Oler la comida hace que se aumente de peso

Autor: Redacción
6 julio de 2017 - 09:58 AM

Investigación realizada en la Universidad de California en Berkeley con ratones de laboratorio concluye que no oler la comida hace bajar de peso.

California, EE.UU

Robert Sanders escribió para la revista Berkeley News un artículo basado en un estudio adelantado por la Universidad de California y que hace referencia a un sorpresivo hallazgo científico: Oler la comida engorda.

Según la investigación dada a conocer este miércoles y realizada con ratones de laboratorio en la Universidad de California en Berkeley (una de las mejores del mundo, según el Times Higher Education World University Rankings) no oler la comida hace bajar de peso.

Aseguran los investigadores que debido a que el sentido del olfato es clave para el disfrute de los alimentos, ese disfrute equivaldría a consumir alimento.

La conclusión surgió a raíz de observar cómo los ratones obesos del experimento que perdieron el sentido del olfato también perdieron peso. Los ratones delgados, pero con deficiencia de olor, comían la misma cantidad de alimento graso que los ratones que conservaban su sentido del olfato y aumentaban al doble de su peso normal.

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Además, añade el informe científico, los ratones con un sentido del olfato potenciado - súper olores- se volvieron aún más gordos con una dieta alta en grasa que los ratones con olor normal.

Los hallazgos sugieren que el olor de lo que comemos puede jugar un papel importante en cómo el cuerpo se ocupa de las calorías: si no puede oler la comida, el cuerpo la quemará en lugar de almacenarla.

Estos resultados apuntan a una conexión clave entre el sistema olfativo y las regiones del cerebro que regulan el metabolismo, en particular el hipotálamo, aunque los circuitos neurales todavía son desconocidos.

"Este documento es uno de los primeros estudios que realmente muestra si manipulamos insumos olfatorios que realmente podemos alterar cómo el cerebro percibe el equilibrio energético y cómo el cerebro regula el equilibrio energético", dijo Céline Riera, exbecaria de la UC Berkeley ahora en Cedars -Sinai Medical Center en Los Angeles.

Los seres humanos que pierden su sentido del olfato debido a la edad, lesiones o enfermedades como el Parkinson a menudo se vuelven anoréxicos, pero la causa aún no ha sido establecida porque la pérdida de placer en comer también conduce a la depresión, que por sí misma puede causar pérdida de apetito.

El estudio, publicado asimismo en la revista Metabolismo de las células, implica que la pérdida de olor en sí desempeña un papel y sugiere posibles intervenciones para aquellos que han perdido su olor, así como aquellos que tienen problemas para perder peso.

"Si podemos validar esto en los seres humanos, tal vez podamos hacer una droga que no interfiera con el olfato, pero que bloquee los circuitos metabólicos. Eso sería sorprendente", expresó Andrew Dillin, autor principal de Thomas and Stacey Siebel, en la investigación sobre células madre, profesor de biología molecular y celular e investigador del Instituto Médico Howard Hughes.

Céline Riera, citada por Sanders, señaló que los ratones, así como los seres humanos, son más sensibles a los olores cuando tienen hambre que cuando han comido, por lo que tal vez la falta de olfato hace creer al pensamiento que ya se ha comido.

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Sanders concluye con lo siguiente: los ratones obesos, que también habían desarrollado intolerancia a la glucosa -una condición que conduce a la diabetes- no sólo perdieron peso en una dieta alta en grasa, sino que recuperaron la tolerancia normal a la glucosa.

En el lado negativo, la pérdida de olfato fue acompañada por un gran aumento en los niveles de la hormona noradrenalina, que es una respuesta al estrés ligada al sistema nervioso simpático. En los seres humanos, un aumento sostenido de esta hormona podría conducir a un ataque al corazón.

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