En la Sala de Arte Suramericana de Medellín, la obra del maestro Eduardo Ramírez Villamizar estará exhibida hasta el mes de junio.
El color rojo, casi naranja, casi terracota, que se aprecia en algunas esculturas y pinturas de Eduardo Ramírez Villamizar (Pamplona, Norte de Santander, 23 de agosto de 1922 - Bogotá, 24 de agosto de 2004) bien podría ser uno de sus principales sellos, de sus marcas artísticas propias. Tal vez, coincidiendo con su vecina, la santandereana Beatriz González, es el color del “atardecer de los santanderes”, que, en Medellín, ya había sido plasmado por el nortesantandereano en el espacio público, en la escultura Muro abriéndose (1978), ubicada en la esquina que conecta la avenida Oriental con Maracaibo.
Y es ese tono especial, que se puede apreciar en pequeños detalles de sus creaciones al óleo y collages, así como en esculturas de mediano y gran formato; uno de los que mejor contrasta con los hierros oxidados que son exhibidos en la exposición con la que el Grupo Suramericana le rinde homenaje.
“Es una exposición muy importante para que Medellín vea la obra del maestro Ramírez Villamizar, uno de nuestros grandes nuestros. Cada vez que reviso catálogos y documentos me sorprendo más, va a ser una gran exposición, una mirada retrospectiva que nos va a abrir los ojos ante todo lo prolífico que fue. Qué geometría, que formas tan perfectas”, aseguró el curador Alberto Sierra a Palabra&Obra, sin saber que la vida se le acabaría antes de poder apreciar esta muestra, abierta al público hace una semana. Él fue quien la concibió como un homenaje, por eso le puso como título el nombre del creador, únicamente: Eduardo Ramírez Villamizar.
Son 47, las obras que dejan ver el proceso de formación y consolidación de una de las más destacadas carreras del arte moderno colombiano, como lo explicó el curador Andrés Felipe Ortiz, representante de la colección de Ramírez Villamizar, encargado de su difusión y conservación: “Esta exposición tiene una cosa muy interesante y es que, de una u otra forma, se ha tratado de recoger y mostrar toda la obra de Ramírez Villamizar, todos los momentos de su producción artística, desde 1947 hasta 2004, que es cuando muere, porque tuvo producción hasta el final”.
De la figura a la abstracción
El expresionismo, la forma, la figuración, el dibujo y la pintura, fueron los primeros intereses del maestro Ramírez Villamizar, quien comenzó su carrera dibujando, pintando al óleo. A partir de la década de 1950, sus figuras comenzaron a tomar matices “no definidos”, abstractos, evidentes en creaciones como El domador (1950. Óleo sobre lienzo. 64,5 X 89, 5 cm).
“La pintura es trascendental en su proceso. Como todos los grandes artistas y maestros, tuvo que comenzar por pintar y dibujar, ir explorando para alcanzar a lo que iba a llegar. Empezó, como todos, siendo figurativo y pasó a la parte abstracta. En esta exposición hay obras que evidencian cuándo va pasando de lo figurativo a lo abstracto”, apuntó el curador Ortiz.
Después de decidirse por la abstracción, y en especial por la abstracción geométrica con primacía del rombo como figura plana reiterada en sus creaciones, Ramírez Villamizar presenta los caracoles como uno de los temas más importantes en su producción.
“Él tenía la colección más grande de caracoles que había en Colombia, todo, desde el espiral, hasta el final, es importante en su obra. Pasó a la geometría, cambió después de un viaje a París, donde vio a maestros como Kandinsky, encontrando que lo suyo es el arte basado a la geometría. Siguió pintando, más o menos hasta los 60 o 70, tiempos en los que no pintó tanto hasta que se destacó en la escultura”, relato Ortiz, quien se dio cuenta del interés del curador Alberto Sierra para traer la muestra, ya que la vio en la Galería Lamazone (Bogotá).
El hierro oxidado y el blanco
Una de las técnicas que más se puede apreciar en esta exposición es la escultura en hierro oxidado. Este material fue especial para el artista en cuanto, como lo precisó alguna vez, le trajo dificultades.
“La utilización que he venido haciendo durante los últimos años de placas de hierro que van oxidándose con el paso del tiempo en la construcción de mis esculturas me planteó serias dificultades. Admirador de la fuerza y la nobleza del metal, encantado con la pátina irrepetible con que el óxido y la corrosión visten la escultura, me resulta difícil aceptar su carácter de elemento finito y perecedero. No fue fácil asimilar el hecho cierto de que mis esculturas morían paulatinamente. Pero el hierro mismo emerge íntegro y puro de la tierra y a ella regresa vuelto polvo y limadura”, dijo el maestro Ramírez Villamizar en texto citado en la muestra.
