No Matarás, la búsqueda de la paz mediante la noviolencia

Autor: Jorge Daniel Echeverri Martínez
20 agosto de 2017 - 02:00 PM

Este movimiento es responsable y artífice de una serie de iniciativas ciudadanas que buscan promover la convivencia y las reflexiones de ciudad, en un contexto en el cual está germinando una juventud que se resiste a la cultura de la muerte y el dinero fácil que ha desatado un aumento de la violencia urbana.

Medellín

Con su último acto simbólico, parecía que estuvieran emulando un pasaje del apocalipsis que enuncia la biblia católica: “el tercer ángel derramó su copa en los ríos y en las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre”. El nombre que dieron a esta acción política, y con el cual ha venido siendo identificado este grupo en la opinión pública, corresponde con el quinto mandamiento de la ley judeocristiana.

Sin embargo, son un grupo cívico en el cual hay personas de todos los orígenes, credos y posturas políticas, que a pesar de que aún no se han organizado formalmente y no tienen un nombre definido, la sociedad medellinense los identificó como el colectivo No Matarás, cuyo nombre surgió a raíz de dicho acto, en el cual, el pasado 29 de julio, vertieron anilina vegetal roja en las fuentes de agua de San Antonio, Parque Bolívar, Pies Descalzos y el Teatro Pablo Tobón Uribe, representando la sangre derramada por los habitantes de la ciudad, debido al aumento de los homicidios registrados en los últimos meses. 

Este colectivo, en el cual se juntaron estudiantes universitarios, profesionales, integrantes de espacios como Lunes de Ciudad, Corporación Región, la Nueva Escuela de Pensamiento Fernando González y otros procesos culturales, cívicos y sociales, decidieron unirse para conversar sobre las problemáticas de ciudad y crear dicha iniciativa, que pese a que fue reconocida por diversos sectores, no cayó bien en la Administración Municipal.

Maira Duque, una de las personas que lidera este colectivo, expresó a EL MUNDO que “somos un grupo de amigos, y nuestro objetivo principal es poner a conversar a la ciudad -ojalá al país-, sobre el valor de la vida, ya que sentimos que estamos en un contexto en el que justificamos el homicidio por cualquier cosa; porque piensa diferente, es un ladrón, por un celular; creemos en esa frase que situó en el debate la organización Instinto de Vida de ‘nada justifica el homicidio’”. 

“Una de las metas más próximas es revisar con el alcalde de Medellín la implementación del Plan Integral y la política pública de Seguridad y Convivencia. Los resultados que estamos viendo no son los esperados, entonces quisiéramos revisar con la institucionalidad qué es lo que no está funcionando”, indicó Duque.

Dentro de la movilización política que realizan, esta promotora de iniciativas ciudadanas manifestó que “el componente simbólico es muy importante, porque le da muchísima fuerza a la opinión pública, pero también creemos fundamental sentarnos con el alcalde para plantear varias acciones desde ciertos sectores que han venido trabajando en el tema”.

Estos jóvenes valoran la necesidad de actos simbólicos para reivindicar el valor de la vida, la cual era descrita por Fernando González como una fuerza divina. “Cuando un hombre es constante y no se dilapida en múltiples deseos, vicios y pasiones, tal fuerza parece milagrosa en sus resultados. Todos nosotros tenemos la fuerza divina: llama vacilante en todos, a causa de falta de unidad en los deseos y de agotamiento en los vicios. El triunfo es de quien desea una sola cosa y está resuelto a pagar el precio de ella, a dar la vida, sin vacilar un segundo”.

Las fuentes teñidas de rojo: la acción más polémica

A pesar de que no ha sido la única acción política realizada por este colectivo, el cual también ha realizado iniciativas como “un brindis con el alcalde”, el Concervezatorio y la limpieza de la fachada de la Alcaldía de Medellín, esta fue la más polémica por las críticas elevadas desde la Administración municipal y sectores sociales que rechazaron el acto. 

La acción de este colectivo fue criticada por el alcalde Federico Gutiérrez, el cual argumentó que “hay formas de protestar y de expresarse, pero no puede ser que cada que exista una manifestación, se tengan que dañar elementos de ciudad. A todos nos duele lo que pasa frente a un homicidio y a todos nos tiene que doler, pero la pregunta es ¿quien quiera abrir cualquier tipo de discusión puede dañar cualquier elemento de la ciudad? No, tampoco”.

