Mentirosos cínicos y burleteros

Autor: Rodrigo Pareja
10 enero de 2017 - 12:00 AM

Esos y muchos más apelativos que les vienen como anillo al dedo, merecen el presidente de la república, Juan Manuel Santos; 

Esos y muchos más apelativos que les vienen como anillo al dedo, merecen el presidente de la república, Juan Manuel Santos; el ministro de hacienda, Mauricio Cárdenas Santamaría; los dirigentes gremiales y los otros artistas de medio pelo que integraron el reparto en la anual función circense que acaba de terminar con la fijación del salario mísero, perdón, mínimo, que regirá en el presente año.
Las graderías de menor costo como ha ocurrido últimamente, volvieron a estar colmadas por los casi dos millones de colombianos que en vano esperaron una mejor actuación, aunque los protagonistas del sainete se retiraron airosos, convencidos de haber desempeñado el papel de sus vidas.
En la pista número uno tuvieron destacada participación los avaros e ilusos actores de siempre, unos ofreciendo un pírrico reajuste salarial y los otros pidiendo cifras exorbitantes en un intento por aparecer de manera falsa como salvadores de los desvalidos ciudadanos.
Y en la pista número dos de la tramoya estaban los magos dedicados a convencer con sus inagotables trucos a los absortos espectadores. Actuaron allí, entre otros, Alberto Carrasquilla, Sergio Clavijo, Salomón Kalmanovitz y Leonardo Villar, empeñados en hacer creer que con el salario mísero se puede vivir dignamente, y en la mejor de sus tretas hasta sugerir que proporciona una capacidad de ahorro.
Pero ellos con toda su baba engañadora, y ni aún ayudados por los más exitosos taumaturgos del momento, son capaces de sobrevivir con mínima decencia, con la ridícula cifra de $662.543 pesos. pues esa es la realidad del mínimo luego del raponazo del 12% para salud, que equivale a la evaporación inmediata de $75.174 pesos.
Dobles cifras que avalan con justicia el calificativo de mentirosos para todos, pues el 12% de salud que desaparece automáticamente no sirve para adquirir algo de la que con tanta pompa llaman canasta familiar, y que se mantuvo pese a haber sido aprobada su eliminación para aquellos que devengaran hasta dos salarios mínimos.
Y aquí adquiere valor y justificación el término de burleteros, porque los congresistas que se ganan algo así como $29 millones de pesos mensuales les dieron contentillo a millones de colombianos esperanzados, y aprobaron en cuatro debates reglamentarios la rebaja de ese 12% al 4%, pero luego enviaron una cuadrilla de los suyos, llamada “los conciliadores”, a borrar de un plumazo una conquista que duró el tiempo que demandó la discusión de la reforma tributaria.
Claro que este enorme engaño tiene algo de positivo, y es que desde ahora los humillados y burlados colombianos pueden ir pensando en tomar venganza con el único instrumento válido y efectivo en las próximas elecciones: aplicar y hacer el valer el voto en blanco.
No la abstención porque ella sólo ayudaría a que la actual clase política, corrupta e ineficaz, se reelija con menos sufragios; se trata de desaparecer para siempre la caterva que hay porque si gana el voto en blanco ninguno de quienes de ella hacen parte ahora podrían retornar al Congreso.
Según los magos del cuento un pírrico incremento de $48.261 pesos es inflacionario y puede acabar con la economía del país, algo que no sucede cuando ese mismo reajuste es incrementado en sueldos de quince, veinte, veinticinco y hasta treinta millones de pesos.
El tango Cambalache fue escrito en 1935 pero sus verdades parecen redactadas anoche por Discépolo. Por eso es válido repetir lo manifestado en esta columna hace dos años sobre el tema:
“No todo resulta malo después de la opereta anual que ya se aprendieron de memoria gobernantes, patronos y sindicalistas venidos a más, obsecuentes y agradecidos. No habrá obesidad, ni elevación del colesterol, ni aumento del ácido úrico por el consumo excesivo de carne. Todos los colombianos mantendrán la línea y el país seguirá siendo el más feliz del mundo, posición que todavía podría mejorar si como aconseja Sergio Clavijo, se le rebaja un tantico más al mínimo”. 
 Twitercito: ¿Es posible sepultar un proceso de paz y la esperanza de millones de colombianos, porque una guerrillera con juanetes y un burócrata internacional muestren sus “dotes” de bailarines desacompasados?

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