La formación en arquitectura de Ramírez Villamizar se hace evidente en sus obras de hierro oxidado, ya que estas permiten apreciar las conexiones, las uniones, su manera de resolver los bordes y sobre saltos. Ejemplos: Piedra cansada (1986. 38 X 118 X 60 cm), Acueducto (1992. 83 X 65 X 60 cm), Manto emplumado (1985. 70 X 85 X25 cm) y Guitarra (118, 110 X 43 cm), entre dos decenas más que reúne la muestra.
“La escultura en hierro oxidado tiene algo muy especial que es el rombo, de ahí sale toda la obra de Ramírez Villamizar. El maestro tomó el rombo como figura inicial y de ahí se fue basando para hacer todas las obras. En sus obras hizo un rombo y después, con más de esas figuras, va dejando ver otros rombos. Es que, en Machu Picchu él se fascina, se emociona con esa arquitectura y la reinterpreta: está la Serpiente, el Manto emplumado, el Muro inca, son obras que permiten ver esa unión, además de que, en gran parte de la obra de Ramírez Villamizar, está muy marcado el tema precolombino”, explicó Ortiz, quien coincidió con lo que la crítica mexicana Raquel Tibol reseñó en la década de 1970, cuando escribió que “como muchos de los escultores de este siglo, Ramírez Villamizar contempla el arte prehispánico con una admiración analítica, profunda y creciente”.
Uno de los espacios destacados en la museografía de la exposición está dedicado a una serie de obras hechas por Ramírez Villamizar entre 1973 y 2004, en hierro pintado de blanco. Son poesías visuales del manejo de la luz y la profundidad. Él pensaba que “el blanco refleja con más fuerza que otro color. En un relieve o escultura pintado de un color diferente a blanco los matices desaparecen. La cara de la belleza de estas puras obras blancas no es enajenadora sino amistosa, el cálido uso que hacen las luces y sombras es elegante y atractivo”.
Una oportunidad para el asombro
Como la planteó en uno de sus libros la crítica de arte Marta Traba, “aspirando la implantación de la escultura en el medio humano, Ramírez Villamizar ha logrado cada vez mayores simplificaciones. En las últimas esculturas el espacio interno tiene un poder generador, crea formas y es, a su vez, forma: las relaciones entre las partes son siempre más ajustadas y económicas”.
Ese y otros rasgos más pueden verse en esta muestra que, además de presentar los diferentes momentos de su carrera, pone al espectador frente a detalles no tan conocidos de su búsqueda, como que en la década de 1990 volvió a pintar al óleo, esa vez figuras geométricas abstractas de gran formato.
Andrés Felipe Ortiz concluyó que el olvido “ha sido un problema gravísimo que tenemos en Colombia, porque nos queda Fernando Botero y ya y de ahí para atrás se nos olvidó, pero hay una generación de artistas de los 50 en adelante que marcaron. Si realmente hubo arte moderno en Colombia, lo iniciaron estos artistas, ellos lo sacaron y lo internacionalizaron, nosotros mismos hemos sido los culpables de enterrar a estos artistas, esa era la idea con Alberto Sierra, entregarles a los antioqueños una obra que no pueden desconocer”.
Recuento de Ramírez Villamizar
1923
Nace en Pamplona, una pequeña ciudad en el departamento de Norte de Santander.
1940 - 1943
Realiza estudios de arquitectura en la Universidad Nacional, en Bogotá, aunque su interés fundamental se dirige más bien al campo de la pintura.
1944 - 1946
Estudia Arte y Decoración en la Universidad Nacional. En agosto de 1945 participa por primera vez en una exposición colectiva en la Facultad de Arquitectura, con algunas acuarelas de corte figurativo, de donde partirá hacia planteamientos expresionistas, influido por Van Gogh, Munch y sobre todo, Rouault.
1947
Es invitado por la Universidad de Cauca a trabajar siete meses junto al escultor Edgar Negret. Concursa en el VII Salón de Artistas Colombianos y obtiene el segundo premio con la obra Retrato de Lilián Peñuela.
1949
Participa junto con Grau y Negret en la exposición Esculturas y pinturas de Colombia, New York School of Social research, Nueva York.
1950 - 1952
Viaja a París donde trabaja y estudia por espacio de dos años. Expone, junto con Edgar Negret, en la Galerie Arnaud, París.Participa en la Bienal Hispanoamericana, Madrid, España.
