Las universidades debemos dar ejemplo al país y no solo formar ciudadanos de alta calidad sino designar nuestras autoridades con principios y valores morales ejemplares
Es compleja la tarea de evaluar la gestión de dirigentes de instituciones públicas y con presidentes de la nación, gobernadores y alcaldes se lo debe hacer obligatoriamente. Evaluar es complejo pero no imposible y la disciplina de la investigación cuantitativa y cualitativa ayudan en esa difícil labor. Sin lograr nunca en esa tarea exactitud matemática es deseable y necesario hacerlo, el curso de la historia lo requiere si queremos participar en ella con algún grado de consciencia; una cosa es padecerla y otra tomar las riendas en la mayor medida posible y con responsabilidad. Gobernar es dirigir con planes y proyectos, ejecutarlos, rendir cuentas y ofrecer resultados mensurables.
Absolutamente lamentable la desaparición o disminución de las cátedras de historia en la formación de los ciudadanos; deplorable que participemos en elecciones de todo tipo sin tener en cuenta la historia y las trayectorias concretas. No se debe emprender nada sin un mínimo conocimiento de la historia y gran parte de la debacle moral de la nación se origina en que los ciudadanos vamos a las urnas sin evaluar gestiones, resultados y sin un mínimo conocimiento del curso de los acontecimientos pasados y con una coherente visión de futuro. Una democracia sin ilustración es el camino a la tiranía que en ocasiones nos autoimponemos.
El conocimiento de la historia en el caso de quienes opinamos es absolutamente imprescindible pues de lo contrario caemos en deplorable oscurantismo. Personalmente establezco una jerarquía inmediata entre los columnistas del país y del exterior de acuerdo con la calidad de sus conocimientos históricos. Es una gran responsabilidad la que le cabe a quien opina en los medios pues orientamos al ciudadano que tiene en ellos el poco de ilustración que no le ofrece la educación.
Por todo lo anterior invito siempre a los universitarios a apropiarse de la historia de sus casas de estudio. Las elecciones de rectores son un pequeño crisol en el cual se ensayan decisiones de fondo en asuntos públicos. Las universidades debemos dar ejemplo al país y no solo formar ciudadanos de alta calidad sino designar nuestras autoridades con principios y valores morales ejemplares. Esa es la gran responsabilidad de las universidades al formar el recurso humano que dirige una nación.
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En el caso de la Universidad de Antioquia, a los rectores que he conocido los he invitado a mirarse en el espejo de la historia para estar a la altura de los mejores. Ese es un cuadro de honor con altibajos pues en ocasiones se ha llegado a esa posición sin merecerlo, por superficiales juegos políticos de los que mandan afuera y de mala manera. Responsabilidad mayor es elegir un rector por todo lo que digo. Y son sus realizaciones evaluables su mejor herencia, en parte las obras físicas son un legado pero hay otro intangible y más significativo que es la altura moral, la transparencia, el cuidado de la institución, la preservación y crecimiento de las ciencias y las humanidades.
En la universidad reciente gran mérito le cabe a quienes fortalecieron la investigación, enaltecieron los conocimientos de gran calidad y se rodearon de equipos humanos formados por ciudadanos íntegros y eficientes. Ya habrá ocasión de mirar en el espejo de la historia de la universidad las realizaciones, el fortalecimiento de sus bases materiales y espirituales, la creación de culturas de la eficiencia y, sobre todo, el incremento del aporte sustantivo a una sociedad que requiere energías renovadas si se desea superar nefastos atavismos que nos lastran y nos quitan futuro.