Por sus resultados de 2015, y por tercera vez consecutiva, Medellín ha sido calificada como la ciudad mejor gobernada de Colombia. Este reconocimiento al último año del gobierno de Aníbal Gaviria Correa fue dado a conocer por el Departamento Nacional de Planeación, que desde el año 2007 elabora el Índice de desempeño integral municipal. La exigente evaluación combina cinco indicadores financieros y de gestión para determinar las mejores y peores gestiones, o sea los municipios más o menos confiables según su manejo de recursos públicos, principalmente los del Sistema general de participación.

El DNP realiza su medición a partir de datos entregados por las ciudades, en el primer semestre de cada año, y verificados por ese organismo. Entonces, las mejores notas certifican la capacidad de las administraciones para producir información actual, suficiente y verificable. En Medellín, el Departamento Administrativo de Planeación ha consolidado un modelo de gestión de información que facilita planificar, gobernar y vigilar los procesos, por la Administración y quienes asumen responsabilidades de controlarla. Aunque no es un elemento evidenciado en la medición del DNP, tener datos veraces hace que la ciudad tenga mejores calificaciones, que son importantes, pero sobre todo que se haga merecedora de confianza para que se le asignen recursos y responsabilidades en el incipiente modelo de descentralización y mejora su posición en el ámbito internacional. 

Sobre los datos entregados, Planeación define cinco indicadores, que Medellín conjugó en forma armónica para alcanzar la calificación que hoy celebra. La medida Eficiencia evalúa los resultados en la ejecución del plan de desarrollo, campo en el que la Administración tuvo calificación de 93,72, seis puntos por encima de Bogotá, que obtuvo el segundo lugar en el ranking. El indicador Eficacia califica el uso de los recursos que recibe del Sistema general de participaciones, los cuales tiene que destinar a salud, educación, saneamiento básico y agua potable. En 2015, Medellín recibió para tal objeto, calificación de 96,8 sobre cien. El tercer indicador evaluado es el de Cumplimiento de los requisitos legales, que mide la juridicidad en el uso de recursos del SGP, campo en el que Medellín alcanzó 98,23 de cien puntos. El análisis de Capacidad administrativa versa sobre el uso y destinación de recursos humanos, físicos y tecnológicos, le concedió 94,6 sobre cien puntos. Aunque parecen deslucir los importantes logros en otros campos, los puntajes en Gestión administrativa y fiscal (89,1 de 100) y Gestión fiscal (83,7/100) siguen estando por encima de los 303, de 1.082 municipios, con calificaciones promedio superiores a 80, o sea “sobresalientes”.

Una ciudad bien gobernada produce orgullo. Cuando esa urbe no se contenta con ser reconocida como “sobresaliente” sino que desata procesos de mejoramiento, merece ser reconocida como ejemplar. Esa es la situación de Medellín, en su avance progresivo desde el primer lugar conquistado en 2013, cuando mereció 92,45 puntos sobre 100, de allí avanzó hacia el resultado de 2014, cuando alcanzó 93,6 puntos; para coronar el gobierno de Una ciudad para la vida, con 94,5 de los cien puntos que califica el Índice. El mejoramiento constante en gestión administrativa y fiscal certifica el modelo administrativo que le dio vida. En efecto, en los tres años en que Medellín logró su primer lugar rigió el modelo fruto de la modernización administrativa. Este sistema de gestión pública cualificó los procesos de toma de decisión, gestión de información, acompañamiento a las intervenciones y control de lo actuado, gracias al agrupamiento y transversalización de las responsabilidades a través de seis vicealcaldías que, como dijimos el pasado 16 de febrero en el editorial Ruptura institucional tuvieron la responsabilidad de “reorganizar la gestión pública a partir de la agrupación de procesos”, lo que fue conseguido por “un equipo de directores de alto nivel que fortalecieron los canales de comunicación y gestión dentro del Municipio y con la ciudadanía”. Roto el modelo, por apresurada decisión del Concejo, queda el interrogante de si la nueva visión de gobierno, concentrado en una súper-secretaría y en la presencia del gobernante en las calles, ratificará para Medellín el liderazgo en gestión, que se traduce en confianza y más fácil acceso a recursos indispensables para el desarrollo.