No tienen una estrategia para combatir la contaminación atmosférica causante de problemas respiratorios
Sin lugar a dudas, Medellín tiene un problema de contaminación serio, y el Gobierno Nacional, en general y el Gobierno Local, no tienen una estrategia, nacional ni local, para combatir la contaminación atmosférica que es directamente causante de problemas respiratorios y es mortal.
Mientras en Medellín fallecieron 2.105 personas por enfermedades relacionadas con la contaminación ambiental, con un costo en la atención médica, incluyendo los episodios de enfermedades leves, del 5% del PIB del área metropolitana; en Colombia fueron 10.527 muertes, con un costo médico de 2.5% del PIB nacional en el año 2015. Es decir, 20 billones de pesos. (Van 13.721 muertes asociadas con la contaminación, elcolombiano.com, Mayo 3 2017).
Según una crónica de El Colombiano, “Partícula en el aire del Aburrá es 53,4% cancerígena”, el médico Elkin Martínez, miembro del grupo de Epidemiología de la U. de A. y director del estudio Contaminación Atmosférica y efectos sobre la salud de la población, ha hallado que la mortalidad relacionada con los problemas de contaminación del aire es un “mal en ascenso”: Mientras en los primeros años de los 80 se reportaban 175 muertes anuales por cáncer de pulmón, en 2012 se reportaron 500. Y eso que el tabaquismo se ha reducido entre la población.
Por su parte, los investigadores de la UN de Medellín, bajo la dirección de Carmen Helena Zapata, han encontrado que en aire medellinense hay bacilos y bacterias: “75 % corresponde a bacilos, 12 % cocos y 13 % cocobacilos” (Mayo 8-2017).
Por otro lado, en Londres, ocurrieron 12.000 muertes y cerca de 100.000 enfermos, en un evento llamado la Gran Niebla, entre diciembre 5 y 9 de 1952, debido a la contaminación atmosférica ocasionada por el crecimiento incontrolado de la quema de combustibles fósiles, especialmente carbón azufrado, coincidiendo con un fuerte frio invernal, agravado por la inversión térmica causada por la densa masa de aire frío (Wikipedia).
Precisamente, en un artículo publicado el pasado 13 de mayo en la revista medica The Lancet, “UK air pollution and public health”, se resalta que el gobierno británico en su formulación de un plan de control de la contaminación es franco en reconocer que “la mala calidad del aire es el mayor riesgo ambiental para la salud pública en el Reino Unido”, en donde mueren prematuramente cerca de 40.000 personas por problemas relacionados con la contaminación atmosférica.
Por otro lado, para mejorar la calidad del aire, es necesario priorizar “la reducción de las emisiones de dióxido de nitrógeno de los motores diésel, pero con vagas propuestas sobre cómo lograrlo”. En el mismo sentido, el periódico londinense The Guardian se señala que en Gran Bretaña hay que “renunciar a los vehículos diésel, que emiten dióxido de nitrógeno que contribuyen a los problemas de salud como el asma (UK government agrees to publish air pollution strategy in next week, theguardian.com, 4 May 2017). Es decir, el problema no es solo el tamaño de las partículas sino también los gases venenosos emitidos por las fuentes de contaminación.
En Colombia, por su parte, se viene discutiendo el problema de los combustibles, y en el foro “Por un Valle de Aburrá con aire limpio”, del pasado 19 de abril, convocado por El Colombiano se planteo que era necesario “mejorar constantemente los combustibles mediante la reducción de su contenido de azufre” (Medellín Cómo Vamos, Reducir emisiones vehiculares con perspectiva de largo plazo: tarea pendiente en el nivel nacional).
Uno de los participantes en el Foro, Eduardo Uribe, Vicepresidente de Desarrollo Sostenible de Ecopetrol, señaló que la empresa estatal está empeñada en “mejorar la calidad de los combustibles (…), para disminuir la concentración de azufre en dichos combustibles y, en consecuencia, reducir las emisiones de PM2.5 por parte de fuentes móviles”.
En conclusión, es una necesidad mejorar los combustibles que se usan en Colombia, pero también es necesario que se deje de patrocinar la compra de carros particulares y de carga movidos por diésel, con políticas de precios baratos, pero más contaminante. Mantener este tipo de política solo favorece a los fabricantes transnacionales y a los importadores mientras los asmáticos llenan las salas hospitalarias, desesperados por llenar sus pulmones, que ronronean, con el aire avaro en oxígeno de Medellín.
PD. La última factura de los servicios públicos emitida por EPM que llegó a los hogares del área metropolitana vino acompañada con cupones de descuento para compras en una cadena de comidas “chatarra”. ¿Cuál es la responsabilidad social empresarial de EPM patrocinando un estilo de vida que atenta contra la salud?