Su gente es esencialmente buena, amiga del riesgo, pero conservadora, extrovertida pero religiosa, amiguera pero apegada a la familia.
Parodiando a Ángel Ayuda Giménez con su cuadro “¿Qué es España?”, me atrevo a aproximarme a dar respuesta de lo que es ser colombiano.
Alguien como Borges dirá que “ser colombiano es un acto de fe”. Algún otro que es una fortuna y quien sabe, aquél, que es una mala pasada del destino.
Nací en Antioquia, porque afortunadamente así lo quiso la providencia, en medio de grandes montañas que guardan en sus entrañas ricos minerales, que trazan dos grandes valles y permiten que sus ríos fecundos potencien la energía y la convirtamos en electricidad. Su gente es esencialmente buena, amiga del riesgo, pero conservadora, extrovertida pero religiosa, amiguera pero apegada a la familia, desconfiada pero generosa, jugadora pero trabajadora, entre un gran cúmulo de contradicciones y afinidades que nos distinguen ante propios y extraños. Con un acento muy propio, hablamos el español mejor hablado, caminamos y fundamos pueblos allá adentro de las montañas, volvemos productiva la tierra, y vemos oportunidades de negocio donde otros pasan de largo. Insistimos en alabar a los abuelos, en venerar a la Madre como el don más preciado y a hacernos matar por los hijos y los nuestros. Nos sentimos orgullosos de nuestra música, nuestra comida, nuestros bailes, nuestras historias, nuestros personajes, nuestros ancestros, nuestras recuas de mulas, nuestro café y nuestras flores. Ese orgullo lo expresamos a viva voz y a ratos parece disonante y desafiante, pero no, es que no nos cabe el amor por Antioquia en nuestro cuerpo.
Ahora bien, el amar profundamente nuestra tierra no es incompatible con amar a los otros hombres y las otras tierras que conforman a nuestra amada Colombia.
Yo amo a Antioquia y las cosas de Antioquia porque aquí nací y aquí me las enseñaron, pero amo con la misma pasión a Colombia y a las cosas de Colombia.
Amo la Colombianidad, amo a Colombia y amo lo que somos. Mi forma de ser colombiano es siendo antioqueño.
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Porque ser colombiano es mucho más que tener cédula y pasaporte. Colombia es mucho más que sus dos océanos y sus dos mares, sus páramos y sus fuentes de agua, sus bosques y sus nevados, su café y sus flores, sus esmeraldas y su carbón. Mucho más que sus cincuenta millones de habitantes.
Colombia es la historia de los Chibchas, de los Taironas y de los Arwacos. Es la mitológica presencia de Chiminigagua y de Bachué. Son las ofrendas y los ritos en Guatavita y la repulsa al Encomendero y al Oidor. Es la pesada carga sobre los hombros esclavos y es la complaciente mirada del cura y la comprometida vida de Claver. Es también la llama interna de donde brotan las ansias de libertad y de independencia. Es la influencia de Galán, de Caldas, de Torres, de Villavicencio, pero también la visita y el legado de Humboldt, de Mutis y de Codazzi. Es la mano amiga y la frente en alto de Bolívar y la terquedad Republicana de Santander. Son nuestros héroes caídos, como Girardot, Ricaurte y Córdoba y nuestras heroínas como Policarpa, Antonia y Javiera. Pero además son los Centauros Indomables de los Llanos, los campesinos del centro del país, los pescadores de mares y ríos, los mineros de los socavones, los obreros de las industrias y los ejecutivos de las empresas.
Colombia es el Joropo de los Llanos, la Cumbia del Atlántico, la Guabina del Centro Andino y el Mapalé del Pacífico. Colombia son las esperanzas del negro, del indígena, del blanco y del mestizo. Colombia es la búsqueda de Dios y la convivencia con el Demonio. Colombia es el eterno conflicto y la idea de una paz alcanzable. Colombia es el maíz, el café, el aguardiente, la caña, el ñame, el plátano y la yuca. Colombia es la alegría y la sonrisa permanente de su gente, en medio de su drama interminable.
Colombia es el gran Macondo planetario. Es la tragedia de María de Isaacs, es el ímpetu de El Gato con Botas, el Michín de Pombo, es la actividad sumisa de la Marquesa de Yolombó, el Relato de Sergio Stepansky de León de Greiff, la Mirada al sur de Aurelio Arturo, los Estudiantes de Piedad Bonnet, los Nudos de Juan Gustavo Cobo, el Alba de José Luis Díaz-Granados, las Patas Arriba en la Vida de Maria Mercedes Carranza, la Canción de la Vida Profunda de Porfirio Barba Jacob, la Vida Cotidiana de Eduardo Cote, la Civilización Manual y otros Ensayos de Baldomero Sanín Cano, el Sexo y el Saxofón de Gonzalo Arango.
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Colombia además son las gordas de Botero, los colores de Obregón, la geometría de Rayo, las formas de Grau, los murales de Pedro Nel Gómez, los paisajes de Francisco Antonio Cano, las esculturas monumentales de Rodrigo Arenas y los desnudos de Luis Caballero.
Colombia es la válvula hidrocefálica de Hackim, la genética de Yunis, la curiosidad de Llinás, el suero oral 75 del Hospital de San Vicente de Paul, las investigaciones botánicas de Lucía Atehortúa, la malaria de Patarroyo, el papá canguro de Edgar Rey, los marcapasos de Reynolds, la biogénesis de Raúl Cuero, los aportes de Invemar.
Por todo esto, y por mucho más, me siento orgulloso de ser colombiano.
Insistimos en la necesidad de dotar a Medellín de un adecuado Centro de Espectáculos.