Barcelona con un tamaño 26 veces menor que el de Atlanta, genera un impacto ambiental 10 veces menor.
No existe una herramienta más contundente en la lucha contra el cambio climático y la disminución del impacto ambiental en las ciudades, que la forma como estas ocupan el territorio.
Recuperar un cuerpo de agua, fortalecer la conectividad ecológica, diseñar con fundamento técnico el paisaje urbano, escoger las especies adecuadas para cada espacio, atraer y proteger la fauna, tejer la ciudad a través de senderos peatonales y ciclorrutas, disminuir los niveles de ruido y mejorar la calidad de aire, parecieran ser características estratégicas suficientes para determinar la contribución ambiental de un proyecto.
Sin embargo, el aporte más importante de Parques del Río Medellín en materia medio ambiental, está en la contribución a la disminución de la huella ecológica.
Un término un poco abstracto que busca resumir por medio de un indicador, las presiones humanas sobre la naturaleza, como consecuencia del consumo de materiales, energía, ocupación del suelo, establecimiento de infraestructura, contaminación y producción.
En otras palabras, es el impacto que generan las actividades humanas en términos del área biológicamente necesaria para producir todos los bienes consumidos y asimilar todos los residuos producidos.
En nuestras ciudades, particularmente está huella es muy alta por el desbordado crecimiento demográfico, el consumo inapropiado de los recursos naturales, la utilización ineficiente de los procesos energéticos, los malos hábitos de movilidad, pero sobre todo por la desorganizada ocupación del territorio.
Particularmente en Medellín el fenómeno es muy evidente, producido por 40 años de crecimiento demográfico en la media y alta ladera, la generación de suburbios alejados del casco urbano que inducen a aumentar los tiempos de viaje, complejizar el transporte de materiales y alimentos y obliga desde la planificación pública a generar centralidades dispersas con equipamientos de servicios, como hospitales y colegios.
Si bien es inevitable que cualquier acción o proceso que realizamos genere una huella, será la forma o el modelo que utilicemos para ocupar el territorio la que definirá la magnitud de la misma.
Así entonces, a través de un modelo de ocupación densa y compacta del territorio, que concentre el crecimiento de la ciudad en la parte central del valle, de acuerdo con el Plan de Ordenamiento Territorial 2014 y utilizando el proyecto Parques del Río como el detonador de esta transformación urbana, será como esta huella ecológica podría tener un valor hasta 3.1 veces menor, que si por el contrario la recepción del crecimiento se siguiera consolidando en la media o alta ladera.
Este fue el resultado de un estudio adelantado por la Gerencia de Parques del Río con el apoyo de un grupo de asesores especializados y liderado por el Subdirector del Centro Nacional de Producción Más Limpia, quienes además encontraron que el impacto que puede generar la construcción de Parques del Río en la huella ecológica no es mayor al 0,01%.
No existe una herramienta más contundente en la lucha contra el cambio climático y la disminución del impacto ambiental en las ciudades, que la forma como estas ocupan el territorio. Al comparar por ejemplo dos ciudades como Atlanta y Barcelona, dos ciudades con una población similar, encontramos que, un modelo compacto como el que ha logrado Barcelona con un tamaño 26 veces menor que el de Atlanta, genera un impacto ambiental 10 veces menor, evidenciado en las emisiones de CO2 anual por habitante (Atlanta 7.5 Toneladas, Barcelona 0,7 Toneladas)[i].
En 2014 Medellín trazo un Plan de Ordenamiento Territorial de 12 años, necesitamos fortaleza y contundencia para llevarlo a cabo, porque la planificación sin ejecución se vuelve bibliografía.
[i] Transity and Density: Atlanta, the United States and Western Europe Bertaud and Richardson, 2004