Análisis de la Fundación Empresarios por la educación sobre
Luz Yesenia Moscoso Ramírez
Son cada vez más las comprensiones que ha logrado la región latinoamericana en torno a los beneficios que trae un tránsito armonioso de los niños, niñas y jóvenes a lo largo todo el sistema escolar. Sin embargo, en muchas ocasiones ese tránsito resulta tortuoso y responde más a garantizar tasas mínimas de cobertura planteadas por gobiernos locales, que a garantizar la calidad en los procesos de enseñanza – aprendizaje.
Según la iniciativa “GraduateXXI” del BID y según encuestas de hogares referenciadas por esta misma organización realizadas en varios países de América Latina, la mayoría de los estudiantes entre 13 y 15 años que no asisten a la escuela identifican la falta de interés como motivo principal de su ausencia, por encima, incluso, de problemas económicos, de acceso o familiares.
Gran parte de las innovaciones que se han venido dando en la región, en la mayoría de los casos de manera aislada, no solo emergen de hacedores de política y actores principales del sistema educativo, sino de modelos que expertos y organizaciones de la sociedad civil han venido estudiando e implementando con muy buenos resultados.
Tal es el caso de las Redes de Tutoría, un enfoque educativo innovador de origen mexicano (1996) que ha sido implementada en más de 9 mil escuelas en este país y está siendo escalado actualmente en escuelas de Chile, Tailandia y Singapur. La propuesta busca, principalmente, el logro de aprendizajes significativos y de calidad, despertando el interés por aprender del estudiante. Según Vanessa MacAuliffe, Directora de Proyectos Educativos de Educación 2020, representante por Chile ante Reduca, el modelo parte de la siguiente premisa: “solo tengo la certeza de que conozco un tema cuando soy capaz de enseñárselo a otra persona y cuando reconozco en mí el proceso de cómo aprendo y soluciono un problema”.
En términos generales, la tutoría inicia con la preparación por parte del tutor (que suele ser el docente, aunque el rol puede tomarlo también otro estudiante, un padre familia o algún miembro de la comunidad educativa) de un tema que le interese, conozca a profundidad y responda a una dificultad de los estudiantes. Así mismo, cada tutorado o estudiante elige un tema de estudio según sus intereses. Los temas se abordan en relación tutora, es decir, un tutor apoya el proceso de aprendizaje de un estudiante orientándole según sus necesidades. Al terminar, cada estudiante expone públicamente lo aprendido, su estrategia de aprendizaje y las emociones asociadas. Luego de la demostración cada estudiante (tutorado) si lo desea, puede entregar tutoría a otra persona. (Fuente: Educación 2020).
Lo interesante de este enfoque radica en la vivencia del proceso de aprendizaje y el respeto por los ritmos y formas en que cada estudiante aprende. El foco en las temáticas pasa a un segundo plano cuando se logra el real desarrollo de competencias básicas y socioemocionales, entendidas desde su significado más elemental, reconociendo el saber hacer y el saber ser de una manera consciente en un escenario dialógico, permitiendo descubrir múltiples rutas de solución a un mismo problema, abriendo las puertas al error como oportunidad de aprendizaje y, como resultado, aprendiendo a aprender.
Teniendo en cuenta lo anterior y a propósito del llamado al cambio que tanto nos hacen nuestros niños, niñas y jóvenes, la invitación es -desde nuestro rol como corresponsables de garantizar el derecho a una educación de calidad para todos y todas- a tomar riesgos, a explorar, a transformar, a participar activamente, a poner como centro al estudiante y sus intereses, a reconocerlos en sus contextos y necesidades como seres humanos capaces de aportar a sociedades más igualitarias, equitativas y justas. ¡Recuperemos el interés y amor por enseñar y aprender!