Mitos y realidades del Museo Casa de la Memoria

Autor: Daniel Grajales Tabares
21 mayo de 2017 - 06:00 PM

Adriana Valderrama, directora del Museo Casa de la Memoria, habla de los retos y logros de esta entidad cultural, explica lo sucedido con la Corporación Amigos del Museo Casa de la Memoria y precisa su posición sobre temas como el manejo de la figura de Pablo Escobar por parte de la Alcaldía de Medellín.

 

Medellín

¿Qué sucedió con la Corporación Amigos del Museo Casa de la Memoria, por qué fue liquidada?
El Museo comenzó como un proyecto de la Secretaría de Gobierno en la Alcaldía de Alonso Salazar a través del Programa de Atención a Víctimas. Se materializó, se financió, desde lo público, eso no me lo inventé yo. En la administración de Aníbal Gaviria tomaron la decisión de pasarlo a la Secretaría de Cultura. Entonces, eran contratos de Secretaría de Cultura con diferentes entidades. 

 

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Durante la administración pasada del Museo comenzaron a pensar en la creación de una u otra figura para recaudar recursos. Por lo que nos hemos dado cuenta, fundaron la Corporación Amigos del Museo Casa de la Memoria y, al mismo tiempo, decidieron volver el Museo un ente descentralizado, lo que se dio a mediados del 2015. Eso quiere decir que hoy es 100% público, con un recurso que le ingresa desde la Alcaldía. 


A mi llegada, en el 2016, comencé a ver qué había y cómo funcionaba y detecté que no teníamos algunas áreas, entre ellas una encargada de las alianzas o las relaciones públicas. El Museo hoy hace parte del plan de desarrollo, lidera una línea que se llama ‘Construcción de paz territorial’, y en esa planeación nos dimos cuenta que existía esta Corporación. El Museo nunca fue socio ni tenía asiento en esa Corporación, porque un público no puede manejar de esa manera un privado. Si uno lee la misión del Museo y la Corporación se da cuenta de que es la misma, y eso en el sector público no puede pasar, además, la dirección de la Corporación era la misma del Museo, sin funcionar aquí. El nombre de la Corporación tenía el del Museo. Me fui donde Verónica Vivero, la secretaria general, hablé con el jurídico, ante lo que ambos dijeron: no puede haber otra entidad gestionando recursos a nombre del Museo. Les pedimos que cambiaran la dirección, porque no podíamos tener una oficina fantasma aquí; también que se cambiaran el nombre, porque nadie que no sea del Museo puede gestionar recursos a nombre nuestro. Eso no lo digo yo, lo dice la Constitución política de Colombia. 


La Corporación Amigos Museo Casa de la Memoria firmó un convenio por $200.000.000 con Isagen, entidad que les donó esa cantidad para el Museo. Yo les consulté, les dije que me donaran la plata al Museo, con todo el proceso que debe hacerse a través de Hacienda, pero ellos me pidieron que hiciéramos un contrato, que ellos me cobraban el 25% y me donaban lo otro. Eso sucedió el 24 de mayo de 2016, en septiembre no tenía respuesta. No hice bulla, no me fui para los medios, decidimos manejarlo con calma. 


La preocupación de nuestro jurídico era ¿dónde están los $200.000.000?, por lo que les envié una carta solicitando su respuesta. Luego me respondieron que en una asamblea de asociados, que yo no conozco, porque no hago parte de la Corporación, resolvieron: ‘iniciar un proceso de disolución y liquidación, dado que no hay condiciones políticas para cumplir con los objetivos’, eso lo decidieron ellos, no yo; y que no veían ‘la posibilidad de retornar los recursos del convenio con Isagen’, no sé tampoco por qué. 
Les respondí que no era un tema político, que ellos lo quieran volver político no quiere decir que lo sea, que es simplemente normativo. Nosotros no solicitamos que se liquidara, sólo que siguieran haciendo lo que quisieran sin usar nuestro nombre, nuestra dirección. 


El Museo es 100% público, una figura diferente a la mayoría de museos del país que son mixtos, público-privados, entonces la normativa que rige es la pública. Eso no lo decidió Adriana, eso lo decidieron las administraciones pasadas y mi labor es cumplir la norma. Todo fue muy confuso, mucha gente pensó que se estaba liquidando el Museo, por lo confuso del nombre. Sin embargo, hemos sido claros y estamos tranquilos con esto. 

