En 2016 Airbus entregó 688 aviones comerciales, esto es, un 8% más que en 2015, en tanto que Boeing,
En 2016 Airbus entregó 688 aviones comerciales, esto es, un 8% más que en 2015, en tanto que Boeing, en igual período, entregó 748 aviones, esto es, un 8,72% más que su competidor europeo. Ahora bien, si analizamos las cifras por tipo de avión vemos que, de los entregados por Boeing, el 34,5% fueron de doble pasillo -cabina ancha- (más grandes, más complejos y de mayor valor agregado), en tanto que los de Airbus fueron solo el 20,8%. Muchas cosas hay para destacar del desempeño de Boeing en 2016. Por ejemplo, en diciembre el fabricante norteamericano entregó su Boeing 787-8 Dreamliner número 500, el cual fue recibido por Avianca, lo que muestra la velocidad con que ese nuevo modelo se ha ganado el mercado, pues el primer 787-8 fue entregado el 25 de septiembre de 2011 a la aerolínea japonesa ANA.
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En Colombia como en otros países, poco a poco se va viendo cómo el servicio tipo “low cost” se ha ido tomando la operación de aerolíneas convencionales, las que no están constituidas como de bajo costo. Esta tendencia ha hecho reflexionar a muchas administraciones de aerolíneas en cuanto a su rol y nivel de servicio. Varias aerolíneas, aun tan buenas y con una trayectoria de excelente servicio como Singapore Airlines, estudian el modelo “low cost”. De las norteamericanas ni qué decir, pues son casi que pioneras en la baja calidad de sus servicios a bordo en sus rutas domésticas. Todas, como es natural y propio de la industria, prestan primordial atención a la seguridad, así haya algunas que, tipo LaMia, por ofrecer servicio a bajo precio, descuidan elementales principios de seguridad al volar.
Al paso que (hablando de servicios a bordo) las empresas de buses mejoran, las aerolíneas buscan disminuirlos. Hoy lo que era glamour al volar ha desaparecido. Tal vez queda algo en las clases superiores, pero en clase económica poca diferencia se va notando en el comportamiento de quienes van por aire frente a quienes lo hacen en buses. Viajar en avión ya no es glamuroso, diría alguien, y ello debido, en buena medida, a la informalidad que caracteriza estos tiempos y a la reducción que se ha registrado en el costo de los tiquetes, particularmente si el asunto se analiza dentro de los anteriores 20 años.
Que esa tendencia es buena o no lo dejo al juicio de cada quien, lo malo es cuando al avión se suben la chabacanería, el relajo y el desorden. Pareciera que por el solo hecho de pagar se estuviera adquiriendo también el derecho a incomodar al vecino. No abogo exactamente porque a la instrucción escolar regrese la cartilla de Urbanidad de Carreño, pues allí hay reglas para situaciones que hoy ni se sabe qué eran, pero sí estimo que en la educación que se brinda actualmente hay dos asignaturas que se olvidaron: la urbanidad y la cívica, aparte de que la instrucción general es muy deficiente. Entonces, esa forma de comportarse, producto de casi ninguna pauta enseñada o asimilada (quizá porque no falta quien tome literalmente eso del libre desarrollo de la personalidad), se traslada a otros ámbitos del diario vivir, incluido el transporte aéreo.
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Mientras en el Congreso se discutía la reciente reforma tributaria, se informó que más de 62.000 millones de pesos se habían perdido en programas dirigidos a la alimentación de niños pobres. Días después, cuando ya se había aprobado que el IVA subiera al 19%, se daba cuenta de una planta de alcohol en los Llanos cuyo costo superó los 700 millones de dólares y hoy es un elefante blanco. Por los mismos días se exhibieron enormes cifras de desfalcos y de corrupción en el departamento de Córdoba. En fin, sin hablar de los sobornos por unos 11 millones de dólares dados por la brasilera Odebrecht para garantizarse contratos. ¡Claro! con tal grado de corrupción es imposible que el IVA no hubiera subido. ¿Hasta cuándo?