En las universidades publicas seguir pensando que el conocimiento es una mercancía y que la formación de recursos humanos un negocio está impidiendo verlos como un bien social
Los órganos de dirección de los conglomerados humanos tienen un indudable y protagónico papel en la orientación de las acciones de los organismos que presiden y orientan. Por ello mismo les cabe una responsabilidad indudable en las decisionesny errores que se cometen, en las políticas que se implementan, en las correcciones que se realizano en la confirmaciónde direcciones que se han asumido.
Desde un punto de vistabiológico, esas entidades son la expresión práctica de la existencia de unas jerarquías que son inherentes a la vida misma. Razonamientos un tanto absurdos, reforzados o provenientes de ideologías igualitaristas, rechazan por ignorancia la existencia de esas jerarquías; es como si supusieran que la dirección que puede asumir una organización simple o compleja la pudiera tomar el encargado de abrir o cerrar las puertas de acceso.
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Por la anterior razón les corresponde a esos órganos de dirección una responsabilidad decisiva e innegable en la conducción de las entidades que no se les puede atribuir a los porteros. Y por supuesto que hay atenuantes para sus miembros particulares pues esas entidades son colegiadas y por ello son susceptibles frente a los cambios y por naturaleza sensibles a los liderazgos concretos.Todos sabemos que en los grupos hay voces cantantes, elementos con peso de experiencia y autoridad que emana de sus conocimientoso de su poder de cualquier tipo que sea. Este factor hace que otros miembros de esos grupos sean silenciosos, poco participantes y tímidos pero sus votos si son fundamentales al apoyar direcciones y sentidos saludables o nocivos.
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Como las direcciones que asumen esos órganosson generalmente colegiadas, la responsabilidad se difumina, la discreción propia del funcionamiento hace que en casos de errores sea colectiva la responsabilidad.A diferencia de gerentes o rectores, las juntas directivas o los consejos superiores disfrutan de un cierto anonimato y pareciera que su responsabilidad se difumina en la marcha. Pero el hecho es que sean grandes,medianas o pequeñas las empresas o las organizaciones, las universidades o las municipalidades se meten en atolladeros, comprometen su futuro, se pueden hacer insostenibles o pueden ser llevadas al fracaso de forma ineluctable.
Ejemplos de lo anteriormente descrito hay muchísimos, organismos de dirección sin visión de futuro son directos responsables de las quiebras de empresas prominentes por no haber previsto con la debida antelación incluso cambios en las políticas de contexto. El ejemplo de la ruina de algunas industrias nacionales ante la apertura económica del gobierno de César Gaviria es contundente. Los momentos de cambio vertiginoso deben ser previstos pues es parte de la condición humana hacer ejercicios de prospectiva, sin ellos no estaríamos sobre la tierra como especie; pero en ocasiones la comodidad impide hacer esos cambios, otras veces es la ausencia de liderazgos o visiones lo que lleva a los baches y el fracaso.
En las universidades públicas seguir pensando que el conocimiento es una mercancía y que la formación de recursos humanos un negocio está impidiendo verlos como un bien social y un patrimonio que permite la construcción de la nación que queremos. La tiranía del mercado, considerado como una divinidad que lo regula todo automáticamente, está impidiendo ver un futuro en el cual la producción de conocimientos y recursos humanos es el camino para la paz y la generación de un bienestar social generalizado, no exclusivamente de una élite retrógrada que se niega a abrir la puerta a un nuevo país que requiere nacer de la mano de todos.