Esa dinámica en alza que le atribuyen a Petro es asombrosa e inexplicable. La suerte de una candidatura presidencial está ligada al clima político y social de un país.
Según la encuesta publicada el domingo por El Tiempo, Gustavo Petro solo está a diez puntos porcentuales de Iván Duque. El candidato del Centro Democrático tendría 36,6 % y el de Colombia Humana tendría 26,3 %. La encuesta de Guarumo-EcoAnalítica Medición y Conceptos Económicos, para ese diario, dice que “ninguno de los aspirantes a la Casa de Nariño podría quedarse con la presidencia este 27 de mayo, pues no llegan al 50 por ciento”. Otra encuesta, del 19 de abril, del Centro Nacional de Consultoría, dice que Gustavo Petro había crecido 7 puntos en cosa de un mes.
Esa dinámica en alza que le atribuyen a Petro es asombrosa e inexplicable. La suerte de una candidatura presidencial está ligada al clima político y social de un país. No hay candidatos por encima de la realidad. En este caso, Colombia parece ser una excepción. El país va por un lado y el señor Petro va campante por el otro.
Desde luego El Tiempo dice que el candidato uribista “se impondría en los cuatro posibles escenarios” de una hipotética segunda vuelta: frente a Petro, a Vargas, a Jaramillo y a De la Calle. Pero eso suena a premio de consolación para adormecer la galería y no a análisis riguroso.
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Ninguna realidad sociológica ni política explica la inusitada crecida de la candidatura de Petro. La izquierda colombiana se ha hecho contar varias veces y sus guarismos máximos son conocidos. Ella nunca ha dejado de ser una minoría (1). ¿Esa minoría se está convirtiendo, de la noche a la mañana, en mayoría?
La posición que ocupa Petro -segundo detrás de Iván Duque, el candidato de centro-derecha que conquistó el primer lugar y se mantiene gracias a sus brillantes exposiciones en los debates con sus contendores, y a pesar de los golpes bajos del gobierno y del mismo Petro-, no encaja con la coyuntura social-política de Colombia.
¿O es que la opinión pública cambió tanto en estos ocho años? ¿Mientras que en el continente y Occidente marchan hacia la derecha, Colombia se izquierdiza? ¿Colombia ve con horror lo que la izquierda hizo en Venezuela y por eso piensa votar por un amigo del Chávez? ¿Por eso Petro revierte los límites habituales en votos de la izquierda y se codea con los grandes?
Eso suena rarísimo. Petro le debe su candidatura presidencial a Santos. Petro fue sancionado dos veces por la Contraloría por las irregularidades que cometió como alcalde de Bogotá y fue inhabilitado por ello mismo en 2013 por la Procuraduría General para hacer política. Pero las presiones de Santos sobre el Consejo de Estado hicieron que esa inhabilitación fuera anulada, en noviembre de 2017. Petro pudo inscribir su candidatura.
Los dos periodos de Santos fueron catastróficos para Colombia. El país se dio cuenta que nunca hubo proceso de paz. Que lo que hubo fue una reorganización masiva de las Farc: su dispositivo político ha sido reforzado (cinco candidatos presidenciales que no logran zafarse de esa tutela ideológica) y su dispositivo armado es más pérfido y letal que nunca: las “disidencias” garantizan el control de vastas zonas agrícolas y mineras, de los corredores de movilidad y sobre todo de las fronteras con Venezuela y Ecuador.
Santos derrumbó el Estado de Derecho, la justicia, la independencia del poder legislativo. La oligarquía santista confiscó el poder, su aplanadora pasaba por encima de todo y de todos.
La imagen de Santos quedó por los suelos. Petro lo ayudó en todo. ¿Ahora Petro aparece ajeno a eso y como el héroe del momento? Aquí hay algo que es incomprensible.
¿Cuál es la realidad sociológica y política que explique la posición de Petro en las encuestas? ¿Dónde están las mayorías que están felices con lo que han hecho esos dos personajes? ¿Los bogotanos saludan el paso de Petro por la alcaldía de la capital? Petro fue derrotado en el plebiscito: los colombianos dijeron No al pacto de La Habana cuando Petro les decía que votaran sí.
