El estilo paranoide está muy ligado al poder, poder que siempre ha degustado Uribe y ha lamentado dejar como presidente, aspirando a recuperarlo ahora “en cuerpo ajeno”.
¿Es el expresidente Álvaro Uribe un perseguido político o alguien que utiliza muy bien el estilo paranoide en la política? Desde hace años Uribe y altos personajes de su partido se han declarado como perseguidos políticos cuando han sido llamados por la justicia, se los ha investigado, juzgado o declarados culpables. En enero de 2012, el expresidente Uribe dijo: “Señor presidente Juan Manuel Santos, haga algo por favor, no permita esta venganza criminal expresada a través de persecución política”. Posteriormente y a raíz de la acusación de la utilización de un hacker en la campaña de Oscar Iván Zuluaga, el Centro Democrático escribió al Cidh: “Lo único que pedimos es que se nos trate con apego a la Ley y a la Constitución, y que no se utilice la justicia como vehículo para ventilar los odios políticos de nuestros contradictores. Cuando los estrados judiciales usurpan el lugar del parlamento y la plaza pública, pierden la democracia y el Estado de Derecho”. Y hace unos pocos días, cuando la Corte Suprema le abre una investigación por falsos testigos, Uribe dice en un comunicado: “Sigue el ánimo persecutorio en la Corte Suprema de Justicia”
En lo paranoide, la persona está convencida de que está siendo perseguida y siente que los demás traman algo en su contra. Su carácter se define por estos rasgos: orgullo, desconfianza, falsedad del juicio e inadaptación a la sociedad. Personas con estas características consiguen a menudo impresionar a quienes los rodean con razonamientos aparentemente correctos, pero basados en premisas falsas. Todos los argumentos que propone refuerzan sus convicciones, descubre siempre indicios y pistas para apoyar sus afirmaciones. Desprecia el parecer de los contrarios, se muestra testarudo, rígido, seguro de sí mismo y sospecha de la buena fe de quienes lo juzgan; se considera víctima, es muy susceptible y se siente insatisfecho e incomprendido. Todos estos son rasgos de personalidad que no constituyen en sí una enfermedad y en los que, por todo lo evidenciado, se enmarca muy bien el senador Uribe.
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El estilo paranoide está muy ligado al poder, poder que siempre ha degustado Uribe y ha lamentado dejar como presidente, aspirando a recuperarlo por interpuesta persona o “en cuerpo ajeno”, algo que no logró con Oscar Iván Zuluaga y ahora busca denodadamente con el candidato Iván Duque. En Masa y poder, el gran escritor y Premio Nobel, Elías Canetti, dice que que la paranoia permite explicar la naturaleza del poder, e incluso llegaba a afirmar que paranoico y poderoso son palabras equivalentes ya que tienen idéntico sentimiento subjetivo sobre su posición. Este concepto de paranoia aplicado a la política es bien relevante en la actualidad, ahora que vivimos en un mundo donde los fenómenos populistas y fundamentalistas adquieren creciente importancia, y donde parece confirmarse la sustitución de la sociedad normal disciplinaria por la paranoica sociedad de control.
Se ha descrito el estilo paranoide de la política como muy ligado a la tradición de basar en el temor a algún “otro” (comunismo, socialismo, anarquismo agitadores) con la creación de una fuerte solidaridad política en el frente interno. Esto lo vivimos hoy aquí, cuando la derecha comandada por Uribe nos trata de vender por todos los medios el miedo al comunismo, “castrochavismo”, Venezuela o Petro que nos puede conducir allá. Paranoia política con este estilo de la derecha radical, domina la política estadounidense triunfante hoy con Trump.
Esta pobre democracia nuestra, ahora en medio de la polarización, está enferma de política paranoide.
Coda luctuosa. Hace veinte años (27 de febrero) fue vilmente asesinado Jesús María Valle, gran defensor de los Derechos Humanos. Días antes de morir dejó esta denuncia: “Yo siempre vi que había como un acuerdo tácito o como un ostensible comportamiento omisivo, entre el comandante de la IV Brigada, el comandante de la policía de Antioquia, el doctor Álvaro Uribe Vélez, el doctor Pedro Juan Moreno y Carlos Castaño. Todo el poder de los grupos de autodefensa se ha consolidado por el apoyo que ese grupo ha tenido con personas vinculadas al gobierno, al estamento castrense, al estamento policivo y a prestantes ganaderos y banqueros del departamento de Antioquia y el país”.
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