El chavismo es una tragedia inenarrable que ha destruido la nación venezolana. Y Bolívar es la presa de la cual siguen valiéndose.
Aunque le he dedicado al estudio de las ideas, los conceptos y las teorías buena parte de mi vida no dudo en calificar el conocimiento de la historia como imprescindible. Para toda la población, pero sobre todo para los dirigentes de los asuntos públicos y de los privados. Lo que diferencia un político del montón de un hombre público con visión es el conocimiento de la historia. He conocido buenos dirigentes, ejecutivos eficientes que aciertan en sus realizaciones pero su ignorancia de la historia les impide ver la dimensión de lo que han emprendido y con ella hubieran tenido aliento para enfrentar mayores retos.
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Traigo esta idea a la opinión pues es desde el conocimiento histórico que se pueden juzgar las realizaciones y los destinos de las naciones. Se conmemorará dentro de poco el nacimiento de Bolívar y un hombre de estado como él, con visión no solo de nación sino de continente, debería servirnos para evaluarnos y mirar lo realizado. Pero hay grandes dificultades para hacer la tarea pues la miopía se ha apoderado de nuestras mentes y de su memoria se ha apropiado de manera fraudulenta y extremadamente descarada un grupo humano cleptócrata y criminal en la nación que lo vio nacer. El chavismo es una tragedia inenarrable que ha destruido la nación venezolana. Y Bolívar es la presa de la cual siguen valiéndose. Pero no solo el escandaloso y corrupto movimiento allá sino que también un movimiento insurreccional en Colombia se apropió de su nombre para disfrazar la razzia más escandalosa de crímenes y destrucción de la vida y la naturaleza.
No ha lugar a que la memoria de Bolívar sea utilizada de tan traidora manera. Si pudiera contemplar el estado de las naciones que quieren honrarlo observaría un desarrollo desigual. Y no son asuntos de clase social, pobre o ricos, quienes tengan derecho a evocarlo. Tienen derecho quienes muestren que ha logrado en más de dos siglos realizar un poco de su sueño para América.
Lula es tan obrero como Maduro o peón como Páez. ¿De cuando acá la procedencia social, "humilde o popular" de un gobernante lo convierte en inmune a las tentaciones del poder? Una escoria y un palo en la rueda para el proyecto de una América Latina más justa son esos “izquierdistas” y terminan tan delincuentes como cualquier patrón de ultraderecha.
Hoy cuando en América Latina se esparce toda la podredumbre de los llamados gobiernos de “izquierda”, “progresistas'' se pretende presentar como honestos a uno pillos, o como víctimas a delincuentes que no tienen empacho en ocultar su enriquecimiento obtenido desde el poder. Hoy estamos presenciado la defensa que los obreros de Brasil le hacen a Lula, presentándolo como una víctima de la derecha y del imperio. ¿Y es que acaso no llegó al poder Lula de la mano de Odebrecht? ¿No fue su fiel cobrador estrella de la empresa que a la salida de la presidencia se dedicó a servirles como un leal obrero por el continente? Hoy apela a los trabajadores para ocultar sus delitos. Lula no solo tiene responsabilidad en el caso de Petrobras, en la destrucción de la selva amazónica, junto con la Sra. Rousseff, serán recordados como líderes del ecocido amazónico y soportes del IIRSA, COSIPLAN Y UNASUR las nuevas cabezas de playa del capital financiero mundial para terminar de saquear los recursos naturales de Suramérica. Y menciono esas lluvias para que los buenos entendedores se pregunten por nuestros pantanos en Colombia y Venezuela y ya sobre esto hay buena ilustración pero los depredadores, los traidores se pasean cargados de honores y del favor de una ciudadanía amnésica.