Ha cambiado la protesta estudiantil para reclamar recursos para la educación pública, más ideas menos disturbios.
En un Memento anterior celebramos la manifestación de los estudiantes de las universidades de Antioquia y Nacional en rechazo a los actos vandálicos que se produjeron en sus campus en Medellín y Bogotá, una actitud que se ha repetido cada vez que aparecen dos o tres encapuchados en las ciudadelas universitarias, para hacer sus “pintas revolucionarias” con un coro de “fuera, fuera” como música de fondo.
Pero que nadie se llame a engaños: no se trata de una renuncia de los estudiantes a la protesta, o la dialéctica, menos de una claudicación de la crítica propia del entorno universitario. Todo lo contrario, es la apropiación de las experiencias pasadas y la aplicación de la fuerza de los argumentos a la movilización social. Así lo demuestran las marchas que han hecho en ciudades como Bogotá, Cali, Manizales o Medellín, en los últimos días, y en las que la noticia ha sido el reclamo por el respeto a la educación superior y no los disturbios, como ocurría en otras épocas.
Por eso, entre otras cosas, a los líderes estudiantiles de la Universidad Nacional en Medellín les dolió el informe que hizo El Colombiano sobre su plantón del 6 de septiembre, porque en lugar de hacer énfasis en su reclamo por la financiación de la educación pública, la nota se centró en el bloqueo de la autopista que no superó los 15 minutos, pero además señaló algo que no ocurrió: “según informaron personas presentes en las inmediaciones de la universidad, luego del bloqueo se comenzaron a generar disturbios entre los manifestantes y las autoridades que trataban de normalizar el tráfico en la Autopista”, dijo el diario sin apego a la verdad ni fuentes precisas.
Claro que les duele a los estudiantes y a la comunidad universitaria, porque no hubo disturbios como puede comprobarse en los reportes de la policía o en un sondeo simple entre alumnos, profesores, trabajadores o vecinos. Pero lo que se hace evidente es que a veces cambian las prácticas pero no las percepciones. La modificación en la protesta no ha sido suficiente para que cambie el cubrimiento periodístico sobre ella; por lo menos falta un trayecto del camino por construir, porque como ya se dijo, el cubrimiento general de los medios esta semana ha dado cuenta de los reclamos de fondo y en algunos casos ha celebrado el nuevo tono.
Hoy, en Asamblea Permanente, los estudiantes universitarios unen sus voces a las de los profesores para decirle al estado que la educación pública superior debe ser prioridad en la construcción de un país más equitativo y más justo, que sus recursos no pueden seguir siendo residuales en el presupuesto nacional y que solo con decisión política real es posible mejorar el acceso, la calidad y la permanencia.
La Universidad de la Amazonia en Florencia, Caquetá, recibe durante tres días a estudiantes de todo el país que se dan cita en el ENNES, el segundo Encuentro Nacional de Estudiantes de Educación Superior, que espera ser el escenario que recoja las ideas y las preocupaciones de los universitarios de todas las regiones. Un espacio para buscar alternativas y para ratificar posturas en defensa de la educación superior como derecho fundamental y un bien común; pero también para reclamarles a los dirigentes políticos que no se aprovechen de sus organizaciones ni utilicen sus reclamos con fines electorales o en búsqueda de intereses indebidos.
No es mucho pedir, que se respeten su protesta y sus reclamos sin tergiversaciones ni oportunismos, bajo el entendido de que son un mosaico de intereses y no un cuerpo homogéneo. Que el país los acompañe y escuche sus ideas, que ojalá se atiendan sus llamados de mayor autonomía y más recursos para la educación superior. Pero también es deseable que ellos no se dejen utilizar por otros intereses, ni den peleas que no les son propias y se concentren en sus reclamos.
Reclamos justos que si se hacen de manera sensata, le dan otro color y nueva vigencia a aquella sonata que nos enseñó “La Negra” Mercedes Sosa, cuando cantaba emocionada “Me gustan los estudiantes/que marchan sobre las ruinas/con las banderas en alto/pa´ toda la estudiantina”. En efecto, ellos “son la levadura, del pan que saldrá del horno, con toda su sabrosura”. Por eso, una y otra vez, “Que vivan los estudiantes, jardín de nuestra alegría”.