El subdesarrollo no es fruto tanto de políticas nacionales como sí de las omisiones locales.
La administración de Aníbal Gaviria, premiada por liderar la ciudad más innovadora, logró convertir en realidad su eslogan Un hogar para la vida. Las ciudades intermedias deben seguir ese ejemplo, formar una vocación de desarrollo estratégico y asumir como paradigmas a las que van un paso adelante a sus desafíos, globalizan sus economías, aportan e influyen en el PIB nacional, no dependen de las transferencias para su subsistencia y, en su lugar, son autosuficientes, comprometidas en ser un entorno de legalidad, conectividad, capacidad comercial y seguridad.
Corrupción, improductividad, alto costo de vida y falta de oportunidades, son preocupaciones recurrentes, un lugar común de la sociedad, sin ser conscientes que el subdesarrollo local determina el crecimiento sostenido nacional. El subdesarrollo no es fruto tanto de políticas nacionales como sí de las omisiones locales.
La economía está en crisis por mala gestión territorial: el crecimiento 2%, inversión extranjera -67%, exportaciones -38,2%, ingresos petroleros -97%, confianza del consumidor -30,2%, deuda externa 41,5% PIB, déficit fiscal 3,6% PIB, inflexibilidad del gasto, 39% de colombianos no ahorra, desconfianza en los negocios 35%, la informalidad entre 60% y 90% y deuda financiera territorial 8 billones. Nuestra industria es irrelevante para el PIB, y solo produce el 13% del empleo.
Las 37 ciudades intermedias de Colombia, están en desventaja frente a megalópolis de otros países en consolidación y sostenibles, porque no asumen responsabilidades en los tres pilares del desarrollo: inversión, consumo y exportaciones. No tienen correspondencia entre el balance privado, fiscal y externo; carecen de economías de escala por ser un mercado insignificante en intercambio, integración y cooperación, con poca especialización, bancarización, industrialización y tecnificación. Planeación Nacional las calificó con 59,30% de eficiencia y 73,91% de eficacia.
Singapur, un milagro económico con libertad comercial, es ejemplo de inversión pública en vivienda, el 80% de sus construcciones son estatales, el PIB en funcionamiento es 18%, no hay desempleo, hay movilidad social amplia con estimulo profesional, sin clientelismo ni asistencialismo, implementó métodos de ciudadano socio de la ciudad-empresa para intervenir fomentando más que regulando, su regla es que la gestión institucional es un activo, un valor esencial para la competitividad, el ahorro individual del 15% es obligatorio y voluntariamente ahorran un 10% más para sus padres.
Melbourne, Sydney, Adelaide, Perth, Vancouver, Toronto, Calgary, Copenhague, Estocolmo y Helsinki, entre las mejores 100 ciudades globales, caracterizadas por ser espacios de producción de capacidades avanzadas para la organización y el manejo de la economía globalizada por su clima, arquitectura, oferta educativa y cultural, infraestructura en salud y transporte, uso de bicicletas, diseño urbano, medioambiente, nuevas modalidades políticas, productividad, planeación, coordinación, financiamiento, capacidad técnica, financiera, de gobernabilidad y de desarrollo. Luxemburgo con un salario mínimo de 5.5 millones de pesos, permite vivir con 30% del salario, en las nuestras el 60% sólo accede al 40% de la canasta básica. Kiev, con un salario mínimo de 3.5 millones de pesos, tienen algunas ofertas de transporte publico de solo $800 pesos. Ellos funcionan con el 65% de ingresos propios y 35% por transferencias, nosotros requerimos 65% de transferencias porque solo cubrimos el 35% con recursos propios. Gastamos el 35% del PIB en funcionamiento, ellos solo el 15%.
En turismo, Flandes con 8 millones de habitantes recibe 9 millones de turistas al año, mientras Colombia con 49 millones de personas acoge 4,4 millones de turistas al año; Zug en Suiza, con 22.000 habitantes lo visitan 9.000 turistas, pero Bello con 800.000 habitantes solo recibe 3.700 turistas.
Deambulamos sin rumbo fijo pero con rumba fija, mientras las megalópolis están proyectadas y planificadas a 30 años. Primero se industrializaron y luego fueron desarrolladas por exportar alto valor agregado tecnológico con mayor utilidad, con estratégicas en innovación, emprendimiento, financiamiento, encadenamientos, transferencia de tecnología, calidad, comercio exterior, inversión pública en formación calificada y adaptación física para una economía de servicios, con mayor logística, eficiencia y diversificación.
El reto es premiar con impuestos compartidos a los creativos, auténticos, innovadores, competitivos, a los de mejor organización a gran escala en áreas estratégicas, con economía naranja, cultura ciudadana, espacio público, transparencia, legalidad y más formalización.
Urge promover la equidad con el ser humano como eje, modernizar para un tamaño óptimo de la entidad y mayor tamaño del mercado, la demanda y el autoconsumo; usar herramientas de planificación financiera y tecnologías de buen gobierno y producción de bienes públicos en seguridad, justicia, educación y sistemas de información. La simetría en el acceso a la información se traduce en oportunidades y calidad de vida.
Es hora de cambiar los métodos, las perspectivas y expectativas al calificar los gobiernos, exigir resultados económicos, premiar avances y castigar retrocesos, evaluar el PIB, el ingreso per cápita, los resultados de inversiones y políticas en mejorar los índices de desarrollo humano, conciliar los intereses públicos con los privados. No más simples pagadores de nómina, deben ser líderes del crecimiento, gestores de la trasformación, forjadores de una nueva ciudadanía más pujante, más capaz, más civilizada y competitiva.