Vivimos en épocas en las cuales cientos de editoriales editan en minutos libros y los imprimen, no evalúan, su negocio es imprimir, no evaluar. Y hasta las grandes editoriales solo quieren vender. Y ahora llegamos a la deformidad mayor según la cual los concursos literarios son ya de obras editadas. Esa realidad es dramática para los escritores jóvenes y para los bosques, sean silvestres o cultivados, y lo único que está creciendo es la cantidad de escritores que ni siquiera en su casa los leen. Pero tener lectores en abundancia me llevaría a aceptar que Paulo Coelho es de gran calidad y no lo es. Sus 140 millones de libros no lo consagran, ante mí por lo menos, lo coronaría como el rey del ripio.

¿Qué puede considerarse buena literatura, buena poesía? Rimadores hay tantos como copleros pero escribir poesía que soporte el paso del tiempo no es como cantar en el baño y juntar palabras y escribir libros puede ser un hobby tan banal como jugar a las cartas. Parece que se ha diluido la pregunta por la calidad y la abrumadora cantidad de escritos sin lectores abruma, destroza el tiempo y confunde a todos.

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El ser escritor ya implica un destino y una imagen pública, una suerte de resolución del problema del sentido de la vida. Pero ahí solo comienza el problema. La calidad no es un mito, es algo que se constata, puede decirse que vencer el tiempo es una cosa buena. Pero vender muchos libros no necesariamente lo es. Miles de toneladas de autoayuda no duran una década, otros autores que fueron un éxito rutilante ahora no dicen nada. La calidad y el éxito editorial no son equivalentes. 

Creo que la calidad está cerca de la profundidad psíquica, y lo que llamo escritura hormonal y adolescente lo parece; lo que se escribe bajo los efectos de las agitaciones hormonales, el alcohol o los psicotrópicos tiene poca durabilidad. La permanencia de Rimbaud tiene más que ver con su irreverencia y su desatar sentidos nuevos, y muchos jóvenes creen que la insolencia es el genio puro. Profundidad psíquica es descenso al infierno, cada cual puede dar testimonio de ello.
La poesía en su acepción original alude al hecho por el cual la labor del ser humano hace visible la belleza por medio de la palabra, de materiales, de la acción, del arte. Podríamos aceptar la idea más general de la poesía como el curso mismo de la naturaleza, entendida como lo que brota y emerge desde sí mismo, y el poema es el esfuerzo y la capacidad de captar esa energía, esa compleja realidad que siempre escapa, ese ritmo variable y rico que no se detiene. El poema es así considerado como la tarea, la labor, la artesanía que trata de captar la poesía; el poema es entonces el esfuerzo por captar esa energía, ese dinamismo propio del ser. Ese dinamismo no es baboso, hunde sus raíces en el alma e impacta y dura. 
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Por ello quizás es más fácil definir el ripio. Desequilibrado, falto de tensión, superficial, hormonal, superficialmente orgánico, jadeos, sudor, mal olor, desarmonía, ritmo abrupto, cacofonía recurrente, descuido en la estructura de la frase, introducción de palabras y términos no canónicos, ampulosidad, falta de vuelo evocativo, languidez, ausencia de fuerza, lugares comunes, enumeraciones sin sentido, simplezas, cosas que se dicen en su banal conversación.