Millones de kenianos votaron pacíficamente en unas elecciones generales marcadas por el deseo de superar sus diferencias tribales, pero también por una elevada tensión ante la
imprevisible reacción popular que podría generar el rechazo de los resultados por parte del candidato derrotado.
La Policía de Kenia dispersó este miércoles con gas lacrimógeno y disparos al aire a decenas de personas que bloquearon con barricadas las calles de Mathare, un suburbio de Nairobi.
Un gran dispositivo policial se desplegó en este barrio chabolista de la capital, donde un grupo de residentes llenaron las calles de piedras y hogueras tras las denuncias de la oposición de fraude en las elecciones celebradas este martes.
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En otros puntos del país, como en Kisumu (oeste), la policía también lanzó gas lacrimógeno para dispersar a un pequeño grupo de manifestantes que salieron a la calle en apoyo al candidato opositor, Raila Odinga.
Después de que la Comisión Electoral divulgara los primeros resultados parciales que dan una victoria a Kenyatta con un 54% de los votos, Odinga denunció un pirateo masivo del sistema informático de recuento de votos.
Incluso aseguró que en el recuento de votos se usó la identidad del director de telecomunicaciones de la Comisión Electoral, Chris Msando, que fue asesinado hace diez días.
Ante estas denuncias, el presidente de la Comisión Electoral, Wafula Chebukati, afirmó que, aunque confía en el sistema de recuento y transmisión de los votos, se investigarán las denuncias realizadas por la oposición.
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Por su parte, el Gobierno de Kenia pidió "responsabilidad" a los ciudadanos ante esta gran tensión que vive el país.
"Por favor, debemos abstenernos de cualquier actividad que ponga en peligro la vida de los demás o la estabilidad del país", pidió el ministro del Interior en funciones, Fred Matiang'i, en una rueda de prensa.