Los partidos petristas están por los suelos. El Polo recogió un 4,8% de los votos para el Senado en las legislativas del pasado 11 de marzo. La Coalición Decencia obtuvo 3,4 %. Para la Cámara de Representantes todos ellos alcanzaron un 6%. El PCC está moribundo, las Farc electoralmente son nulas, el grupo de Piedad Córdoba es un cascarón vacío. ¿Cómo hace entonces Petro para aparecer ahora como un toro inflado cuando no es más que una rana electoralmente hablando?
La campaña de Petro avanza sin ideas, sin el mínimo de racionalidad que merecen los electores. Su discurso es pobre y violento: montado sobre una retórica de callejón obscuro, fabricada en los laboratorios de odio de los comunistas de los años 70. El insulta el honor militar y policial pues ve en ellos al enemigo más resuelto. Algunos de los mítines de Petro son portátiles: con milicias que se hacen llamar “guardia indígena” y con gente traída en interminables caravanas de buses. ¿De dónde sale tanta plata? ¿De los salarios ahorrados del senador?
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El hombre no se priva de acudir a trucos ilegales: al montaje de voces e imágenes contra sus rivales. Sus asesores tratan de inventar un escándalo de última hora contra Duque: una variante de lo que hicieron contra Oscar Iván Zuluaga en 2014.
La inflación de Petro tiene, quizás, una explicación: los favores que disfruta del régimen. Santos necesita que el nuevo presidente ejecute todo el compromiso de La Habana: transferir el dominio de Colombia al poder castrista. La clique en el poder y los aparatos chavistas irán hasta donde puedan para alcanzar ese objetivo. Corresponde al pueblo colombiano levantar un muro contra ellos. No basta votar correctamente: hay que vigilar de cerca lo que queda de campaña y los escrutinios y movilizarnos con todo, en todos los escenarios, en caso de fraude. Petro solo puede pasar “a la brava”. Y utilizará la fuerza. ¿Vamos a permitirlo?
Petro no es un candidato como los demás: es el único que espera triunfar mediante un golpe de mano escabroso. El espera, además, que las redes cubanas, venezolanas y rusas, tan hábiles en la penetración de sistemas informáticos y en actividades hostiles, lo ayuden a modificar las intenciones de voto y adulterar el conteo de votos.
El país ve horrorizado lo que hereda de Santos: el cartel de la toga, violencia guerrillera en alza, inseguridad en las ciudades, entrega de archivos de inteligencia y contrainteligencia del Ejército a terceros; impunidad para los jefes del narco-terrorismo, niños cautivos en las Farc legales e ilegales; educación nacional postrada, explosión de narcotráfico; despilfarro descomunal; ideología de género impuesta desde los ministerios.
Catatumbo está en llamas y las zonas de frontera con Venezuela y Ecuador siguen en poder de las Farc y del Eln para mantener el narco-business. El “acuerdo final de paz” fue una estafa hasta para Ecuador, quien sostuvo bajo Correa ese proyecto. Policías y periodistas de ese país están pagando ahora con sus vidas ese juego diabólico.
Después de haber tomado el fusil para matar colombianos en nombre del socialismo y, sobre todo, sin haberse arrepentido de eso, es muy tarde para el senador Petro disfrazarse de “humano”, de “pacifista”, de “progresista”, de “ecologista”. Y para prometer “una paz grande” que no sería otra cosa que el socialismo hambreador contra los que luchan los pueblos de Venezuela, Nicaragua, Brasil, Ecuador y Cuba.
¿Por eso es que Petro sube en las encuestas?
(1).- En la elección legislativa de 2018 la izquierda marxista (Polo, Unión Patriótica, Asi y Mais) obtuvo 1.259.653 votos para el Senado (8,2% del total) y 9 curules. Para la elección de Cámara de Representantes ese sector obtuvo cifras inferiores a las anteriores y 4 curules. En la primera vuelta de la elección presidencial de 2014, Clara López, candidata del Polo Democrático Alternativo y de la Unión Patriótica, obtuvo 1.958.518 votos (15% del total). En la elección presidencial de 2010, primera vuelta, Gustavo Petro obtuvo 1.331.267 votos (9.1% del total). Datos de la Registraduría del Estado Civil de Colombia. La votación más alta de la izquierda marxista la obtuvo Carlos Gaviria Díaz, candidato del Polo Democrático Alternativo en la elección presidencial de 2006: obtuvo 2.613.157 votos (22%) del total. Antonio Navarro Wolf, candidato de la Alianza Democrática (M-9 y PCC) obtuvo 12,5% de los votos en la elección presidencial de 1990.