Mientras no haya agresiones físicas los insultos y comentarios salidos de tono deben recibirse con entereza
El Concejo de Medellín analiza un proyecto de acuerdo para modificar el Presupuesto Participativo. Infortunadamente ha generado más noticia lo que hay alrededor de la discusión que el sustento de la propuesta misma, tal vez como reconocimiento de lo que le ha faltado al proceso: mayor apropiación de los ciudadanos del común, de los grupos de interés y de los líderes sociales.
Como su nombre lo indica, se trata de una invitación a la democracia participativa, que implica acompañamiento, compromiso, veeduría y respeto por la decisión de las mayorías. Por eso resultaba absurdo que los concejales cancelaran la socialización del proyecto en los barrios y la redujeran al recinto de sesiones, tras las críticas que recibieron en el primer ejercicio de discusión descentralizada en la sede del ITM en el barrio Boston. Aunque deplorable que haya actitudes agresivas frente a los corporados, o cualquier persona, mientras no haya agresiones físicas los insultos y comentarios salidos de tono deben recibirse con entereza y un poco de estoicismo.
En su tono particular, la concejala Luz Marina Múnera, les preguntó a sus colegas si creían que los iban a recibir con flores desde los balcones. Una manera coloquial de recordarles que la crítica también es una manera de participar en la democracia y que la relación entre los ciudadanos y sus representantes no siempre transita por veredas amables o caminos despejados. Levantar la voz, así no sea muy cortés, es una manera democrática de expresión a la que hay que responder con argumentos y buen ejemplo, más que con pataletas o afrentas. Descalificar el argumento no es lo mismo que descalificar a las personas, y cancelar la agenda ante las primeras molestias, no parecía proporcionado. Por fortuna, la decisión se reversó y se retomó la agenda con la esperanza de que haya menos gritos y más argumentos.
La avenida Pensilvania en Washington, al frente de la Casa Blanca, diariamente es escenario de una manifestación contra algo o contra alguien. Así ha sido en todas las administraciones y hasta ahora a nadie se le ha ocurrido reprimirlas, cerrar la vía o trasladar la sede de gobierno. Entienden que se trata de un ejercicio democrático de expresión, aunque algunos opinen que la verdadera democracia sería que alguien respondiera los reclamos y los argumentos de los manifestantes que terminan haciendo parte del paisaje. Tal vez eso es lo que reclaman quienes insultaron a los concejales, que los dejen expresar y que les expliquen por qué quieren cambiar una figura que los hace sentir parte de las decisiones de la ciudad.
La figura del Presupuesto Participativo se adoptó en Medellín en 2004, inspirada en el “modelo brasileño” de participación ciudadana nacido en Porto Alegre, capital del Estado Río Grande do Sul como estrategia para vencer la inequidad social y luchar contra la corrupción y la clientela. Aquí, ha recibido críticas y señalamientos casi desde que apareció. Primero porque la priorización que las comunidades hacían de los proyectos era más emotiva que técnica, luego porque se presume que hay intereses particulares de por medio y después porque se cree que los ilegales manejan los hilos de las decisiones. Argumentos que hay que tener en cuenta como elementos de aprendizaje mutuo, pues la Administración debe entregar herramientas y hacer acompañamiento, pero también aceptar que la construcción de ciudadanía toma tiempo y no siempre se traza en línea recta y ascendente.
Seguramente es hora de afinar el sistema del PP, bajo el entendido de que la democracia no es producto terminado ni de talla única. Hace falta estar revisando y ajustando los mecanismos de participación para mejorarlos, teniendo el cuidado de no vender el sofá ante la primera sospecha. Es mejor tener una participación imperfecta que una perfecta apatía o un desinterés total por los destinos de la ciudad. Si ello implica recibir tomates, habrá que recibirlos sin perder la compostura, porque lo que está en juego es mucho más que un asunto de popularidad.