 

¿Cuáles son los retos en temas administrativos del Museo?
Fortalecimiento interno. El Museo nisiquiera tiene una política de colección, de archivos, no tenía un puesto de control interno, ni de relaciones institucionales, nunca le habían hecho una auditoria. El pasado 2016, inauguramos 12 exposiciones, casi una por mes. Si algunos dicen que no alcanzan los recursos, yo creo que sí. De todo el conglomerado, el año pasado fuimos la entidad que mejor se comportó. Si se mira la matriz, el más puntero es el Museo. 


No tenemos problemas de contratación, de manejo, todo el mundo está contratado hasta diciembre, como debe ser en lo público, no estoy haciendo contraticos pequeños. 
Estamos muy bien, no me dieron los $200.000.000 de ese convenio con Isagen, pero yo me los conseguí. La sala central está muy linda, me la entregaron caída, pero yo no salí a hacer un show. Estamos trabajando, pero hay que entender que este es el Museo más joven, es el bebé de los bebés y, por eso, así me sueñe que sea el Moma, debo trabajar según su realidad y la realidad de la ciudad. 


Apenas el año pasado hicimos la mesa de articulación y gestión con el Municipio para tener el comodato del edificio, que no estaba. Yo ya puedo invertir en el edificio, antes no. Ya estamos en el proceso de adjudicación de los recursos para eso. 

 

Algunos líderes de colectivos sociales plantean que hay diferencias de visión entre la anterior directora, Lucía González, y usted, ¿cuál es su posición y cómo esto afecta al Museo?
Este es un puesto de libre nombramiento y libre remoción, eso no fue decisión mía. Entonces, en cualquier momento quien esté sale y entra otra persona. Esto no es un tema de una u otra directora, sino que es un proyecto importantísimo de la ciudad de Medellín.El pasado 2016, duplicamos la asistencia y, hasta ahora, en el 2017, creo que vamos a triplicar las visitas. 


Somos los únicos en Colombia que tenemos un Museo Casa de la Memoria, hay que cuidarlo y esto no se puede volver un tema de egos o de personalidades. Esto no es para estar arrastrando el nombre del Museo de un lado al otro. 

 

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A Lucía la conozco, trabajé con ella cuando estaba en la UPB, entiendo que le parecerá que sí, que no, tendrá cosas para opinar del Museo, pero creo que eso se puede manejar de manera constructiva. 


No hay que forzarlo. Entiendo lo político, no soy política, hago parte de una administración y llegué aquí nombrada por un Alcalde, por lo que tengo claro que debo ser respetuosa con ciertos sectores que toman la posición de hacer oposición, qué tal que no. Habrá gente a la que le parezca seductora la propuesta y a otros que no, pero nadie se tiene que quedar, que pereza un proceso político sin oposición. 

 

¿Qué tan cierto es que las víctimas se han ido del Museo?
Mi decisión es que no salgo a tomarme la foto con la víctima para lograr nada. Eso me parecería la falta de respeto más grande. Si hoy miran en las redes el día a día del Museo, se dan cuenta de que están todo el tiempo aquí: cada semana se reúne la Mesa Municipal de Víctimas, que además está ensayando la obra de teatro que presentó el Día de las víctimas. Tenemos el proyecto Tejedoras que lo maneja doña Herlinda, que es una de las mediadoras y es víctima, son 30 señoras que vienen todos los miércoles. 


La Mesa Voces de Paz, donde están Corporación Región, IPC, ACR, los sindicalistas, la ciudadanía; se reúne aquí cada mes. Adida trabaja aquí. 
Madres de La Candelaria todo lo hace con nosotros, trabajan en nuestro guión, tanto su línea Fundadoras como Caminos de Esperanza están aquí. Con Ave Fénix (que son de UP) también hacemos trabajos, el año pasado hicimos su exposición del archivo. 


El pasado 2016 estuvimos en La Loma desarrollando un proyecto en territorio, con víctimas de desplazamiento forzado. En Imaginarios está Casa Viveros, organizaciones tradicionales, pero también nuevas víctimas que comienzan a llegar. 