Por su parte, el secretario encargado de Seguridad de Medellín, Andrés Tobón, manifestó que rechazaba este atentado contra los bienes públicos y manifestó que “estaban haciendo las pesquisas correspondientes, la Policía Nacional está realizando investigaciones para ver qué personas estarían detrás de eso para que la inspección proceda con los procesos sancionatorios”.
Esta postura también fue apoyada en redes sociales por personas que condenaron la manifestación, por afectar el mobiliario público y por recursos que deberían invertirse por el cambio del agua, el cual ascendió a los $3.070.133. Sin embargo, otros sectores políticos, sociales y académicos consultados por EL MUNDO destacaron su valentía, la importancia de lo simbólico y la necesidad de que la administración municipal reevalúe la estrategia de seguridad y la visión diferencial entre los homicidios positivos y negativos. 

Lukas Jaramillo, coordinador del Instinto de Vida en Colombia, manifestó a EL MUNDO que está a favor de la acción política No Matarás, y “estamos convencidos de que la alcaldía tuvo un resbalón con lo que se entiende como la criminalización de esta protesta”. 

Frente a la reacción del alcalde, indicó que no hay una única actitud. “Estamos celebrando que se firmó el protocolo Nada Justifica el Homicidio, hubo receptividad por parte de la Administración y varios de sus funcionarios. En otros asuntos en los que siente que está en riesgo su popularidad, vemos que se cierra y una reflexión o protesta ciudadana, lo entienden como un ataque”, agregó.

Daniel Carvalho, Concejal de Medellín por el movimiento Creemos, destacó dicha acción de este grupo y afirmó que “lo que nos hace falta en gran parte como ciudadanía es juntarnos y luchar contra esta amenaza que representa actualmente los violentos, los cuales no respetan ningún tipo de persona, territorio y autoridad. Entonces, desde ese sentido, el mensaje que brinda este colectivo es muy positivo para la sociedad”.

EL MUNDO consultó con varios analistas y actores dentro del tema de seguridad de la ciudad, para reflexionar sobre los factores que pueden incidir en el aumento de los homicidios y la muerte en la ciudad. 

¿Qué fallas ha tenido la institucionalidad?

Frente al problema del homicidio en la ciudad, Maira Duque sostuvo que “en conversaciones con varios expertos, vemos que el enfoque de seguridad sigue estando en la línea pura y dura; más policías, cámaras, militares, un helicóptero. Nosotros sentimos que el énfasis debe estar en la convivencia: cómo generar espacios y conversaciones sobre el barrio, la ciudad y lo que pasa en el territorio, con el objetivo de reconfigurar unas estructuras sociales que se vienen reproduciendo hace mucho tiempo, que perpetúan las condiciones que nos tienen en el escenario actual”. 

Jaramillo matizó la opinión anterior, asegurando que “frente a este asunto, me separo de algunos activistas. Creo, a pesar de que muchas alcaldías han sacado el pecho con esto, que los gobiernos locales no tienen la capacidad de controlar el indicador de homicidios”. 

“Para tener gobernantes serios, uno también debe cuidarse desde la veeduría de no ser demagógico y culpar únicamente a la Alcaldía de que los asesinatos aumenten. Lo que uno debe pedir es el acompañamiento, la reacción, aumentar las capacidades y disminuir las vulnerabilidades, pero esta institución no puede controlar la amenaza de las redes criminales y mafiosas, las cuales son las que hacen variar el indicador de los homicidios y la violencia” agregó.

Sobre esto, Jaramillo destacó la firma del protocolo Nada Justifica el Homicidio por parte de la Alcaldía. “Es el gesto más poderoso, que la alcaldía, diciendo que no estamos dispuestos a que ninguna persona sea asesinada. La falencia en Medellín, y donde se debe apuntar en las políticas de seguridad, es la protección del ciudadano sin ninguna distinción”. 

