Según la ONU, existen barreras en la mujer rural que impiden su productividad porque las campesinas tienen menos recursos y educación, pero saben que necesitan hacer inversiones en su territorio para integrarse en los mercados.
Las barreras que sufren las mujeres en el campo son un impedimento para el desarrollo sostenible y productivo, por lo que las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtieron que deben atacarse sus causas estructurales.
El director general de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, destacó que las mujeres, a pesar de representar el 45% de la mano de obra agrícola, “desafortunadamente siguen teniendo grandes dificultades en los países en desarrollo”.
Entre ellas, la falta de acceso a los recursos naturales, a la información y a los mercados, lo que les impide desarrollar sus actividades.
Por su parte, Andrea Londoño Sánchez, coordinadora del proyecto “Hablemos de trabajadoras domésticas” de la Fundación Bien Humano manifestó que en Colombia se evidencia la barrera cultural de la desigualdad de género, es decir “el machismo y el patriarcado sobresalen al considerar que hay oficios para las mujeres y otros para los hombres”, por lo que hay que romper la desigualdad cultural existente.
En segunda instancia, Londoño Sánchez mencionó que la educación es otra barrera en la que hay que trabajar entre el Estado, la empresa privada y la sociedad civil para que las mujeres rurales y de la ciudad tengan acceso a esta.
Además, agregó que hay otra desigualdad de la mujer frente al acceso a los medios de producción, “es decir, necesitamos franquear los obstáculos que tiene la mujer rural en mayor medida que la urbana, pero ambas frente a la autonomía económica” indicó la coordinadora y concluyó que la falta de respeto se evidencia porque “los hogares se han convertido en lugares peligrosos para las mujeres, necesitamos que con un enfoque de derechos y de igualdad de género, la ley y la sociedad velen por los derechos de las mujeres dentro del trabajo doméstico”.
La directora de Programas de ONU Mujeres, María Noel Vaeza, alertó que “los cambios climáticos exacerbarán los obstáculos estructurales que padecen las mujeres y crearán otros nuevos”.
Menos del 20% de los propietarios de tierras en el mundo son mujeres, según datos del organismo. “Si las agricultoras tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres, se estima que el número de hambrientos en el mundo se reduciría hasta en 150 millones por un aumento de la productividad, impulsando además la economía”, indicó.
Reforzar las cooperativas de mujeres, establecer exenciones fiscales para ellas y ampliar sus capacidades para que integren sus productos en cadenas de valor sostenibles ambientalmente son algunas de las alternativas que defendió Vaeza.
El comisario europeo de Cooperación Internacional y Desarrollo, Neven Mimica, incidió en la idea de que “educando a mujeres se educa a una generación entera, lo mismo que pasa cuando se las empodera con el acceso a conocimientos, recursos y oportunidades”.
Por lo que con programas de participación femenina para administrar la tierra o acceder a las tecnologías, entre otros tantos, las agencias de Naciones Unidas dedicadas a la alimentación destacaron la importancia de fomentar las políticas de género.
Problemática mundial
En países en desarrollo de África y Asia, las mujeres trabajan entre doce y trece horas más que los hombres a la semana. Mientras que los hombres dedican entre un 30% y un 40% de sus ingresos a sus hogares, las mujeres lo hacen con hasta el 90%.
“Las mujeres tienen sentido de la responsabilidad y son capaces de sacrificarse por otros. No se puede hablar de derechos de las mujeres cuando tantas personas están muriendo de hambre por los conflictos”, enfatizó Tawakkol Karman, galardonada con el Nobel de la Paz en 2011.
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