1959
Con la pintura El Dorado, gana el premio del Salón de Arte Moderno de Cartagena, Colombia.
Ese mismo año gana el primer premio en el XII Salón de Artistas Colombianos, Bogotá, con la pintura Horizontal Blanco y Negro.
1962
Participa en el XV Salón de Artistas Colombianos, Bogotá, en la Bienal de Sáo Paulo, Brasil, y en la muestra "500 years of Colombian Art", Pan American Union, Washington, D.C.
1963
El Museo de Arte Moderno de Nueva York adquiere el relieve Proyecto para mural horizontal, 1962. Participa en la muestra Arte de Colombia, itinerante por Roma, Madrid, Estocolmo y Stuttgart.
Es nombrado profesor de pintura en el Departamento de Educación Artística de la Universidad de Nueva York, donde trabajará hasta 1964.
1964
Realiza el relieve en concreto Serpiente precolombina para la fachada de la fábrica de gaseosas Lux de Cali. Otros dos murales que destacan son los realizados para el Banco de la República en Bucaramanga y en Cúcuta, trabajados en madera y en bronce respectivamente. Obtiene el primer premio en el Salón de Artistas Colombianos, Bogotá.
Realiza, junto con Edgar Negret, una exposición en la Graham Gallery, Nueva York.
Participa en las exposiciones The classic spirit, Sidney Janis GaIlery, Nueva York; Diez artistas colombianos, Centro ColomboAmericano, Bogotá, y en Sculpture for the wall, American Federation of Arts, muestra itinerante seleccionada por el Museo Guggenheim, Nueva York.
1965
En ese año realiza una obra de capital importancia dentro de su trayectoria: el Mural horizontal, en madera, para la pared curva de la Biblioteca Luis Ángel Arango en Bogotá y para el que había realizado el proyecto en 1962.
1966
Con la escultura El río gana nuevamente el primer premio de escultura en el Salón de Artistas Colombianos, Bogotá. Asimismo, participa en la muestra Art of Latin American since Independence, organizada por la Universidad de Yale y la Universidad de Texas, presentada en New Haven, Austin, San Francisco, La Jolla y Tucson y, posteriormente, en México.
Expone en la Graham Gallery, Nueva York.
1969
Representa a Colombia en la Bienal de Sáo Paulo, Brasil, y gana el segundo premio internacional.
1970
Regresa a Nueva York, donde permanecerá hasta 1972.
1973
La alcandía de la ciudad de Nueva York le encarga una escultura para la Beach Channel High School y realiza Hexágono, en acero oxidado
1974
La directriz modular seguida en Cuatro torres y Columnata culmina en la obra monumental Dieciséis torres, que regala ese mismo año a la ciudad de Bogotá
1976
Participa en la Bienal de Venecia con seis esculturas en metal.
1978
El Gobierno de Colombia le otorga la Cruz de Boyacá.
1983
Viaja al sitio arqueológico de Machu Picchu, en Perú, lo cual resulta de especial trascendencia para el desarrollo de su obra futura.
1985
Participa en la exposición Five Colombian Masters, homenaje a Obregón, Grau, Botero, Ramírez Villamizar y Negret, Musseum of Modern Art of Latin America, Washington D.C., y realiza la muestra "Recuerdos de Machu Picchu", Museo de Arte, Universidad Nacional, Bogotá. La Biblioteca Luis Angel Arango organiza "El espacio en forma. Eduardo Ramírez Villamizar. Retrospectiva 19451985", donde se exhiben más de cien obras.
1990
Después de presentarse en la III Bienal de la Habana, la muestra se exhibe en el Museo de Arte Contemporáneo lnternacional Rufino Tamayo; está integrada por doce obras de la serie Recuerdos de Machu Picchu.
Funda el Museo de Arte Moderno Ramírez Villamizar en Pamplona, donando una colección retrospectiva de cuarenta de sus obras.
1994
Dona la escultura Doble victoria alada para la Avenida El Dorado en Bogotá.
Instala en Bucaramanga la escultura Caracol, al igual que la obra Camino Geométrico para la Universidad Industrial.
1995
Inaugura la Nueva Galería Diners con treinta obras en memoria del crítico de arte polonés Casimiro Eiger.
Proyecta para la Universidad del Valle la escultura monumental Puertas Abiertas.
1998
Recibe la Orden Alcalde Acevedo en la ciudad de Pamplona.
1999
Expone en el Instituto Italo-Latinoamericano, Roma Italia.
2004
Muere en Bogotá, Colombia.
Fuente: Colarte – Banco de la República.