Sobre este acuerdo, destacó que hay toda una ruta desde la llamada al 123, en la cual puede llamar un adolescente o un adulto cuando siente que su vida está en peligro, la cual seguiría hacia la institución correspondiente como secretarías de la Alcaldía, Instituto Colombiano del Bienestar Familiar, con atención psicológica, entre otras estrategias. 

Carvalho afirmó que “si bien ha habido una decisión de enfrentar las estructuras, no se ha contado el suficiente apoyo de la Fiscalía, lo cual ha sido una queja justa del alcalde. Tal vez ha hecho falta hacer un mejor uso de la inteligencia por parte de la Policía y el mandatario debería mejorar su capacidad de convocatoria a la ciudadanía para hacerle frente a los violentos”.

Otra de las críticas expresadas por los expertos consultados, es la incapacidad de los programas de defensa de la vida y noviolencia para desnaturalizar la muerte y el homicidio, manifestaciones que se hicieron comunes debido a la cantidad de muertos presentadas en las décadas de los 80 y 90, por el conflicto armado con las guerrillas y la guerra en contra de Pablo Escobar. 

¿Cuáles han sido las fallas de la sociedad medellinense?

Sobre la responsabilidad ciudadana en la cadena de homicidios presentada en los últimos meses y la cultura de naturalización del homicidio, según Duque, es que “casi cualquier persona puede decidir quién vive o muere. Sentimos que hay un debate frente a esto que no se ha dado. Esa división social entre los ciudadanos de bien y de mal, que dio origen a los fenómenos de limpieza social, viene marcada desde hace mucho tiempo y siguen presentes en ciertos sectores sociales”.

Para Jaramillo, líder de Instinto de vida y del capítulo en Antioquia llamado No Copio, es importante tener en cuenta que la sociedad se está recuperando del crispamiento de la época de Pablo Escobar, la cual consolidó un discurso de que “se están matando entre ellos. Las víctimas de homicidio no se parecen a mi sobrino, a mi tío o a mí. Esto se hacía para bajar el temor; el camino del egoísmo”. 

“Actualmente necesitamos un cambio cultural en el cual se desnaturalice la violencia, estamos buscando la metodología indicada para llevar este proceso. Las mujeres están enterrando solas a sus hijos, no estamos rodeando estas familias y más bien tratamos de alejarnos; cuando nos preguntan sobre los homicidios, respondemos quién sabe por qué habrá sucedido. Esto lleva a que se baje los costos morales y culturales: estamos rompiendo un tejido importante”, acotó. 

Sobre esto, Carvalho, concejal de Creemos, coincidió que en épocas pasadas, la vida perdió prácticamente todo su valor. “Si bien ha habido una recuperación, persiste la intolerancia y la naturalización de la violencia”. 

“Necesitamos ser más contundentes, decir que la vida es sagrada. Debemos interiorizar este mensaje como ciudadanos, y en esto tienen responsabilidad la institucionalidad y los espacios privados como los medios. Esto debe volverse fundamental para todos nosotros”. 

“No podemos quedarnos tranquilos de que el hecho de que la persona que mataron hacía parte de una banda criminal, tiene que dolernos que cualquier persona sea asesinada por el motivo que sea; porque al aceptar esto, estamos justificando el homicidio como medio de acción y esto desvía completamente la dirección que debe tener una sociedad y las instituciones”, concluyó el corporado. 

Alcaldía debe usar una estrategia más integral: No Matarás

Para Maira Duque, del colectivo No Matarás, la situación de crisis en Altavista es la muestra y prueba a futuro que deberá tener la Alcaldía para demostrar una verdadera integralidad en la estrategia de seguridad y presencia institucional. 

“Casi toda la intervención en ese sector ha sido enviar Policía y Ejército, pero hay una dinámicas sociales totalmente complejas que nosotros como sociedad y como Gobierno no hemos sabido leer, entender y enfrentar adecuadamente”, explicó Duque. 

“Hace mucha falta intervención social; los niveles de desescolarización son inmensos, la inversión pública es baja y varios de los chicos que están en las dinámicas de criminalidad han crecido viendo a sus papás perteneciendo a un combo; no conocen otra forma de ser en el mundo. Hay colectivos que hacen un trabajo de mostrar otras alternativas de vida, pero esto es insuficiente; se necesita más apoyo a este tipo de proyectos”, agregó. 

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