En 2016 se registraron un millón de muertos por sida y 1,8 millones de contagiados por VIH. Tales cifras, todavía espantosas, alientan a buscar que en 2020 el contagio de VIH y las muertes no pasen de 500.000 personas anuales.
En la antesala de una conferencia internacional sobre el sida que se reúne desde este domingo en París, Onusida ha divulgado su informe anual sobre contagio por VIH y muerte por sida. En él se demuestra un lamentable retroceso de Rusia y varios de sus vecinos de Asia Central en la lucha contra este peligroso mal. Contrastan con ese resultado, los alentadores avances de África, donde está la mitad de la población mundial afectada, y de América Latina, continente que en sólo un año redujo en 12% el número de personas que adquirieron la enfermedad.
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Señala el informe que a lo largo de 2016 hubo 1,8 millones de personas contagiadas con el virus en el mundo. La cifra, que sigue siendo aterradora, representa un avance frente a lo ocurrido en 1997, cuando 2,5 millones de personas en el mundo fueron infectadas por VIH. El lugar conquistado es, sin embargo, lejano de la meta fijada para 2020, cuando se espera que no más de 500.000 personas adquieran la infección. El menor contagio da un espaldarazo a las políticas de educación sobre los riesgos y prevención del contagio, que parecen haber sido particularmente útiles entre personas nacidas después de los años ochenta, cuando el mundo fue estremecido por la gravedad del mal.
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La disminución de fallecimientos también es sumamente importante. En 2005, las muertes por sida llegaron a 1,9 millones de personas, casi el doble de las ocurridas en 2016, cuando la cifra fue de un millón de fallecidos. La menor mortalidad se explica por la disminución del contagio y por el notorio aumento de personas que acceden oportunamente a tratamientos con retrovirales, que fueron 53% de los contagiados en el mundo y llegaron a 58% de los afectados en América Latina. Esa ampliación del acceso a tratamientos eficaces es una victoria de los gobiernos de Sudáfrica y Brasil, así como de la OMS, gladiadores incansables que a finales de los años noventa consiguieron la liberación de patentes para que los gobiernos asumieran la producción y distribución de los retrovirales genéricos.
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Los avances parciales, y no totalmente satisfactorios, en la batalla contra esta pandemia demuestran que acciones integrales de prevención y atención pueden garantizar victorias importantes contra enfermedades tan severas como el VIH-Sida, pero también como el abuso de sustancias sicoactivas o los males asociados a malnutrición.