Transcurría la década de los 80 y surgió en Medellín un fenómeno musical desconocido por muchos, el rock cantado en español, el cual logró ser difundido masivamente por un grupo de amigos que creyó en la importancia de ese sonido para el país.
Era mediados de los 80 y no todas las producciones musicales lograban ser comercializadas en Medellín, la cuna de las grandes disqueras de Colombia: Discos Fuentes, Sonolux, Codiscos, Discos FM y Discos Victoria, a las que llegaban los trabajos musicales de cientos de artistas y bandas de todos los géneros y países.
Entre carrileras, vallenatos y canciones románticas, habían unos casetes archivados de bandas argentinas y españolas que las disqueras se negaban a vender, porque era “demasiado pop y a la gente no le gustaba”, tal y como lo expresó en esa época Carlos Sierra, de La Voz de Colombia, a Carlos Acosta, un joven periodista apasionado por la música y la escritura, quien logró que la directora de mercadeo de Sonolux, Edwina Vásquez, le regalara lo que sería su primer acercamiento al rock en español con un disco de Ilegales.
“De regalo en regalo me hice a una discoteca con puras bandas y solistas que nadie conocía y tampoco querían: Charlie García, Virus, Serugirán, Miguel Ríos, Olé Olé, Orquesta Mondragón y Abuelos de la Nada, pero se hizo más grande cuando Emilio Sus, quien fue gerente de producción de Teleantioquia, llegó de estudiar de España con una caja gigante de grupos de ese país, entonces lo que hicimos fue juntar esas dos colecciones”, comentó Carlos Acosta.
Al no haber emisoras juveniles que pasaran ese tipo de sonidos, porque estaban muy ocupadas en reproducir el formato Top-40 de Billboard y las románticas de Julio Iglesias y compañía, el experto en música detalló que les tocaba a él y su grupo de amigos, entre quienes estaban Vicky Trujillo, Jairo Álvarez, Emilio Sus y Panelo, armarse las ‘rumbas apartamenteras’ en las que brincaban como indios locos en la sala sin dejar dormir a los vecinos.
New York New York, el lugar indicado
Un jueves de 1986, los cinco amigos decidieron cambiar de escenario y dirigirse a un bar de música romántica ubicado a una cuadra del parque de Envigado llamado New York New York, en el que trabajaba como barman su amigo Santiago Ochoa, a quien pidieron el favor de colocar un par de casetes ya que el sitio se encontraba solitario.
“El único consumo de la noche del bar fue el de nuestras cervezas para que él nos pusiera los discos, luego, se fue encarretando con la música, porque sonaba muy chévere, y las letras eran muy particulares”, afirmó Acosta.
Con el paso de los días, ya no eran sólo seis quienes brincaban y coreaban las canciones de los Hombres G, Toreros Muertos con Yo no me llamo Javier o Miguel Mateos con Obsesión, sino que se convirtió en rutina que todos los jueves que se llenara el bar de “mechudos raros”.
Pero todo no fue felicidad y euforia, pues el movimiento del local llamó la atención de los mafiosos de la zona, quienes mandaban a la Policía y al Ejército a que los sacara del bar, porque al “patrón no le gustaban esos desórdenes”, refiriéndose un soldado a Pablo Escobar, hecho que hizo que en sólo un par de meses el bar cerrara sus puertas.
“Era irónico pensar que el mayor narcotraficante del mundo nos persiguiera sólo porque teníamos el pelo largo, algunos de colores, y no bailáramos chucu chucu. Yo no recuerdo haber sentido nunca dentro de New York New York olor a marihuana. Lo cierto es que al final de cuentas lo cerraron”, relató Acosta.
Al quedar “huérfanos” de un lugar que les permitiera escuchar su música y bailar, volvieron los días de fiestas en casas de amigos y hasta en parques públicos cada sábado, pero nada era igual, la música popular no era suficiente para ellos.
Fue así como a mediados del 87, Paneso, un estudiante de medicina quien cambió su carrera por perseguir la buena música, le dijo a Carlos Acosta que en los bajos de la Bolera Acuario había un bar de jazz que estaba quebrado y lo alquilaban.
“En la bolera sólo habían cuatro bares funcionando, uno de lesbianas, otro de tango, Boca de Chicle con música de los sesentas y otro de música vieja; de resto asustaban por sus pasillos vacíos. ¡Era perfecto para que nadie nos molestara! No lo pensé dos veces y con Jairo Álvarez lo arrendamos. Quitamos las sillas y mesas, Tapamos las ventanas y pusimos una vieja registradora de bus a la entrada. El artista Jorge Botero “Boterito” nos donó dos murales brutales que le dieron todo el carácter underground al sitio”, expresó Acosta.
