Las elecciones para el Senado y la Cámara del pasado domingo fueron las más votadas o tuvieron la mayor participación en la historia de esos comicios. Perdieron aquellos que anunciaron un desastre electoral en las urnas para la conformación del Congreso
Aunque todavía avanzan los escrutinios de las elecciones del pasado domingo, que darán los resultados definitivos y legales de las votaciones para el Congreso y las consultas interpartidistas, con el sólo preconteo de la Registraduría ya se puede concluir que aumentó la participación electoral de los colombianos para la conformación del Senado y la Cámara. Y esa es una magnifica novedad.
Tradicionalmente los comicios legislativos son los que registran la más baja votación entre los certámenes electorales que se realizan en Colombia y son superados ampliamente por los presidenciales e incluso por los territoriales, en los que está en juego el poder municipal y regional.
Desde la misma noche del pasado domingo, los analistas están aceptando que la realización de las consultas interpartidistas al mismo tiempo de las legislativas, ayudaron a jalonar la participación en las elecciones para el Congreso.
Este hecho de todas maneras es un muy significativo por todo el desprestigio que arrastra el trabajo de los congresistas, lo que llevó a estimar que la votación sería muy pobre o desalentadora para preservar la democracia colombiana, que aunque imperfecta es un valor supremo que hay que conservar y ayudar a mejorar cada día. Por eso los agoreros del desastre están en el grupo de los grandes perdedores.
Igualmente este incremento de votantes nacionales y en Antioquia, también se debe a las campañas de conductismo electoral y político que se desplegaron hábilmente a través de la propaganda de advertir que Colombia correría el riesgo de convertirse en una segunda Venezuela.
Así las cosas, la democracia colombiana acaba de sortear otra dura prueba de juego y salió bien librada rumbo a las elecciones presidenciales de mayo, con escasez o no de tarjetas paras las consultas.
Con ese antecedente del domingo, se puede concluir que se eligió un Congreso legítimo y ojalá los legisladores respeten a los colombianos cumpliendo con altura el mandato que les entregó el elector y se aparten de los lamentables escándalos que rodean a esta institución tan fundamental para el engranaje institucional de la República.
Los 17.8 millones de votos depositados en las urnas del domingo, es el registro electoral más alto en la historia de las elecciones para el Congreso de Colombia.
Los críticos ácidos dirán que ese aumento está directamente correlacionado con el aumento del censo electoral de votantes, pero es muy positivo que en vez de disminuir la participación la aumente, sobre todo por la indignación de muchos colombianos por las decisiones, prebendas y las actuaciones de los congresistas.
En el 2014 votaron 13.4 millones de colombianos, por lo cual es altamente significativo el aumento de más de cuatro millones de sufragantes en cuatro años y en medio de todos los problemas que originan los congresistas.
Con lo ocurrido el domingo, la movilización en las urnas por poco llega a la mitad del censo electoral nacional de votantes, que es de 36.4 millones de colombianos, y está rondando el 49% de electores en un país acostumbrado a la apatía con los certámenes democráticos.
La votación para el Senado de 17.8 millones de electores es casi igual a la que se depositó para la Cámaras sumando la de todos los departamentos e incluso un poquito más.
El lunar negro sigue persistiendo por los lados de la votación desperdiciada que sigue muy alta, superando los dos millones de votos, entre tarjetones nulos y las tarjetas no marcadas.
Pero el estratega y analista electoral Diego Corrales está preparando un trabajo que en este sentido le consultamos, y anticipó que aunque son altos los votos mal empleados, se percibe una tendencia a disminuir producto del nuevo tarjetón, que aunque todavía complejo, facilita más la comprensión del sufragante raso.
Recordemos que este modelo de tarjeta electoral apenas lleva dos elecciones, pues se estrenó en las elecciones legislativas del 2014.
Precisamente todo lo que ocurrió en los comicios de hace tres días atrás, llevó a que Corrales expresara que parecía unas elecciones para presidenciales, que son las más votadas, lo que es un muy buen síntoma para que aumente aún más la participación en las presidenciales de primera vuelta o única, pues puede ser tan grande la avalancha de electores, que uno de los candidatos puede ganar de una.
Fue tan buena la votación, que la cifra repartidora para el Senado nacional, que se vaticinaba podría quedar en 390.000 o 410.000 votos, ya va por los 470.000 votos que necesita un partido para ganar una curul.
Las votaciones tanto para el Senado como para la Cámara fueron muy idénticas y fluctuaron en total cada una en los 2.1 millones de electores.
Hace cuatro años el resultado total en votos para la Cámara fue de casi 1.6 millones, por lo cual el aumento fue de unos 500.000, para lo cual contribuyó enormemente el Partido Centro Democrático que creció en las urnas en casi 200.000 sufragios y consiguió una curul más, esta vez con lista con voto preferente.
Los votos nulos y los no marcados superan las 250.000 tarjetas, muy por debajo al 2014, cuando se contabilizaron más de 300.000 votos desperdiciados. Esto vuelve a demostrar que aunque engorroso, el ciudadano ha aprendido a manejar las tarjetas.
En Colombia la votación total para las dos consultas interpartidistas fue de 9.6 millones y en Antioquia aportó a ese global con 1.1 millones de votantes.
El aumento para la Cámara fue tan importante en esta región, que la cifra repartidora que se calculaba podría subir a unos 61.000 sufragios ya va por los 77.000 votos que deben sacar un partido para obtener un escaño de Cámara.