Han sido muchos los actores que han generado los distintos tipos de conflictos en Colombia.
Lamentablemente este es un concepto que los colombianos percibimos como parte de lo cotidiano. No es sino recordar que el único período de no confrontaciones internas que ha vivido el país, después de terminada la Guerra de Independencia en 1819, está enmarcado por las cuatro décadas que van desde la terminación de la Guerra de los Mil Días por allá en 1903 y el inicio de la Violencia Partidista que algunos ubican alrededor de 1946.
Si revisamos en el tiempo, estos son algunos de los pensadores que han realizado reflexiones sobre este tema crucial, que ha acompañado a los humanos a través de su evolución. Sostenía Sun Tzú que “El arte supremo de la guerra es someter al enemigo sin luchar”. Decía Platón, que “Solo los muertos han visto el final de la guerra”. Aristóteles sostenía que “No es suficiente ganar la guerra, es más importante organizar la paz”. Cicerón argumentaba que “Las leyes son silenciosas en tiempos de guerra”. Por su parte Napoleón decía que “El campo de batalla es una escena de caos constante. El ganador será el que entienda el caos, tanto el propio como el de los enemigos”. Bolívar decía que “De la paz se debe esperar todo, de la guerra nada más que desastres”. Por su parte Von Clausewitz afirmaba que “La guerra es la continuación de la política por otros medios” y qué, además, “La guerra se resume en el combate”. Thomas Mann decía que “La guerra es solo un escape cobarde al problema de la paz”. Benjamín Franklin sostenía que “Nunca hubo guerra buena ni paz mala”. William C. West Moreland sostenía que “Los militares no comienzan las guerras. Los políticos comienzan las guerras”. Ramman Kenoun advertía que “En la guerra no hay ganadores”. Mientras que Haruki Murakami decía que “ Escuchen, no hay guerra que ponga fin a todas las guerras”. Antoine de Saint Exupery sostiene que “La guerra no es una ventura. Es una enfermedad”. Bertrand Russell decía que “La guerra no determina quien tiene la razón, solo quien queda”. Aldous Huxley por su parte, anunciaba que “Lo absurdo y monstruoso sobre la guerra es que los hombres que no tienen conflictos personales son entrenados para asesinar a otros a sangre fría”. John Abbot dice que “La guerra es la ciencia de la destrucción”. Margaret Atwood dice que “La guerra ocurre cuando fracasa el lenguaje”. Henry Miller apunta que “Cada guerra es una destrucción del espíritu humano”, lo cual es ratificado por Juan Pablo II cuando dice apesadumbrado que “La guerra es una derrota para la humanidad”. George McGovern advertía que “Estoy harto de esos viejos que sueñan con guerras a las que al final van los jóvenes a morir”, como colofón a la sentencia de Erich Hartmann que postula que “La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian, se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian pero no se matan”.
Han sido muchos los actores que han generado los distintos tipos de conflictos en Colombia: Los Conquistadores contra los Nativos por el tema de la apropiación, los Españoles colonizadores contra los Criollos por el gobierno local, los Patriotas contra los Realistas por la Independencia y la cuestión nacional, los Federalistas y los Centralistas por el tipo de gobierno y la reconquista, los Patriotas y los Realistas por la independencia definitiva, los Bolivianos contra los Liberales por la Constitución Bolivariana, los Liberales Conservadores y los Liberales Rojos por el uso de la libertad, los Conservadores contra los Liberales por la supremacía del poder, el Estado contra la Guerrilla por el cambio de sistema, el Estado contra el Narcotráfico por asuntos económicos e influencia externa, el Estado contra las Bacrim por el control del territorio, entre otras varias parejas de contrincantes, algunos de los cuales aún perviven.
Estos hechos han engendrado diferentes tipos de violencia, que van desde la política, la económica, la territorial, la ideológica, entre otras varias.
Sin embargo, a través de nuestra historia hemos construido algunos hitos que nos han permitido tomar segundos aires y continuar con nuestro recorrido histórico: En 1810 la proclamación de la soberanía popular. En 1851 la abolición de la esclavitud. La Ley de Minorías de 1910 que reformó la Constitución de 1886 para que quienes perdieran las elecciones pudieran participar en el poder. En 1957 el otorgamiento del voto femenino y en 1991 la promulgación de una Constitución Política incluyente y participativa.
El cambio constante de Constituciones Políticas ha sido empleado de manera simbólica como ejercicio de armisticios internos como lo propone Hernando Valencia Villa en su iluminado texto “Cartas de batalla”.
Sin embargo, la huella casi genética que tenemos quienes hemos vivido en medio del conflicto, impide que la construcción de confianza, piedra angular de cualquier proyecto societal, sea una realidad, aún hoy, para nuestra muy querida y aporreada Colombia.
Sin la existencia de confianza entre los ciudadanos y entre los ciudadanos y el Estado a través de los diferentes Gobiernos, no habrá futuro.
¡He aquí el problema!