El nuevo lugar, que nombraron New Order, se convirtió en el perfecto escenario para la música contestaría como el punk, el tecno, al new wave, el rock duro y por supuesto, el muy aclamado rock en español.
El bar carecía de meseras, sillas o comodidades de los bares comunes, ya que la idea era ir, comprar una cerveza y ponerse a bailar en un rincón sin ningún tipo de ínfulas. New Order heredó así todo el público que dejó New York New York, sin embargo, era tanto el voz a voz que dejaba el espacio que cada vez llegaba gente nueva.
En un momento dado, recordó Acosta, levantabas la mirada en New Order y veías brincando a Fanny Mickey, Camilo Pombo o a Pilar Castaño, y en una esquina a los Toreros Muertos, a Alcohol Etílico, o a músicos de Soda Stereo, Enanitos Verdes y Caifanes.
Entre uno y otro ‘pogo’, New Order era la sensación para quienes se identificaban con El Baile de los que sobran de Los Prioneros.
Carlos Acosta, en medio de su trabajo con New Order, fue contactado por Fernando Pava Camelo, quien decidió abrir en Medellín su segunda emisora pop llamada Superstereo 92.9, la estación del poder, la cual quería dejar a su cargo.
Allí, Acosta pensó que si el éxito del rock era tan popular en un bar lo sería también en una emisora, pero a Pava no le sonó la idea, ya que el género no era de su gusto, pero para ser un poco más permisivo le permitió a este, quien se juntó con Vicky Trujillo y Santiago Ríos, hacer un programa de cada ocho días llamado Radio Pirata, en el cual la promo fue realizada con el coro de la canción A quien le importa de Alaska y Dinarama.
Antes de soltar el programa al aire, los djs no sabían cómo definir el género: “lancémosla como rock en tu idioma”, dijeron unos, “como pop latino” dijeron otros, “rock en español” dijeron otros…
En esa mesa estábamos Vicky Trujillo (La supersónica), Jairo Álvarez (El capitán activo), Juan Carlos Gómez, Santiago Ríos, Jaime Piedrahita y el gerente Enrique “Blue” Martínez”, aseguró el encargado de ese entonces de la emisora en Medellín.
Como no hubo consenso, Acosta terminó la reunión, se metió a la cabina, cogió el disco de Alaska y Dinarama, lo sacó de la ‘chuspa’, lo puso sobre el tornamesa, cuadró la canción y sostuvó el disco con un dedo, abrió el micrófono y anunció la canción como: “Esto es rock en español”, así lo recordó.
“No es que estuviéramos descubriendo el agua tibia. Rock en Argentina, España o en Colombia había desde los sesenta en simultánea con la Beatlemanía, pero fue en Medellín donde le pusimos la chapa de rock en español y le dimos alas”, recordaron los implicados.
Para Vicky Trujillo, quien fue la voz del rock en español en esa época, el triunfo del género no se hizo esperar: “Carlos se encargó de que yo fuera la encargada de hablar del rock en español, entonces comenzó a sonar pero sólo cada ocho días. Recuerdo que las primeras llamadas eran tremendas, porque lo hacían eran para insultarnos y decirnos que ‘eso no era música’, que ‘quitáramos eso’, que esas ‘letras tan bobas’, pero nunca tiramos la toalla. A los tres meses las llamadas eran de otro calibre; ‘qué nota de música’, ‘cómo se llama esa canción’, ‘volveme a poner ese tema’ y así por el estilo”.
Fue así como en Superstereo comenzaron a sonar diariamente, debajo de cuerda y sin consentimiento de Pava, las canciones que más sonaban en New Order, como: La Muralla verde, de los Enanitos Verdes; Devuélveme a mi chica, de Hombre G; Mi sombra en la pared, de Miguel Mateos; Soy un animal, de Toreros Muertos; Nada personal de Soda Stereo y Muevan las industrias de Los Prisioneros.
Rápidamente se convirtió en la emisora número uno de Medellín, destronando al resto de emisoras anglo de la época, como Veracruz Stereo y Todelar Stereo, que luego se unirían al fenómeno musical.
