A principios del siglo XX Medellín era otra cosa completamente distinta. La división más marcada era entre los ricos y los pobres. Los que tenían dinero eran de familias reconocidas y el pueblo vivía sin recursos económicos y hasta se distinguía por no usar zapatos. Los barrios y sectores de la ciudad de los más adinerados se hacían reconocer por el gran público que sabía exactamente quién vivía en cada residencia y la enorme cantidad de población no sabía ni leer ni escribir.

Los automóviles eran reconocidos por sus propietarios y todos esos vehículos venían de los Estados Unidos pues era muy difícil transportar desde Europa los automóviles y había una creencia de admiración por los automóviles marca Buick, Packard y Cadillac.

Otro factor muy importante lo marcaban en Medellín los clubes Unión y Campestre pues se daba por sentado que sus socios eran ricos importantísimos y privilegiados.

Todo fue cambiando lentamente mientras unos pocos ‘liberales’ se  fueron dejando influir por teorías de la izquierda rusa mientras otra parte de la población soñaba todo el tiempo en los Estados Unidos.

Vea: La política hoy

Durante la Segunda Guerra Mundial países como los Estados  Unidos y Rusia se aliaron para combatir la Alemania de Hitler mientras en Colombia aparecían progresos industriales que hicieron olvidar las creencias marcadas por ricos blancos y pobres negros.

En el mundo de hoy los partidos políticos no están siendo manejados por ideologías sino por la cantidad de dinero que disponen para hacer campañas en la televisión pero este medio de comunicación no profundiza en las ideologías. La política actual depende del dinero que se disponga para financiar las campañas pero no se profundiza en el tema de las ideologías. En recientes programas de televisión se presentaron los candidatos quienes no expusieron ideologías profundas.

Lea también: Los candidatos se midieron el aceite

En el mundo de hoy hasta Su Santidad el Papa ha cambiado sus actitudes y en la televisión mundial apareció el actual pontífice quien se arrodilló para lavar los pies de un personaje desconocido a quien luego le besó los pies en señal de servicio, pero no pronunció una sola palabra, lo que terminó haciéndonos recordar el dicho de que una imagen vale más que mil palabras