La ONU exigió una investigación por parte de la justicia internacional, ya que consideran que la violencia que ha sufrido la etnia musulmana rohinyá podría representar un delito de lesa humanidad.
La ONU consideró este miércoles que las atrocidades y la prolongada persecución que sufre la minoría rohinyá en Birmania pueden considerarse como crímenes contra la humanidad y que este caso requiere ser examinado por la justicia internacional.
"La severidad de las violaciones (...) puede equivaler a posibles crímenes contra la humanidad, lo que justifica la atención de la Corte Penal Internacional", dijo el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Zeid Ra'ad al Hussein.
En la presentación de su informe anual ante el Consejo de Derechos Humanos, Zeid consideró que, en consecuencia, "lo mínimo" que puede hacer esta instancia es "establecer una comisión internacional que investigue la violencia contra los rohinyás", una comunidad de confesión musulmana.
La ONU señaló, en un informe sobre derechos humanos en Birmania presentado hace un mes, que esa minoría es víctima de diversas atrocidades perpetradas por las fuerzas de seguridad, las que se han agravado a raíz de operaciones de seguridad lanzadas a partir del pasado octubre y que continúan.
En ese informe figuraba "evidencia corroborada por testigos oculares de asesinatos masivos, incluso de bebés, niños y ancianos; el incendio premeditado de aldeas enteras, detenciones masivas y violencia sexual sistemática", recordó hoy Zeid.
"Parece que lo que las fuerzas de seguridad llaman operación de contrainsurgencia, en realidad está dirigida a expulsar a toda población rohinyá de Birmania", agregó.
Zeid insistió también en la voluntad de su entidad de abrir una oficina en Birmania, pero recordó que las autoridades siguen negando la autorización para ello, por lo que debe hacer un seguimiento de la situación en este país desde Bangladesh.
A este último país han sido obligados a huir al menos 73.000 rohinyás, que son acusados en Birmania de no ser realmente nacionales de este país, sino en realidad bengalíes, por lo que deben retornar a Bangladesh, donde viven como refugiados. Cerca del 90% de la población birmana es budista.