Round, otra escena

Autor: Óscar Jairo González
11 junio de 2017 - 06:00 PM

El profesor de Comunicación y Lenguajes Audiovisuales de la Universidad de Medellín, Óscar Jairo González, presenta sus reflexiones sobre la estética teatral de la obra Round,estrenada recientemente por el Teatro El Trueque, que estará en temporada hasta el 15 de julio. 

Medellín

Cuando se ha construido el teatro en uno mismo, es quizá cuando se puede hacer del teatro la vida, o cuando la vida en el teatro pueda vivirse en su naturaleza misma, en la naturaleza misma del yo que hace el teatro. Lo mismo ocurre con los relatos de Bukowski, que pueden ser o hacerse teatro en la medida en que son el resultado y proyecto inexorable de una vida, de su vida. Y es que la vida no puede relatarse sin el arte, sin un conocimiento que no está necesariamente es sostenido sobre la vida, sino sobre lo insostenible del relato, y del teatro en concreto.


Todos tenemos un relato de la vida (como decía Paul Ricoeur), es indudable, pero no tenemos en sí mismos relatos que podamos relatar porque sí, sino que necesitamos construirlos. Eso es lo que ha hecho el Teatro El Trueque, con el relato de Bukowski: Tú y tu cerveza y lo grande que eres, que en la dramaturgia y dirección de Félix Londoño, se propone intensamente presentarnos de nuevo a este autor, pues ya había realizado esa tarea, cuando llevo a la escena uno de sus cuentos: Hijo de Satanás. 
Todo está contenido aquí, en esta otra escena en la perversión estética de Bukowski, si la podemos llamar así. Tensiones de la vida, tormentosas relaciones de poder, de sometimiento del otro, que es la vida en sí misma. 


Cuando se tiene conciencia de que la vida son relaciones de poder, es el momento en que la vida cambia, se hace de otra manera, se lleva de otra manera. O se somete uno a ella, o lo someten. Es decir, se mueve en relación con sus tendenciosas maniobras o no, y entonces decide por una libertad que solamente es causada por uno mismo. Nadie quiere vivir sometido o dominado por nadie, pero la verdad insoslayable es que no se puede vivir así, que todo trato es truculento y tormentoso en la vida. Bukowski, lo muestra así de manera constante y obsesiva, en su vida, o sea, en sus relatos. 

 

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En esa perspectiva de provocación, dice de sí misma, como Mery en la obra, la actriz Laura Isabel Arango, quien habla de su relación con Bukowski y sus relatos: “Lo primero que leí fue Mujeres y La máquina de follar, al conocer estos textos hubo en mí una sensación de repetición, sentía que lo que leía era la misma historia, que la variante estaba en que los personajes tenían diferentes nombres, pero el conflicto la mayoría de las veces era el mismo. Al principio hubo una especie de repulsa de mi parte. Luego sentí que si esas historias, que eran tantas, se repetían, debía haber una razón. Comencé a ver ese prototipo de mujer que habita una sociedad machista, a esa mujer que a veces es sometida ante los hombres. Pero no sólo vi eso, también vi mujeres poderosas que se salían con la suya”. 


En esa construcción de consideraciones bukowskianas forman y estructuran Round, desde la intervención sensitiva de cada uno de los que participaron en su realización, y de esa manera interviene el director Félix Londoño, indicando que“lo primero es el sumergimiento en el mundo construido por un escritor como Bukowski, siempre coqueteándole al boxeo desde varios de sus cuentos y poesías, esto me llevó a elaborar una dramaturgia con un carácter totalmente utilitarista: Montar una obra de teatro inspirado en la inspiración de otro, Charles Bukowski”. No hay teatro, sin otra escena, entonces. 


Por su parte, el actor Fernando Rúa, que hace del señor Chinasky/Bukowski, nos dice que“al saber que la dramaturgia que proponía José Félix en su proyecto, era basada en cuentos de Charles Bukowski, la atracción fue total y decidí aceptar semejante responsabilidad de caracterizar a un personaje con una personalidad imponente, astuta e inteligente y con la capacidad de convencer con las palabras de un escritor-apostador. La construcción del personaje está a partir del mismo Bukowski como modelo, con su álter ego que es Henry Chinasky, pero sin la pretensión de hacer una imitación del mismo autor, al contrario, es aprovechar algunos elementos del personaje real para construir al Chinasky ficcional pero contundente en la teatralidad”.


¿Cómo habría sido Round, sin un boxeador?, no lo sabemos, pero cómo es con un boxeador, como tiene que haber un boxeador, Diego López, decidió, tras la propuesta del director, serlo y hacerlo. Para ello, el actor debió prepararse tácticamente ya que el destino –dice López-lo invitó “a este gran Teatro, el Teatro me invitó a conocer a este escritor y yo me decidí a profundizarlo y a representarlo con rigurosidad. No decido montar en el teatro mis preferencias, porque descubrí que todo tema, historia o personaje que el Teatro me ofrece, es el inicio de una intensa historia de amor, porque este es un medio mágico por el que puedo encantarme de absolutamente todo”.

 

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Ante está puesta en escena, los espectadores (¿por qué no?: los mirones) estarán ante sí mismos, si es qué tienen un “sí mismo”, y de no tenerlo podrían pues construirlo. 
No es porque el teatro o el libro busquen intencionalmente llevarlos ante sí mismos, sino porque cuando ese yo teatral se muestra desde cada uno de sus actores y de su relato, el yo teatral del espectador lo sabe sentir, lo sabe escuchar de manera sensitiva, crítica, lo lleva o no a su vida, lo indica a su vida, a su teatro. Así el teatro de El Trueque podrá hacer realizable el continuum teatral a la manera de Goethe y su Wilhelm Meister, relación que odiaría Bukowski, pero él está condenado a estar en este Teatro, y nosotros en el de él. 

 

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