Lo que creo que ha pasado es que el espacio se comenzó a pluralizar y que las instituciones que anteriormente tenían el control han estado sorprendidas porque han llegado otros. Tuvimos la Carrera corre por tu pierna, con víctimas de minas. 


Están hoy organizaciones que por aquí no habían pasado, como los 2.200 inscritos para la carrera, que es la primera vez que hacemos. 


No podemos ser selectivos, todos son víctimas, todos son valiosos y bienvenidos. Tenemos proyecto con Isagen en territorio, con procesos de memoria. Trabajamos con Eafit en la Cátedra de paz, que va para su tercera cohorte, los estudiantes vienen al Museo para las clases. 


Trabajamos con todos, pero hay otros que están en una posición de pedirnos cuentas, y les decimos, ‘así lo estamos haciendo, por qué no vienen y participan’. 
Eso hace parte de una democracia, hay gente que ideológicamente, éticamente o políticamente entró en una oposición. 

 

Este 2017, la reflexión del Día de los Museos fue “nombrar lo innombrable”, ¿cómo trabaja  Casa de la Memoria ese tema?
Revisamos todas las experiencias y el guión del Museo, para entenderlo, ante lo que nos dimos cuenta de que la experiencia de Cronología de su sala permanente es lo más rico en contenido que tenemos, porque permite sentarse a buscar lo que ha sido la violencia o la resistencia en Medellín. Es como un Google al que se le ingresa información, en el que el Museo tiene muy buen contenido, pero hay vacíos grandes de contexto internacional, de temas como erradicación de cultivos y cómo en Estados Unidos había una epidemia interna de consumo de cocaína. 


Entre esos vacíos, nos encontramos en que durante los años 70, 80 y 90, lo que menos había era lo relacionado de Pablo Escobar, lo que, cuando hicimos la lectura de públicos, paradójicamente, nos dimos cuenta que era la palabra más buscada. La gente lo encontraba, pero no en la dimensión y el contexto, no solamente a él, sino todo lo que tiene que ver. 
Por eso, desde 2016, planeamos las convocatorias de Medellín 70, 80 y 90 proceso que permite democratizar la manera de trabajar con el Museo, porque abrimos a convocatoria pública la manera de asignar los proyectos. De la mano del territorio, con memorias vivas y participativas, vamos a construir ese relato, no enfocarnos en Pablo, porque al señor hay que bajarlo a su justa medida, no negarlo, no nada, pero sí entenderlo desde un contexto. 


La apuesta es que tomáramos el ejercicio Alemán de no preguntar más a Hittler, no ¿Por qué Hitler?, sino devolverle los cuestionamientos a la sociedad: ¿por qué produjimos una nacional-socialista?, ¿por qué llego al poder?, yo creo que aquí no nos hemos hecho la pregunta de ¿por qué produjimos ese personaje, por qué fuimos testigos de ese proceso que permeó lo estético, lo político, lo ético y lo sigue permeando?

 

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Creo que es un pasado-presente, por eso nos da temor el tema, porque no es una memoria lejana, es una memoria viva. Él simboliza un momento de la ciudad, pero es lo que encarna y simboliza lo que nos hemos sentido muy lejanos de encarar. Eso hay que hacerlo, acompañado también de otros relatos: en Medellín, en el momento en el que pasaba todo esto había otros procesos, organizaciones sociales se resistían, estaba la Alta Consejería para la Paz, un Sindicato Antioqueño con un proceso de permanecer en el territorio y no irse, estaban los periodistas que luchaban, estaban las entidades culturales, pasaba un Festival de Poesía en medio esa guerra. 
No queremos que el Museo se vuelva el Museo de Pablo, pero sí que explique bien ese contexto. Que la línea de tiempo esté con toda la mirada. La idea es que de este proceso salga una exposición para nosotros, que luego sea itinerante. 

 

¿Cuál es su posición ante las ideas del alcalde Federico Gutiérrez sobre borrar a Pablo Escobar, demoler edificios, prohibir, regañar?, ¿sí es el alcalde de una ciudad quien define su memoria?
Del tema de la demolición del Edificio Mónaco se, porque personalmente le pregunté al Alcalde, ‘¿señor Alcalde, usted va a demoler el edificio?’, y tengo el texto guardado en el que me explica que el edifico no es del Municipio, es de estupefacientes, de la Policía, no tiene manera de uso y hay que repotenciarlo, que vale toda la plata. Entonces, ellos tomaron la decisión de que lo más barato es demolerlo. No hay un proyecto curatorial, no hay propuesta desde lo arquitectónico, es más que el edificio o se tumba o se cae. 


