Se preocupa por mostrar la manera en que diferentes sectores de la sociedad desplegaron acciones de diversa índole con el fin de resistir a la arremetida de los violentos y de la guerra
Hoy en la tarde, en el marco de la Fiesta del Libro y de la Cultura, tendrá lugar el lanzamiento del informe Medellín: memorias de una guerra urbana, producto del esfuerzo conjunto del Centro Nacional de Memoria Histórica, la Universidad de Antioquia, la Corporación Región y la Universidad Eafit. Sin duda alguna, esta publicación será de vital importancia para Medellín, pues es el esfuerzo más grande que se ha hecho hasta ahora para construir un relato general sobre las violencias asociadas al conflicto armado en la ciudad. El texto se centra en el periodo de tiempo que va desde 1980 hasta 2014, aunque aborda también momentos antecedentes de las violencias que datan hasta la década de 1960.
El informe no pretende instituir una verdad oficial sobre la historia de las violencias de Medellín, pues el establecimiento de una verdad única sobre un fenómeno tan complejo es una tarea, no solo imposible, sino indeseable e inconveniente. Por el contrario, el texto puede leerse como una invitación a la discusión democrática acerca del pasado, presente y futuro de la ciudad. El informe es rico en contenido, pero de seguro futuras investigaciones deberán abordar cuestiones y visiones que no fueron analizadas de manera suficiente.
Este libro es, por diversas razones, una contribución importante a los debates sobre Medellín. El trabajo estudia con detalle el contexto político, económico y social en el que se desarrollaron las violencias en la ciudad; los diferentes actores armados que, de una manera u otra, y en diferentes periodos de tiempo, participaron en las mismas; los repertorios de violencias que emplearon de manera diferenciada estos actores armados; y los impactos emocionales, culturales, económicos y sociales que el conflicto armado produjo en la ciudad.
Debe resaltarse que el informe no presenta a las víctimas como agentes pasivos e inmóviles ante las violencias, sino que se preocupa por mostrar la manera en que diferentes sectores de la sociedad desplegaron acciones de diversa índole con el fin de resistir a la arremetida de los violentos y de la guerra. Lo anterior es sumamente valioso, pues nos muestra a los miembros de esta sociedad la valentía con la que nuestros conciudadanos afrontaron situaciones que no podrían calificarse como algo menos serio que una tragedia.
Un aspecto destacable de este libro es su enfoque investigativo. A pesar de que en el curso de la investigación que le dio lugar tuvieron una importante participación la Universidad de Antioquia y la Universidad Eafit, no se trata de un típico trabajo académico sobre la violencia. En el informe hay una apuesta explícita por privilegiar las voces de la población de la ciudad, en general, y de las víctimas de las violencias, en particular. Por lo anterior, a lo largo del trabajo investigativo se combinaron labores como revisión de literatura académica y recolección y análisis de datos estadísticos, con actividades como grupos focales, talleres de memoria y entrevistas a profundidad, para lograr producir un relato que fuera metodológicamente riguroso y, al mismo tiempo, centrado en la mirada de las víctimas.
Es por las razones anteriores que el informe Medellín: memorias de una guerra urbana puede volverse un punto de referencia para las discusiones acerca de las violencias que han afectado a la ciudad. No se trata, recordemos, de la última palabra, sino de un aporte más a nuestra historia de violencias y resistencias. Aporte que podrá verse nutrido en el futuro cercano, cuando a raíz de la implementación del acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc salgan a la luz verdades sobre Medellín que todavía desconocemos.
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Por transparencia, quiero aclarar que trabajé con la Universidad Eafit como investigador en el proyecto que tuvo como resultado el informe objeto de esta columna. A pesar de que mi aporte a esta investigación fue a lo sumo modesto, me parece pertinente hacer esta claridad.