Ser alcalde de una ciudad como Medellín,
Ser alcalde de una ciudad como Medellín, puede constituir un honor en cuanto la elección popular de una persona, indica que el pueblo considera al elegido como la mejor opción entre las propuestas. Pero honor con honor se paga. Una vez elegido, ungido y posesionado, le corresponde cumplir, primero, con la Constitución y las leyes, garantizando el bienestar general y el buen manejo del patrimonio del municipio o distrito. Los municipios no son ficciones creadas para que cada cuatro años se deshaga lo hecho, se desvincule la nómina entera, y se acomode todo al arbitrio y los intereses de las camarillas que arriban. No, los municipios son realidades que evolucionan de acuerdo con las necesidades de sus habitantes, que pagan el derecho a ser bien administrados.
Cuando Aníbal Gaviria asumió la alcaldía de Medellín, se encontró con algo más de veinte obras iniciadas, y esas sí deficitadas, algunas de las cuales presentaban serios problemas técnicos, además de los financieros, como el llamado Parque del Bicentenario, o el famoso proyecto de la Clínica de la Mujer, al que hubo que repetirle todos los cálculos. Mientras en el primer año de su administración se hacían los planes y se conseguían recursos, el Alcalde Gaviria se dedicó a terminar todas las obras iniciadas, con recursos nuevos y dando la sensación de que la ciudad funcionaba adecuadamente, sin incurrir en detrimentos patrimoniales inspirados en resentimientos, ni cayendo en la pequeñez de talante de eludir responsabilidades frente a las obras concebidas en otra administración.
Pero lo que parece obvio y de fácil alcance para todas las gestiones administrativas de la ciudad, para ésta está siendo un verdadero tormento. Por lo menos eso es lo que se desprende de las expresiones de descontento de los actuales funcionarios locales, que se quejan de que el anterior alcalde, sus secretarios y gerentes, no dejaron recursos para terminar lo que empezaron, lo cual no es cierto en muchos casos, como se puede constatar en las cuentas municipales. A lo mejor lo que se esperaba es haber podido encontrar las arcas llenas, para derrochar los recursos en obras majestuosamente mal hechas, como la llamada Biblioteca España, o para que nuestro desacertado alcalde comprara para su despacho una moto de alto cilindraje, para él mismo hacer redadas.
Lo curioso es que desde el Concejo de la ciudad se insista en hacerle “controles políticos” a un alcalde que nos dejó obras muy importantes, así el periódico godo lo tilde de nuevorriquismo, como las Uvas, Parques del Rio, el Cinturón Verde, el puente de la Madre Laura, la renovación de Naranjal; aunque lo más importante fue la reducción de la criminalidad y las acciones de equidad, que se volvieron obsesivas para el Alcalde Gaviria. Él, el alcalde Gaviria, no participaba en operativos policiales, pero logró índices que nos favorecieron en materia de seguridad. Volvieron los hechos de violencia de los ochenta, pero los muy H. concejales, por alguna razón no han comenzado a defender al pueblo que los eligió del peligro del hampa. ¿Cuándo será?