Estamos comenzando a explorar esa posibilidad, el cómo pudiéramos acompañar un proyecto del municipio, porque eso sobrepasa las posibilidades del Museo y deberían llegar instituciones como EDU, Infraestructura, Planeación y Hacienda. Nosotros estamos para el proceso metodológico, lo que se implementaría para, con la ciudadanía, decidir qué se hace con ese espacio. No es un ejercicio de borrar, lo que motiva al Alcalde es cómo se vuelve un espacio para la ciudad transformador o reparador. 


A Pablo Escobar no se le puede borrar. Opinar del jefe es muy difícil, pero creo que, más allá del regaño o de una foto, es un tema que como ciudad tenemos que tramitar, que ese vacío de información que le hemos dado todos lo están llenando los medios como no debe ser.

 

Adriana, no es un invento de los medios que el alcalde salió a decir que no vinieran “artistas polémicos” porque un rapero fue a fumar marihuana a la tumba de Pablo Escobar…
Mi visión, que se la he trasmitido al Alcalde, como recomendación, es que no hay que tenerle temor a visitas como la del rapero a la tumba de Pablo Escobar. Debemos dejar que cada uno tenga su intención, pero ver cómo genera espacios culturales, cómo fortalece procesos. No es acallar eso, es tener un relato alternativo. 


Eso no se acaba con decir ‘por favor no venga’ o ‘quítese la camisa’, esa es una reacción que se toma de momento, pero que a largo plazo no generaría ninguna reacción en el territorio. Desde el Museo tenemos nuestra propuesta de Medellín 70, 80 y 90, tenemos apuestas metodológicas. 


Se nos sale de las manos controlar todo lo que sucede en Medellín, pero las veces que nos preguntan ahí estamos. 


Cada que yo veo que el alcalde comienza a mover esos temas, yo lo busco, le digo venga, mire este proyecto, esto se da de esta manera. No es tan fácil manejar esta terminología o estos procesos, que yo sí llevo varios años manejando. 


Como directora, de forma activa, aporto. Si me oyen o no me oyen, ya es otro tema, pero siempre opino. 

 

El Parque Bicentenario es pensado por algunos como un lugar oscuro para consumir drogas, ¿qué planes tiene para él?
El Parque no tenía doliente. Este año se aprobó que fuéramos Museo-Parque, para que desde aquí manejáramos el mantenimiento y la programación del Parque. Estamos trabajando con la EDU y Bienes y Servicios para que nos entreguen la pantalla de agua, porque, hasta que no me la entreguen en comodato, aunque tengo el recurso, no le puedo hacer el mantenimiento. 


Estamos trabajando con Jardín Botánico en el tema de paisajismo, Área Metropolitana está involucrada. En febrero pasado iniciamos las brigadas de la quebrada, hemos sacado escombros, para comenzar a recuperar el espacio. 


Sigue el tema de la venta de drogas, pero se ha ido bajando. 


Hay un tema que trasciende la capacidad del Museo, en el que necesitamos apoyo de autoridades, de entidades, de la gente. Creo que, poco a poco, tenemos que activar el espacio, porque, a medida que la comunidad va llegando, eso va a ir incomodando. Entre más niños, más señoras, más actividades, será más incómodo, sobre todo para el consumidor. Esperamos que con ello la frontera se mueva. 


Este Museo tiene espacios ciegos, muertos, vacíos, que generan posibilidades. Creo que es un tema de circulación de público en el que ya estamos trabajando. 

 

 

Visitantes al Museo Casa de la Memoria

 

2015

9.428 visitantes

 

2016

16.599 visitantes

 

Visitantes internacionales: 6.405

Visitantes nacionales: 438

Visitantes departamentales: 663

Locales: 9.093

 

2017 (hasta el 30 de abril)

11.828 visitantes

 

Visitantes internacionales: 4.024

Visitantes nacionales: 497

Visitantes departamentales: 650

Locales: 6.657

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