada final a nuestro amigo, consejero y maestro José Jaramillo Alzate. Decano entre los decanos del periodismo antioqueño, se hizo fundamental en los medios, se hizo respetar con su academia y su intelecto, y se hizo querer por su sabiduría y don de gentes. Desde nuestros gremios de prensa lo recordaremos siempre. ¡Adiós, Maestro!