La ausencia de Trump, unida al abrupto cambio de gobierno en el Perú, cuyo anfitrión será el recién posesionado Martín Vizcarra, dieron al traste con una Cumbre en la que la presión sobre Venezuela se veía como el asunto prioritario en la agenda política
Los últimos días han sido particularmente agitados. Las señales que llegan de distintos lugares del mundo, de la región latinoamericana y de nuestro propio país, evidencian una realidad conmocionada que reta a los dirigentes políticos y a los gobernantes a actuar con suma prudencia para evitar que hechos delicados en sí mismos, se sigan agravando hasta alcanzar consecuencias que, si bien son difíciles de predecir, pueden resultar de una gravedad extrema.
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Lo más próximo para Colombia es la crisis bilateral que se sigue cocinando con Ecuador tras el secuestro de dos periodistas y un conductor del diario El Comercio en la frontera norte del vecino país, hecho atribuido a una disidencia de las Farc liderada por Walter Patricio Artízala Vernaza, alias guacho, el pasado 26 de marzo. El equipo de trabajo viajó a la zona conocida como Mataje, en la provincia fronteriza de Esmeraldas, para investigar otros hechos de violencia presentados en la región y que habían cobrado, hasta entonces, la vida de tres soldados ecuatorianos. Precisamente ayer, un panfleto cuya autenticidad no pudo ser confirmada por las autoridades colombianas, según el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, daba cuenta de un escenario francamente aterrador: el asesinato de las tres personas, supuestamente por operativos militares en la región donde permanecen, los cuales fueron negados por el Gobierno del Ecuador.
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Antes de conocerse el panfleto, el Gobierno del vecino país había pedido una reunión bilateral en el marco de la Cumbre de las Américas que se inicia mañana en Lima, entre los presidentes Lenin Moreno y Juan Manuel Santos. Aunque al escribir estas líneas no hay confirmación plena de esta cumbre, creemos que es urgente que la misma se realice para que se articulen acciones en la frontera, no solamente en procura de la libertad de los secuestrados sino del control del accionar de la disidencia guerrillera, que equivale a decir el control del narcotráfico y de los cultivos ilícitos. Esperamos prudencia de parte del Gobierno del Ecuador para no hacer falsos señalamientos a Colombia que generen una división altamente inconveniente. Y no hacemos estos votos solamente porque nuestro país también tendría reclamos que hacer al vecino, cuyo anterior mandatario dio refugio a algunos cabecillas guerrilleros, sino porque en los actuales momentos las acciones deben apuntar a preservar la vida de los secuestrados.
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También atañe a Colombia la decisión del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de cancelar su presencia en la Cumbre de las Américas y su visita al país, prevista para este domingo. Aunque los medios de los Estados Unidos aseguran que la decisión se tomó por la situación que enfrenta el abogado personal del mandatario, Michael Cohen, cuyas oficinas fueron allanadas por el FBI el lunes, la versión oficial de la Casa Blanca fue que la decisión obedeció a la situación de Siria y a la respuesta que los Estados Unidos preparan, tras el ataque con armas químicas del pasado fin de semana en la ciudad de Duma.
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La ausencia de Trump, unida al abrupto cambio de gobierno en el Perú, cuyo anfitrión será el recién posesionado Martín Vizcarra, dieron al traste con una Cumbre en la que, si bien el tema a tratar es “La gobernabilidad democrática frente a la corrupción”, la presión sobre Venezuela se veía como el asunto prioritario en la agenda política, aprovechando el escenario creado tras el retiro de la invitación a Nicolás Maduro para asistir a la Cumbre y el rechazo del Grupo de Lima y otros países a las elecciones anticipadas del próximo 20 de mayo. Sin Trump como personaje central de la cumbre, sin Pedro Pablo Kuczynski como gran promotor de la presión regional al cuasi dictador venezolano y con Colombia y Ecuador enfrascados en el escollo de la situación fronteriza, el foco podría trasladarse, en beneficio de Venezuela y sus principales socios hacia las crisis políticas que están a la orden del día en la región, tanto en el mismo Perú como en Brasil. La prudencia, en este caso, corresponde al presidente Vizcarra como anfitrión, para que la Cumbre no tome matices indeseables y, por lo menos, genere una declaración en la que la corrupción, que gracias a Odebrecht se convirtió en una epidemia latinoamericana, sea efectivamente combatida.
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Y reunidos como estarán al menos veinte jefes de Estado y de Gobierno, seguramente el problema de Siria se pondrá sobre la mesa, pues la amenaza explícita de los Estados Unidos a Rusia, en el tono y los términos políticamente incorrectos del presidente Trump, tienen al mundo entero en vilo. Siria y sus aliados Irán y Rusia por un lado, y Estados Unidos con sus aliados Francia y Reino Unido, por el otro, miden fuerzas en el terreno diplomático mientras el mundo entero pide prudencia, pues si bien es cierto que la tiranía siria debe pagar por sus crímenes de guerra, esa responsabilidad no puede quedar en manos exclusivamente de Donald Trump, cuyas maneras son totalmente contrarias a lo que pide el momento. Aunque reclamamos contundencia en las acciones contra el régimen de Bashar al-Assad, la reacción no puede ser en caliente. De todos los escenarios descritos, sin duda en este es en el que la prudencia es más urgente, pues es la coyuntura cuyas consecuencias pueden ser, no solo más nefastas, sino más generalizadas.