Hice hasta lo imposible por cambiar desde adentro el partido, sin embargo, debo decir que no se pudo.
Al partido Liberal y a mí, nos separan muchas cosas. Pero hay una, que es esencial: la interpretación de lo que debe ser un partido político de cara a la nueva época colombiana. Han pasado 30 años desde que el Partido Liberal aprobó la consulta popular como mecanismo de democracia interna. Sin embargo, el Congreso Nacional que se llevó a cabo en Bogotá, tomó la decisión de darle la espalda a los ciudadanos que claman por un cambio en el partido.
Debo decir que las directivas han decidido que la consulta popular se llevará a cabo dentro de los próximos 50 días. Esta decisión además de ser una grave equivocación, en una campaña tan corta no podrá garantizar la participación electoral que queremos, por lo que serán las maquinarias las que definirán la votación. En tan corto tiempo es imposible para cualquier candidato recorrer el país, darles voz a las regiones y vincular a todos aquellos liberales que, como yo, buscan una salida a la crisis de este partido.
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Desde mayo del año pasado cuando manifesté mi intención de ser candidato presidencial, he propuesto que el partido lleve a cabo una consulta abierta como mecanismo para renovar y democratizar nuestra colectividad. Hoy, después de 30 años, estoy dando la misma pelea que dio mi padre. Hice hasta lo imposible por cambiar desde adentro el partido, sin embargo, debo decir que no se pudo.
Esta decisión de encerrarse en sí mismo, de mirar hacia las maquinarias y no hacia la gente, demuestra que el Partido Liberal se niega a su vocación de poder, cerrándole la puerta a la renovación. Los líderes que hoy lo manejan son los mismos que lo han hecho desde hace 20 años y que lo tienen sumido en un profundo nivel de impopularidad.
Por esa razón, he tomado la decisión irrevocable de apartarme de la candidatura presidencial por el Partido Liberal. Continuaré luchando desde donde esté, por los ideales liberales, por ese liberalismo que es mucho más grande que el mismo partido. Mi viaje y mi lucha continúa con el mismo norte y el mismo destino, pero desde ahora en el gran liberalismo, el liberalismo de la gente y los ciudadanos.
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Exploraré todos los caminos para continuar con mi aspiración presidencial, no voy a claudicar, no voy a desistir; voy a insistir y persistir. Se lo debo a todas las personas que han expresado su favorabilidad por mi nombre, siendo el candidato más opcionado en todas las encuestas del último año. Mi decisión es de principios, fiel a mis convicciones liberales, no una decisión caprichosa, ni un mecanismo para satisfacer intereses personales. Seguiré trabajando por el país de oportunidades que nos merecemos todos.