“Nosotros escogíamos las canciones con el criterio de que sonaran muy bien en New Order, que si la gente las saltaba, coreaba y gritaba era apta para pasarse en la radio, eso fue los que nos diferenció de las demás emisoras, hicimos un gran hito con el rock en español”, explicó el entonces dj Santiago Ríos.
Finalizando esa década, y ya con el rock posicionado, Carlos Acosta y Vicky Trujillo fueron llamados a trabajar a Veracruz Stereo.
“Tito López, director de Veracruz Stereo, nos propuso trabajar con él porque tenían un proyecto gigante de televisión que quisieron que fuera manejado por Carlos Acosta, pero a mí me llamaron era por ser la figura representativa del rock en español en Medellín, lo que pasaba era que si la emisora ponía canciones en español quedaba como si estuviera plagiando a Superstereo, entonces lo que hizo fue llevarse a los gestores del movimiento”, puntualizó Vicky Trujillo.
Los 90 y la actualidad
Santiago Ríos, quien quedó de dj en Superstereo, para luego fundar Radioacktiva en el 95, precisó que tras el boom de finales de los 80 el rock en español no tuvo un recorrido muy largo como lo esperaban, a pesar de ya haberse colado a las listas de reproducción favoritas en la ciudad para los jóvenes.
“Mucha gente, incluyendo programadores de radio, consideraron el rock en español como un género para ‘mamar gallo’. Miraban el chiste de Hombres G o Toreros Muertos y pensaban que cualquier cosas que saliera con una estupidez y movida era rock en español, y creo que eso le hizo mucho daño al género, entendiendo que el chiste y el humor eran elementos del género pero no lo eran todo”, afirmó Ríos.
Añadió que aunque muchos de esos temas se convirtieron en clásicos para las personas, el género como tal, en su concepto completo, no tuvo una continuidad, considerando la poca producción de músicos latinos haciendo rock en español.
“Comenzaron a entrar en una zona gris donde se confundía con al rock con el pop, y el tema muchas veces ni siquiera fue la música sino la actitud con la que se presentaban los artistas, que era muy poco rockera”, dijo el dj, quien precisó que a pesar de salir en los 90 muy buenos álbumes de artistas como Soda Estéreo con Canción animal, o bandas sumamente exitosas mexicanas como Caifanes, Fobia o Molotov, el rock se fue desgastando en la ciudad.
A principios de los 2000 ya la onda estuvo muy marcada por el hecho de confundir al pop con el rock que detonó en la aparición de bandas como Maná o Vilma Palma y Vampiros, lo que desvirtuó, para los fanáticos del género, el significado del rock en español.
“En la actualidad con el rock en español hay una producción intensa, fuerte, diversa e independiente, pero que por la misma naturaleza de los medios de difusión pocas figuras se consolidan. Es muy complicado hablar ahora de un gran fenómeno de rock en español, pero se entiende que hay bandas nuevas muy interesantes como Zoe o la más grande de Colombia que fue Bajo Tierra”, finalizó Ríos.
Vicky Trujillo recordó que a pesar de que el rock en español se nombró sólo hasta finales de los 80, dos década antes había tenido el apoyo de un grupo de jóvenes de medios radiales, pero el proyecto solo llegó hasta ahí.
“En la década de los 60 hubo un importante movimiento en la ciudad que se llamó La nueva ola latinoamericana, tanto Caracol como RCN tenían sus movimientos muy específicos como Guillermo Hinestroza y la verdad yo considero que el rock en español nació fue ahí, solo que tuvo un bache en los 70 y después retornó con fuerza en los 80”, precisó.
Anotó que en ese tiempo no se definía como rock en español pero que las figuras representativas eran: Henrique Guzmán, Palito Ortega, Rocío Durcal, quien en ese entonces hacía rock, los Yetis o Juan Nicolás Estela, de aquí de Medellín, lo que sirvió para marcar un movimiento en el que los artistas querían hacer lo mismo de los españoles o argentinos pero no lograron surgir.
Los cinco djs de la época se rencontrarán para celebrar los 30 años del bar New Order y recordar el momento en el que hicieron que el rock en español tuviera fuerza en el país.
Vicky Trujillo, La Supersónica, Carlos Alberto Acosta, CAL, Jairo Álvarez, El Capitán Activo, Santiago Ríos y Chava contarán sus historias y proyectarán videos de ese momento que marcó sus vidas y carreras.
El encuentro se realizará el viernes 10 de noviembre a partir de las 9:00 p.m. en Bombay Bar, ubicado en la calle 10 # 52-87 (La 10 con Guayabal).
Mowa, “música electrónica a la colombiana”