Quien piense que la solución al problema de la calidad del aire está en un mejor Acpm, entra en la misma lógica del fumador que cree que un cigarrillo mentolado le hace menos daño a sus pulmones.
La tendencia parece ser clara. Las estaciones de medición de la calidad del aire en el Valle de Aburrá están pasando de amarillo a naranja. Algunos expertos ya vaticinan que en cuestión de semanas, con los cambios en el estado del tiempo propios de marzo, la situación se ponga aún más grave en materia de calidad del aire.
La presión ciudadana y las abundantes evidencias del daño que hace el material particulado 2.5 en la salud, han motivado que las autoridades tomen algunas medidas importantes, pero que basadas en resultados aún parecen insuficientes, o ineficaces.
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Recientemente se firmó en el Jardín Botánico de Medellín el Pacto por la Calidad del Aire, en el que entidades públicas y privadas de la ciudad se comprometían, por medio de un poco más de 400 acciones, a impactar positivamente en la reducción de agentes contaminantes del aire por medio de sus instituciones. El grupo de activista de estas causas —que deberían ser las de todos ¿quién de los que está leyendo esto no está respirando el mismo aire que yo?— se dio a la tarea de revisar esos compromisos y comprobó que el 71% de esos compromisos no son verificables y el 70% de los mismos tendría un impacto bajo o muy bajo.
En la lista de compromisos de algunas compañías, en vez de incluir incentivos para que sus trabajadores fueran en transporte público, compartieran el vehículo, llegaran en bicicleta o cumplieran con sus labores desde casa; se comprometieron, por ejemplo, a reducir el consumo de agua. ¡Maravilloso!, pero eso no ayuda a tener un mejor aire.
Hay otras estrategias de control que, aunque se pretenda mostrar como exitosas, no han tenido impacto alguno. En enero, de acuerdo con la Alcaldía de Medellín, se revisaron 1082 vehículos entre camiones, buses y volquetas, de los cuales el 36% no pasó la revisión realizada, una cifra muy similar a la de años anteriores. La Secretaría de Movilidad explicó que cada revisión puede tardar un poco más de 15 minutos y que tiene en la ciudad seis puestos de control. Lo que quiere decir que se revisaron 36 vehículos al día, unos seis vehículos por cada puesto de control. ¿muy poco, no?
¿Es por eso que los vehículos chimeneas se siguen viendo —¡y por montones!—
circulando en la ciudad?
Desde ya el alcalde de Medellín parece estarse preparando para una situación peor. En cada escenario donde se aborda el tema reitera la falta de compromiso de Ecopetrol para mejorar la calidad del combustible vendido en la ciudad, lo que es cierto; pero no exclusivo. Hace falta mucho más compromiso. Empezando por la necesidad, no de mejorar la calidad del diesel, sino en pensar en cambiarlo por energías limpias y en apoyar con medidas estructurales de cambia que muchos ciudadanos ya vienen realizando.
Quien piense que la solución al problema de la calidad del aire está en un mejor Acpm, entra en la misma lógica del fumador que cree que un cigarrillo mentolado le hace menos daño a sus pulmones.