En el gobierno de Duque (Uribe) las políticas estarán guiadas por un conservatismo político y religioso ya revaluado incluso por el papa Francisco.
El resultado de las últimas encuestas conduce a prever que el próximo gobierno será el de Iván Duque o, como tanto se ha dicho, el de Álvaro Uribe en el cuerpo ajeno de Duque. De hecho, Duque fue “el que dijo Uribe” y el expresidente es el que le tira línea de gobierno todos los días en sus intervenciones y en las redes sociales. Aunque Duque intenta a veces matizar las intervenciones extremistas de su mecenas, mentor y ‘manager’, lo hace más en busca de otros votos que por convicción. O si no, recordemos que este candidato dijo hace muy poco que Uribe era “el presidente eterno”, se entiende que para él y también para su posible próximo gobierno.
El país está polarizado entre fuerzas políticas de la derecha y la izquierda, sean estas moderadas o extremas. Algunos analistas prefieren definir mejor estas tendencias como conservadoras y progresistas que vale la pena revisar para enmarcar y contrastar el que podría ser ese próximo gobierno y lo que nos espera. Existe una clara diferencia de enfoques entre las políticas conservadoras y las progresistas que tienen una “consistencia moral básica” (Lakoff), basada en una visión distinta de la estructura y moral familiar, algo que se extiende a la política y muchos otros ámbitos. La familia conservadora se organiza en torno a la imagen de un padre estricto que cree en la autoridad como valor supremo, que enseña disciplina y a luchar en un mundo competitivo donde triunfan los más fuertes.
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Los progresistas, por contraste, basan sus propuestas en una visión de la familia centrada en “padres protectores” que serían aquellos que tratan de escuchar, comprender y educar los hijos para colaborar con otros. Los niños se aprecian como buenos pero que pueden mejorar y los hijos se deben criar con base en la empatía y la responsabilidad. Los padres –padre y madre son responsables- asumen la tarea de enseñar a ser feliz.
La guerra contra el terror, activa el miedo y el padre estricto, requiere un comandante en jefe y un presidente de guerra, según la visión conservadora. Y la paz y el diálogo, para Lakoff, requiere más un enfoque progresista, “padres protectores” para escuchar, comprender y educar para la colaboración. Esto sí que se vio bien claro aquí durante las conversaciones de paz y el acuerdo, donde Uribe volvía a apelar al miedo que le ha dado tantos dividendos, y reclamaba suma autoridad para castigar en modo de venganza, sin admitir la comprensión y el perdón. Máxima mano dura y migajas miserables de corazón grande.
En el llamado acuerdo pro vida entre Uribe, Duque y Alejandro Ordoñez, el ex presidente comentó que cuando a él le preguntan qué piensa en temas polémicos de vida y familia, el responde: “Yo pienso lo mismo que el doctor Ordóñez”. Y además le ofreció a Ordóñez la codirección de la campaña presidencial, con el fin de darle una representación a los principios éticos y religiosos que encarna en la plataforma política del Centro Democrático así como en el futuro gobierno, de ganar las elecciones. Queda bien claro, entonces, que en el gobierno Uribe-Duque las políticas estarán guiadas por un conservatismo y tradicionalismo religioso ya revaluado incluso por el papa Francisco.
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Así las cosas, a los que anhelamos un gobierno no conservador sino progresista, nos dirán en este próximo (?) como en el infierno de Dante “perded toda esperanza”.
CODA. Muy molesto el senador Uribe, en entrevista con Yolanda Ruiz de RCN radio, le decía a la periodista que hacía un “periodismo dañino” lo cual generó gran respuesta de periodistas y ciudadanos en defensa de la libertad de prensa.
A propósito, decía Hitler: “Es la prensa, por encima de todo, la que libra una lucha calumniosa y la que quiere derrumbar la independencia nacional, la economía nacional y la elevación cultural”. El Fürer, gran estandarte contra la libertad de prensa que defiende la democracia, sigue teniendo ciertos seguidores en estas tierras.
Muy al contrario, el gran demócrata Benjamin Franklin es contundente: “El que quiera acabar la libertad de una nación debe empezar por restringir la libertad de prensa”. Este tipo de conservadores de ayer y hoy siempre pretenden imponer la autoridad negando libertades y derechos