Al leer la obra narrativa de Darío Ruiz Gómez los lectores se adentran en las entrañas de Medellín, ese es el referente constante de sus cuentos, los cuales son protagonistas en la nueva antología de este escritor antioqueño que la Editorial Eafit publicó recientemente.

Para conocer de los personajes y vivencias de los mismos, el propio cuentista habló con EL MUNDO.

¿De qué hablan los cuentos de la nueva publicación?

Es una antología de seis libros de cuentos que he sacado desde 1967 hasta hoy. 

Son de diferentes temáticas, desde la incorporación del territorio, de la ciudad de Medellín, la primera muestra de narrativa urbana que aparece en Colombia hasta un libro que se llama Crímenes municipales, que también es una serie de cuentos sobre la situación de violencia de Medellín creada por el narcotráfico, pero no como testimonio sino como ficciones al lado de personajes muy disparatados. 

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¿Cómo son esas ficciones que recrea? ¿Cómo construyó esas narrativas entorno a la misma realidad local?

Son ficciones muy humanizadas. Yo no miro a los ‘narcos’ como especies raras sino que los miro como seres humanos que están metidos en una encrucijada. 
A estos cuentos los caracteriza la búsqueda de un lenguaje propio, de una experimentación alrededor de las distintas historias.

¿Y los personajes que se citan?

Los personajes son las mismas personas del barrio, como elemento cave de la ciudad, como sus vertientes, la calle. 

Se trata de una recolección de todo lo que yo aprendí de grandes escritores, como Cesare Pavese, es lo que hay de piedad, de amor, de benevolencia en la gente humilde, en la gente modesta, y lo que hay también de grandeza en una madre que cumple con su deber calladamente.

Aquí nos enseñamos, a través de algunos medios de comunicación, a leer al falso, el estafador, el granuja, el sinvergüenza, el violento; yo recupero ahí ese personaje, el pequeño hombre de barrio que se convierte en un gran narcotraficante y, sin embargo, recuerda su barrio, a sus amigos. 

Hay otros, por ejemplo personajes de la alta sociedad, envueltos también en el maremagnum de la violencia.

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Cuentos de Darío Ruiz Gómez hace parte de la colección Debajo de las estrellas de la Editorial Eafit, ¿Cómo llegó su antología a hacer parte de esta serie de libros que se sacó en la vigente Fiesta del Libro?

Esa colección, Debajo de las estrellas, la dirige Juan Diego Mejía, el escritor; él escoge los autores que van a hacer parte de esa colección. 

Entonces, desde 1967 la crítica ha considerado que el aporte cuentístico de Darío Ruiz Gómez ha sido el más importante de la narrativa colombiana, eso lo han testimoniado, y por eso se me dijo que se logró incluir en la colección.

Mis cuentos están en la colección al lado de la obra de Julio Paredes, un escritor más joven y también muy importante, quien ya había sido como “olvidado” por las editoriales.

¿Qué es lo que más lo satisface del libro Cuentos de Darío Ruiz Gómez?

Por un lado ha sido una muestra de lo que ha sido mi trabajo como cuentista en la narrativa colombiana y segundo también la valoración formal de lo que significa escribir un cuento. 

¿Cuál es el valor que usted le da al cuento en la memoria, a propósito de la temática de esta Fiesta del Libro?

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Yo no creo en las memorias históricas, ese es un término acuñado por cierta izquierda colombiana, con fines político.

Yo he trabaja mucho, en mis columnas periodísticas, el término de la memoria. Entonces, la literatura es fundamentalmente la posibilidad de la memoria frente a la agresión de los hechos históricos, y es por eso que los pequeños personajes, como el par de padres quienes saben que su hija se va a ir un día y los va a dejar solos o las pequeñas historias de la madre quien mientras lavaba la ropa sabe que a su hijo lo está persiguiendo la policía y el personaje que busca a una mujer a través de todos los cafés de Medellín, esa es la memoria de una ciudad, repito, que solamente a través de la literatura puede ser recuperada la memoria.

Hay una frase de Walter Benjamin, un gran pensador, que dice que “la historia es un recuerdo que está en peligro”, y eso ha sido para mi, fundamentalmente, la búsqueda a través de mi narrativa. 

¿Cómo interpretó precisamente esa frase de Walter Benjamin en su novela Las sombras?

Mi novela Las sombras es la historia de la violencia, pero a través de personajes que la padecen, no a través de los victimarios. 

Creo que el ejercicio de memoria ahí es fundamentalmente traer al presente lo que fue ofendido.